El Ascenso

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Shurima era un imperio que llevaba siglos en decadencia, sin recursos ni dinero, o así era, hasta hace poco más de unas semanas, pues en el aniversario de la muerte del último gran emperador de Shurima Azir, pasó. Una luz emergió de las profundidades del desierto y junto a esa luz, la antigua Capital ascendió de las profundidades, y unos gloriosos ríos despertaron de sus entrañas para viajar por Shurima, y El Disco Solar se elevó sobre todas las aguas y sobre todas las montañas. Azir había resurgido como un Dios y como un emperador, y con él y con El Disco Solar, la gloria, las riquezas, la gente y la esperanza volvió a Shurima.

Ahora, en la actualidad es la temporada de caza, el momento donde los más poderosos y valientes jóvenes de las aldeas pueden demostrar sus habilidades dando caza a la mayor de las bestias, los Xer'sai. Yo, Sarrán,fui hijo de uno de los mayores líderes del desierto, pero debido a su muerte, fue mi madre quien me crió para liderar, mientras que esculpía mis habilidades con la lanza para este momento, mi decimosexta caería, en la que saldré solo al desierto para traer un colmillo de Xer'sai.

Yo siempre tuve una constitución fuerte, con los músculos de un cazador, mi cabello era del mismo color que el de mi padre y su padre, un fuerte morado, marca de mi familia. Siempre tuve un pelo largo y fuerte que sujetaba en forma de una larga coleta. Vestía prendas de tela y cuero, del color de la arena y un collar dorado caía por mi cuello hasta mi pecho.

Salí al amanecer y cabalgué durante un día y una noche, llegué al Valle del Sol, un enorme mar de arena entre dos torres de piedra carmesí, una al este y otra al oeste. Allí era donde se encontraba un viejo Xer'sai que había atacado a más de una caravana mercante. Bajé de mi camello, cogí mi lanza y no tuve que buscarlo, él ya hacía tiempo que me había encontrado, lo vi, y él me vio, y un silencio sepulcral paró el tiempo. Era una criatura diferente a las demás, con colores morados y escamas de piedra recubriendo un cuerpo alargado, con dos fuertes brazos, una cola larga y una boca terrible, una vez que ves uno, jamás te olvidas de su rostro, sin ojos visibles y con dos enormes colmillos substituyendo su mandíbula inferior. Sonreí, pues me enfrentaba a un enemigo terrible, pero él era mi presa y yo el cazador. Entonces grité y corrí con todas mis fuerzas contra él y salté, y con una estocada atravesé su garganta, pero esa criatura era fuerte y casi consiguió matarme mientras se desangraba, pero tuve suerte y conseguí librarme de sus envestidas sin que me hiriera. No se puede aprovechar la carne, pero sus dientes son mas fuertes que el metal, así que ese es mi premio. Saqué sus dientes para que los artesanos me hicieran las armas con las que lucharía el resto de mi vida.

Cuando regresé a la aldea, no había la calma de siempre,se oía un murmullo a lo lejos, en el centro de la aldea. Mi aldea nunca fue gran cosa, no tenía murallas, pero había sido construída junto a un manantial que daba todo lo necesario para la vida de los granjeros y cazadores que vivíamos en esa comunidad. Teníamos una plaza en la que ocurría toda la vida social y frente a esa misma plaza y frente a la casa donde crecí, había una mujer, joven, shurimana,de cabello oscuro y piel morena, vestía ropas de tela y cuero, pero también llevaba con ella una espada de cuatro hojas y con gemas verdes incrustadas, no era un arma cualquiera. Hablaba con mi madre, quien dirigía la aldea, ella siempre tenía el pelo recogido con un broche shurimano, y vestía prendas del color de la arena, ayudaba a las personas de la aldea y velaba por su protección. Me paré a escucharlas.

-Si has venido hasta aquí solo buscándole, no dudo que sea importante- Dijo mi madre con voz tranquila -Él pronto volverá de la caza y si consiguió superarla, será un hombre y la decisión será suya-

-Bien, entonces esperaré- Dijo la mujer.

En ese momento, después de escuchar esas palabras,salí de entre la multitud y hablé -Dime, extraña, que es lo que buscas en esta, nuestra pequeña aldea-.

-A ti, Sarrán- respondió ella.

Y entonces, mi madre con los brazos cruzados habló, y dijo -Hijo mío, esta mujer es Sivir y te busca para llevarte Al Disco Solar, ahora que veo que traes los colmillos de la bestia, la decisión es tuya-. Mi madre siempre deseó que me convirtiera en algo más que lo que habían sido ella y mi padre, pero sabía que la decisión era mía.

-Así es, el Emperador en persona me ha pedido que venga a buscarte- Dijo Sivir, no mostraba ningún sentimiento, era una profesional y había viajado mucho, imponía sin necesidad de hacer nada especial.

-El Emperador en persona, el nuevo Dios-Emperador de Shurima, supongo que es alguien a quien no se le puede rechazar- Dije, y después de sopesarlo unos instantes respondí -Entonces iré, pero antes estos colmillos deben ser tallados y convertidos en las armas que me protegerán- Sabía que esa era una oportunidad de oro, si el emperador quería verme era porque algo importante estaba sucediendo.

-Entonces esperaré, y pronto saldremos hacia la ciudad del Sol- Dijo Sivir, que había adoptado un carácter mas suave que antes.

El Sol de Shurima || League of LegendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora