Capítulo 3: El accidente

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Solo me dió tiempo de buscar un suéter y de ponerme zapatos, fuimos lo más rápido posible al hospital, solo escuchaba a mi hermano decir que me apurará y que mi mente daba vueltas mientras me preguntaba ¿que le habrá pasado?

Agarre mi suéter azúl de spiderman, fue lo único que ví y me puse mis zapatos blancos que utilizo para hacer deporte en la escuela y ya tenía un pantalón deportivo que uso la mayoría del tiempo mientras estoy en casa, mi mamá dice que debería usarlo para salir en vez de tenerlo puesto en la casa, pero es que son MUYYY cómodos. Por un momento me quedo pensando en que pulsera ponerme, si la metálica o la de lana.

— ¡Apúrate niño, es una emergencia!

— ¡Ya voy! — me decido por la metálica y salgo corriendo.

Mi hermano abre la puerta y sale corriendo hacía su auto, abre la puerta del edificio y va hacia el estacionamiento para encender el auto. Mientras me ponía la manga de suéter en un brazo y salgo corriendo voy cerrando las puertas que mi hermano deja abiertas, voy a la puerta del edificio poniéndome la otra manga del suéter, ¿porque siempre cuesta ponerse la otra manga después de haber podido ponerte una con facilidad? Son cosas que aún no entiendo, las cosas son tan complicadas.

Mientras voy corriendo hacía la puerta trato de ponerme la otra manga y noto que alguien viene hacia a mi pero ya es tarde, chocamos y los dos caemos como plumas.

— ¡Auuuu! ¿Que no te fijas por dónde vas?

— ¿Y tú porque apareces de repente? — digo mientras acaricio mi frente.

— Pues se supone que esta es la puerta.

— ¿Si? Pues... — no lo puedo creer... ¿Pelo rizado? ¿morena? ¿casi de mi tamaño? Es ella... La nueva vecina, la que hablaba mi hermano, por un momento me quedo sólo viéndola mientras veo como ella lucha por sobarse sus heridas de caída, noto que ella se da cuenta y me mira directo a los ojos.

— ¿Yyy? ¿Pues que? ¿No vas a decir nada? ¿O dirás qué mi frente es grande también?

— No no yo solo...

— ¡José tu padre está muriendo y tu aquí descansando en el piso vámonos! — veo a mi hermano en la puerta en medio de nosotros, su cara de frustración es muy notable.

— Si... Lo siento... — Me levanto y voy a la puerta mientras veo como la niña sigue ahí en el piso, quiero ayudar a levantarla pero mi hermano me jala del brazo y me lleva al auto.

Entro en el asiento del copiloto pero mi hermano me ve y con su cara ya dice un claro y evidente No, así que voy al asiento trasero y hago puchero.

— Cuando estés más grande lo harás. — Enciende el auto y sale del estacionamiento.

— Ya estoy grande, solo que aún me falta tamaño.

— No, no lo estás.

— No entiendo porque piensan que los niños somos molestos y nos prohíben muchas cosas, podemos ser niños, pero no idiotas, los adultos si lo son... — él no dice ninguna palabra y solo me ve por el retrovisor.

— Oye enano ¿cuántos años es que tienes?

— Tengo 6, deberías saberlo soy tu hermano.

— Eres muy inteligente para tener 6.

— Lo dices para que no me sienta mal.

— No, lo digo enserio, piensas tantas cosas, y tienes razón los adultos cometemos más errores que un niño, lo que tú rompes un jarrón o algún retrato familiar, nosotros los adultos cometemos errores el doble de peores.

Lo cerca entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora