Capítulo 12.Uno, y despues otro, y otro...

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En vez de hacer él la cena, pidió una pizza. Yo casi ni comí, un trozo nada más.

-Voy... arriba- dije, levantándome del sofá

-Vale. Limpio todo esto y subo

Subí lentamente las escaleras y me metí y una habitación, la cual supuse que era la de Dani al ver un enorme cartel en la puerta en el cual ponía Dani y Jesús. Abrí el armario y cogí una camisa blanca. Me desvestí y me la puse, quedando con tan solo la camisa mal abrochada y la ropa interior.

Me acerqué a la ventana y miré tras ella. Aparte un poco la cortina y me apoyé en el cristal. De repente, sin siquiera mirar a la puerta, sentí a Dani entrar en la habitación

-¿Has hecho el trabajo? - pregunté

-Sí

-Enseñamelo, quiero ver como lo has organizado

-Es que está en el piso de abajo

-No seas vago y baja a por él

-No quiero

-Daniel Oviedo Morilla he dicho que...

Me interrumpió cogiendome como a un saco de patatas.

-Muy bien Oviedo, me tienes en tus brazos... ¿Qué piensas hacer ahora?

-Tirarte en la cama y darte duro

-Adelante, si de verdad crees que puedes...

Me bajó y me miró a los ojos con expresión seria

-¿Por qué eres así con migo? ¿Por qué tan borde?

Mierda, esa pregunta. De todo lo que podría decirme ha elegido esa pregunta, esa puta pregunta a la cuál no quiero responder. Pero engo que ser, por primer vez, sincera.

-Miedo- respondí

-¿Miedo? ¿De quién?

-No de quién, si no de qué

-De que tienes miedo

-De... enamorarme

-¿De mí?

-No que va, de mi abuela- dije, irónicamente-. Claro que de tí, bobo

-Pero hay un problema

-Cual

-Que los dos sabemos que ya lo has hecho

-¿Qué? No digas tonterías

-Lia, los dos lo sabemos de sobra

-Constatame un hecho que lo demuestre

-Uhm... a ver qué te parece este

Me puso una mano en la línea de la mandíbula y me besó. Primero los ojos se me abrieron como platos de la sorpresa, y despues se fueron cerrando lentamente.

-¿Te ha quedado claro el hecho?- me dijo, separandose

-No, creo que será mejor que me lo repitas

Me subió la cabeza con un dedo y me besó apasionadamente. Sin que yo hiciese ningún movimiento, movió sus labios provocando que los mios se moviesen al compás de los suyos. Sentí que me derretía.

Me cogió la mano y, sin dejar de besarme, me la colocó en su pierna, justo al lado de su miembro. Por inercia se movió hasta acabar colocada en su miembro, y joder que miembro. Soltó un gemido, lo cual me provocó una carcajada

-Cuidado, que la leyenda despierta- dijo, casi en un susurro

Esa frase me provocó otra carcajada. Él  también se rió, sacando esa jodida pero perfecta sonrisa.

Prohibido {Daniel Oviedo} HOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora