Sinopsis
Mi boca sabía a óxido cuando había despertado, mis alas estaban atadas con sogas rojas con un patrón en rombos, mis muñecas estaba en atadas a unas finas cadenas que por el cansancio nisiquiera podía romper, la habitación estaba completame...
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El sabor a óxido inundaba mi boca, abrí los ojos que de algún modo aún estaban pesados por el sueño, pero pude hacerlo, cuando mire a mi alrededor pude notarlo entonces, estaba en un lugar obscuro, apenas podia distinguir lo que estaba en frente de mi, quizá no tan lejos como esperaba, mis manos estaban atadas ensima de mi cabeza con unas finas cadenas y para mí fortuna estaba de cunclillas para descansar.
Que afortunado.
Me había dicho a mi mismo, aunque mis alas estaban dobladas y amarradas no podía moverlas, estaba jodido, mis muñecas dolían como el maldito infierno y si estuviera mirando estaría de acuerdo que estaba escurriendo sangre de ellas, quizá era de ahí donde venía la sangre que estaba en mis labios, tenía una mordaza en mi boca, quizá mi saliva escurría hasta mi cuello.
Trate de escupir el exceso de mi boca, porque sentía que estaba ahogandome, y trate de mover mis alas tanto como pude, pero era inútil, alguien me tenía confinado, a alguien le interesaba saber algo de mi y estaba dispuesto a torturar me, estaba de acuerdo que eso era lo que siempre se hacía en situaciones así, está persona me había puesto en esta situación tan espantosa, pero no importaba quizá era el costo de las mentiras que llevaba conmigo mismo, podría decir que estaba horrorizado, no tenía miedo a la muerte o algo en especial, era un arma que no sentida dolor emocional, o quiza era porque siempre nadie me había enseñado a como debía sentirme en este tipo de situaciones. Moví las cadenas para que apareciera quien me tenía aquí, nisiquiera pude pensar en quien debía ser, pero espere paciente para ver el rostro de esa rata. Tenía a alguien en mente, pero solo necesitaba verlo con mis propios ojos.
La luz de lo que sea que fuera este lugar se encendió, no podía siquiera entender este lugar, pero, no era como lo esperaba. Vi a los alrededores y había cruzes de tortura al más puro estilo de torturas medievales, mis ojos se agrandaron al ver ese lugar, pero no había nada además del deseo de saber que era lo que ocurriría después. Las luces eran de neon en color rojo, esta persona podría ser un completo loco y lo que seguía era morir de la forma más sádica y medieval posible.
El sonido de una botas pesadas se escucharon al fondo y solo podía permitirme esperar a la persona que se sentaría en aquel sillón color escarlata frente a mi. Las pisadas se escuchaban más cerca y una silueta apareció en la puerta dejando la vista la perfección de quién se trataba.
Él apareció en el humbral dando un paso hacia el frente y una sonrisa deshordenada se dibujo en su rostro, solo llevaba unos vaqueros negros y sus botas, estaba desnudo del torso hacia arriba, su cuerpo quemado lucia dañado quizá por la pelea, había marcas de sangre reciente y estaban por su cuerpo, las grapas en su piel brillaban en la tenue luz roja. No dijo ninguna palabra y se sentó a escasos metros de mi en aquel sillón. Me evalúo por segundos y senti como sus ojos recorrían mi cuerpo de forma morbosa.
Mierda
Un fuerte resoplido cansado salió de sus labios y comenzó a hablar.
—¿Te sorprenden que esto haya pasado? —preguntó de forma burlona y continúo — ¿Creiste que los tuyos se preocuparían por alguien con las alas rotas, cuyo quirk y habilidades depende de ellas? —comenzó a reír de forma fuerte y podía sentir el sarcasmo en sus palabras. —No hace falta que digas algo, de todas formas no te dejare excusarte porque odio las palabras de todas formas, no me interesa saber lo que tienes que decir.
