Las finas puntas del tacón de sus zapatos hacen un sonido rítmico por todo el blanco pasillo de la escuela a la que asiste, su largo y brillante pelo negro atado en dos coletas altas se mueven con una ligera briza que pasa junto a ella. Siempre fue una chica linda de rostro y de cuerpo, de rostro fino, aunque con una nariz ancha en su medida perfecta, al igual que sus labios, carnosos.
Su rellena y esbelta figura alborotaba a los chicos y chicas en algunas circunstancias, poseía unas piernas morenas y de largo preciso, del grosor perfecto; unas caderas a juego y una cintura preciosa, con buen busto y hermosas clavículas.
Así describirían muchos a la joven Agneta, una hermosa adolescente de 17 años, que además de poseer una belleza única, también era muy inteligente y amable con todos, por lo tanto era muy querida por varios grupos.
La joven por fin llega a su destino y toca la puerta de su salón y al poder ingresar a su clase le pide disculpas al profesor por llegar tarde, este al saber como es su alumna le da una sonrisa amigable y le permite pasar pidiéndole de que no se volviera a repetir.
-¿Qué te paso, por qué llegaste tarde?- le pregunta su íntima amiga Dasha.
-Me quedé hasta tarde buscando un trabajo, y me desperté tarde- responde con una sonrisa nerviosa.
-De verdad me gusta como eres, queriendo ganar tu propio dinero aún siendo que tus papás tienen mucho, pero ya sabes la última discusión que tuviste con ellos por lo mismo, no quisiera verte igual de triste como esa vez.- le advierte ella.
-Ellos tienen que entender que su hija no serán igual a todos sus sobrinos cómodos que tienen, yo soy diferente... quiero sentir lo que es ganarse sus propias cosas, comprar mi propia ropa. Ya es hora de que me responsabilice de mi misma.
-Bueno, sabes que te apoyaré en todo... ¿y encontraste algo? Yo ya pude conseguir uno, entro hoy después de clases a trabajar como mesera en la heladería.
-Eso es genial Dasha, me alegro mucho... y si encontré, hoy en la tarde iré a dejar mi curriculum.
-¿En donde es?
-Es para cuidar a una pequeña de diez años.
-Bueno, no te llevas muy bien con los niños por lo que te llevo conociendo.
-No me llevo con los niños berrinchudos de mi familia, que es diferente, en la foto la niña se veía muy dulce.
-En ese caso te deseo suerte.- la joven le sonríe en como de agradecimiento.
.....
Las clases ya se habían terminado y la chica camino a el estacionamiento de la escuela, para subir a su auto que se encontraba aparcado. Un auto para el gusto de los demás pequeño considerando de que todos sabían de la fama de la familia de ella, pero a ella le encantaba aquel pequeño auto color negro, ya que, era el primer auto que tenía y lo mejor era que ella misma se lo había podido comprar con sus ahorros de tres veranos anteriores que había trabajado.
(Narrado por la protagonista)
Me subo a mi auto y manejo a la dirección que se encontraba la casa, está a las afueras de la ciudad, ubicada en un barrio privado y con unas casas muy bonitas con aires de ser acogedoras.
Finalmente llego a la casa que salía en el anuncio y bajo luego de aparcar el auto. Con nervios me acerco a la entrada y luego de dar golpes espero, a los segundos me abre la puerta y frente a mi aparece una alta mujer de un metro ochenta tal vez, perfectamente vestida y maquillada.
-¿Vengo por el anuncio de un trabajo?- pregunto con nervios, temo a ver escrito mal la dirección.
-¡Ay genial!- me sonríe amable y eso ayuda a disipar un poco los nervios. -Pasa, eres la primera en venir, de hecho estaba a punto de darme por vencida.- comenta mientras camina por el pasillo en dirección a quien sabe donde. -Ya sabes, por la ubicación.