Que el lobo no es tan malo, ni el corderito tan bueno.
Que las apariencias no son lo que parecen.
Que los sentimientos saben disfrazarse muy bien.
Que una persona cualquiera puede poner tu mundo patas arriba si se lo propone.
Que nunca hayas sent...
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"Llámame Jo"
Jou
Pesaba más de lo que aparentaba, y gracias a que mi querido amigo Lucas vive en un quinto sin ascensor podría considerar este esfuerzo como un día entrenando los brazos en el gimnasio.
Entre sudores y quejidos por mi parte y una llamada por parte de Lucas logramos llegar al piso, un piso viejo y pequeño localizado en la zona céntrica de la ciudad. En cuanto pusimos un pie en la planta correspondiente, la puerta que tenía una letra C dorada estaba abierta y se escuchaban pasos de un lado para otro dentro del piso, por lo que casi sin sentir los brazos y poco a poco sintiendo como el peso se hacía mayor, entré seguido de Lucas, y Luís, su hermano, nos indicaba donde dejar a la chica inconsciente. Mientras mi amigo y yo nos dedicábamos a tomar algo para beber su hermano intentaba ayudar a la chica basándose en sus tres años de medicina.
Estaba en la terraza, solo, ya que Lucas y Luís se habían acostado, era lo normal ya que eran las 2 am, pero yo sin embargo no era capaz de conciliar el sueño, por lo que preferí quedarme admirando las vistas de la nocturna ciudad, viendo como la gente entraba y salía de bares y discotecas, mientras Harry Stiles cantaba de fondo llenando el silencio.
Jo
veía su cara una y otra vez, y lo único en lo que podía pensar era en como podría quedarme horas y horas en ese recuerdo, en mi lugar feliz.
Sentí un pinchazo en la sien y segundos después se extendió hacia mi abdomen, siendo ahí donde lo sentía más fuerte, abrí lentamente los ojos y sintiéndome desubicada vi a dos hombres a los pies de mi cama, estaban dormidos, por lo que intentando no hacer ruido salí de aquel cuarto con el brazo derecho justo por encima de la venda que tenía sobre el abdomen y quizá alguna costilla. Mientras me miraba al espejo del pasillo vi como mi pómulo había dejado su habitual color para volverse de un morado amarillento y decidí que era mejor no tocarlo.
Mientras buscaba las llaves de mi moto en el mueble de la entrada una silueta en el balcón llamó mi atención por lo que las llaves pasaron a un segundo plano y me dirigí hacia él.
-Dame las llaves de mi moto
Giró levemente su cabeza, el amanecer chocaba contra su piel produciendo un efecto dorado, mientras que su pelo parecía hecho de cobre, era guapo, muy guapo, pero eso ya lo sabía, y él también.
-Deberías acostarte de nuevo, no pienso cargarte una segunda vez
Volvió a girarse pero esta vez de forma completa y apoyó sus codos en la barandilla, dio un trago del vaso que tenía, tomando un poco de lo que supuse que sería algún tipo de alcohol.
- ¿No crees que es demasiado pronto para emborracharse?
Me ofreció de su vaso y lo tomé sin entender que era lo que quería que hiciese.
