El olor a hospital inundó mis fosas nasales, era la primera vez que sentía el olor a tan característico de una institución de salud cuando en realidad no estaba en una. Para no confundirles demasiado, no estaba en el hospital, a pesar de que aquí olía como uno, estaba en la enorme enfermería de la sede dónde se estaban realizando los juegos. Todo aquí apestaba a toneladas de dinero y a desinfectante, todo se miraba de un lujo tan alto como lo era la clínica en la que había estado internada la abuela, al menos esta vez mi revisión aquí iba a ser gratuita. Tal como Edward me había dicho, no podía pelear a menos de que mi hombro fuera previamente revisado y tuviera el permiso del doctor para poder continuar en la competencia. Así que por esa misma razón me encontraba aquí.
Mi hombro ya no dolía como el infierno que había sufrido la noche anterior, pero seguía teniendo una incomodidad significativa y eso me preocupaba. Después de hablarlo con mi coach, no tuvimos duda alguna de que yo necesitaba asistencia médica. Ahora mismo estaba sentada en una camilla, con una bata con la que seguramente si me levantaba se me vería toda la ropa interior. Estaba esperando al final de mi tortura, porque si, lo que me habían hecho era tortura y lo que faltaba iba a ser lo mejor que me iba a pasar durante todo lo que llevaba del mes.
Iban a inyectarme algo que ayudaría a mi hombro, era la cuarta vez en el año que me ponían este tipo de inyección y eso no era muy normal que digamos. Al final de este evento tendría que ir al hospital para una revisión más a profundidad, mejor dicho, tendrían que hacerme estudios, radiografías y demás cosas, cosas de las que aún no tenía tiempo para pensar y hacer. Si de por si estaba llena de estrés solo por estar aquí, el estrés de saber que tendría que ir al hospital se me iba a acumular con el de los proyectos finales. En pocas palabras, estaba a un paso de graduarme, pero también a uno de quedarme calva si seguía acumulando estrés de esta manera.
Estaba ansiosa, pero irme de aquí cuánto antes. Las inyecciones en general no me daban miedo, pero estas inyecciones solían ponerme los pelos de punta. La sensación de tener la aguja de la jeringuilla hasta casi el hueso era tremendamente terrible, y el ardor que surgia adentro de mi hombro después de que el líquido había sido terminado de inyectar era sumamente molesto. La mejor parte, sin duda, iba a ser dentro de una hora cuando hiciera efecto por completo. El dolor se iría, la incomodidad también y mis llantos por las noches cesarían. Porque para mí mala suerte, esta no era la primera vez que sufría de este tipo de dolor y no era la primera vez por la que lloraba del dolor.
A diferencia de los pacientes normales con lesiones como la mía, yo no tenía una dependencia absoluta por los medicamentos que te ayudaban con el dolor. Al contrario. Yo evitaba tener que tomar las pildoras a toda costa. Prefería hacer los estiramientos que me habían indicado durante los meses que estuve en rehabilitación y con eso la mayoría de veces me daba a basto. No sabía a qué se debía mis últimos dolores, pero podría apostar que tenían mucho que ver con lo pesado que habían comenzado a tornarse mis entrenamientos. Muchas veces los doctores me habían advertido que tenía que ser sumamente cuidadosa con el tipo de entrenamiento que recibía, y siempre lo había sido, pero en los últimos días no tanto. En el chequeo me iban a echar la bronca, y bien merecida, pero mientras esto no terminase en otra cirugía todo iba a ir bien.
En cambio, si terminaba en alguna posible cirugía o algún procedimiento parecido, iba a ser fatal. No quería tener que pasar por otro quirófano, ni por rehabilitación. Ya había tenido bastante con una vez, y fue suficiente con esa experiencia -trauma-. Ya había comenzado a barajar la posibilidad de dejar el boxeo después de este evento, mi hombro no la había estado pasando bien este año, y era hora de darle un descanso. Sin duda, no esperaba que mi retiro del boxeo fuera de esta manera. Salí de la enfermería con una orden muy clara de descanso absoluto a mi hombro, es decir, no podía pelear. Ya me imaginaba la reacción del público al saberlo, pero al final no había nada que yo pudiera hacer al respecto. Y mi coach me lo dejó muy en claro, esto no era mi culpa y no tenía que sentirme mal por ello.
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Under My Umbrella | EdWin
Fanfiction"Ahora que está lloviendo más que nunca. Espero sepas que aún tendremos el uno al otro. Puedes pararte debajo de mi paraguas. Cuando brille el sol, brillaremos juntos." Los personajes de esta historia no son míos, pertenecen a la mangaka Hiromu Arak...