No era invierno, sólo hacía frío.
La mayor parte del tiempo hacía frío, la ciudad era gris, nunca se vio triste, no tanto como el rostro de Jungwoo en aquella noche.Admitió que disimuló lo más que pudo sus inclinaciones.
Si bien, él sabía diferenciar entre cuerpos humanos, encontró el más placentero paraíso en el de un hombre.
Desde siempre fue así, su padre había dejado en su habitación revistas pornográficas, desde su panorama todo parecía planeado, tenía dieciséis años y jamás había fantaseado con tocar una mujer, pero sí en los besos de un hombre sobre su cuello.
Jungwoo temblaba ante el tacto de un hombre, el primer hombre de su vida era cinco años mayor que él, olía bien, todo el tiempo fue discreto, nunca fue cursi, aún así él se enamoró porque Jungwoo era un tonto cuando sus sentimientos llevaban el mando. Le rompió el corazón, él lo dejó por una mujer, una linda mujer morena de pechos pequeños y sonrisa escandalosa. Ella le daría hijos, Jungwoo sólo le daría amor, también le daría unos cuentos escupitajos de personas si los veían juntos tomados de la mano por la calle.
Las personas que te escupen en público, fantasean contigo en secreto.
Esa fue la primera vez que restó la amargura y la pena infinita con un poco de alcohol, desde ahí un poco de ron combinado con un par de cigarrillos sirvió como alivio para su mal de amores.
Su acompañante, un encendedor desgastado y un cigarrillo en su mano izquierda, Jungwoo era surdo. Su mano derecha se encargaba de tallar su frente con brusquedad o sus párpados, depende de que tan agotado esté, a veces ambos.
— Pensé que era el único que se aburría con estos eventos.
Jungwoo volteó ante la voz. Percibió a un hombre de estatura promedio y piel bronceada sosteniéndo una copa entre sus dedos. Se incorporó en su lugar cuando observó al tipo sentarse a su lado.
— Vengo sólo.— Elevó sus hombros y soltó una bocanada de humo de sus labios, regresó su mirada al hombre.— ¿Tu esposa no necesita compañía?
— No estoy casado.
Jungwoo volteó sorprendido, lo miró de pies a cabeza. No comprendía, elevó una ceja.
— ¿En serio?— Las mujeres me parecen una pérdida de tiempo y de dinero.— Elevó los hombros y metió las manos a sus bolsillo.— Si te soy sincero, no tengo ambas cosas.
Jungwoo sonrió levemente con burla y elevó una ceja. Que descaro, era de ese tipo.
— He oído que tienes un gran estatus social.— La gente siempre dice lo que piensa saber.
— La gente siempre dice lo que ve.
El hombre rió y negó. Miró a Jungwoo con ironía y una sonrisa en su rostro.
—...He oído que tienes gustos desviados y que por eso no asentas cabeza con una dama.— Su ceño se frunció levemente, sus dedos jugaban con su cigarrillo y sus pies se movían impacientes. Él lo estaba mirando. — Para un joven soltero, muy apuesto y millonario es fácil plantearlo. Todas las mujeres te miran mucho.
La mandíbula de Jungwoo se tensó al mismo tiempo que sus cejas, sin despegar su mirada del hombre tomó una bocanada del cigarrillo y la soltó levemente.
— La gente siempre dice lo que ve.
Repitió el hombre y brindó hacia Jungwoo para beber lo último de su copa.Jungwoo volteó su rostro y le dio pequeños golpes a du cigarrillo. La ceniza cayó en la acera.
— Puede ser.— Entonces los rumores son ciertos.
Afirmó con gracia y Jungwoo sonrió pasando su mano por su cabello.— No me importa mientras me guste.
— elevó sus hombros y tomó su labio entre sus dientes, el hombre sonrió.
— ¿Y a ti?
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Nunca tanto como [luwoo]
Fiksi PenggemarRelata los encuentros de dos hombres apasionados por las mismas inclinaciones