Pedir perdón.

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A la mañana siguiente Gabi despertó antes de que sonase el despertador. Los rayos de sol entraban por su ventana obligándole a despertar. Se incorporó y se rascó un ojos bostezando. Se levantó de la cama, fue al baño y se lavó la cara. Volvió a su habitación y se puso el uniforme. Se sentía descansado y de mejor humor. Hoy debía hacer varias cosas y entre ellas estaba pedirle perdón a Aitor y una disculpa a Riccardo, hablar con él de su actitud, además de hablar al entrenador de que levantase la sanción al defensa 15. Con todo en la cabeza bajó a la cocina y allí vio el desayuno junto a una nota de su madre. Se había ido corriendo al trabajo. Suspiró sabiendo que su madre estaba temerosa de los despidos que estaba habiendo en su empresa. Se había planteado varias veces buscar un trabajo parcial, pero eso le quitaría tiempo de los entrenamientos. Suspiró y desayunó tranquilo. Cogió lo que sería su almuerzo y salió de casa.

Como se imaginó Riccardo no había ido a buscarle a su casa esa mañana. Con su "discusión de ayer ya había tenido muy pocas esperanzas. Suspiró y empezó a caminar. Desconocía como sería ese día, pero, por un lado, estaba avergonzado de su carácter de ayer. Había exagerado un poco. Según iba caminando por la calle dirección al instituto, un coche pasó a su lado. Iba en sus pensamientos y no se dio cuenta de quién era el coche. Se detuvo a su lado y la puerta se abrió. Gabi escuchó el golpe de la puerta y al girar la cabeza se sorprendió de ver a Riccardo allí.

—R-Riccardo.—dijo.

—Buenos días Gabi.—saludó Riccardo.

Por un momento Gabi se sintió aliviado. Le había llamado por su diminutivo, no por su nombre completo. Riccardo se posicionó a su lado y esperó a que empezase a caminar. Gabi iba callado, sin saber que decir. Quería hablar con él, disculparse por las palabras tan crueles que le había dicho el día anterior. Desgraciadamente no sabía como iniciar dicha conversación. Ambos caminaron girando la esquina llegando a una de las calles principales de la ciudad. Gabi se apartaba del camino de algunas personas que iban más pendientes de su teléfono que estar atentos a su entorno. Llegaron al metro y allí esperaron al tren. Gabi miraba de reojo a Riccardo y cuando él le devolvía la mirada, la apartaba.

—Gabi, creo que tenemos que hablar.—dijo el capitán del Raimon.

Gabi se tensó un poco y miró hacia otro lado. Riccardo siguió observando a su mejor amigo esperando una respuesta.

—Sí...—respondió Gabi.—Pero ahora no es el momento.

—¿Por qué no?—preguntó Riccardo. Gaby suspiró y se atrevió a mirar a su amigo a los ojos.

—Porque no estoy preparado.—dijo Gabi.

Riccardo se quedó callado. ¿Y cuándo era ese dichoso momento? Odiaba estar peleado con Gabi, le dolía mucho; pero la testarudez del defensa no tenía límites.

—No hablarás en serio, ¿verdad?—el tono de Riccardo sonó irónico.

Gabi tragó un poco de saliva. Notaba el ceño fruncido de Riccardo y eso le hacía saber que se estaba molestando de nuevo. Tomó aire y lo soltó.

—Lo siento Riccardo, es todo lo que puedo decirte ahora mismo. Sí quieres una explicación te la daré en su momento.—dijo como respuesta.

—¿Qué estas ocultando Gabi?—preguntó el capitán ahora con un tono preocupado.—Nunca me ocultas nada. Desde hace una semana estás muy extraño. ¿Qué ronda tu cabeza?

—Muchas cosas Riccardo, por eso no puedo responderte, tengo que aclarar mis ideas.—dijo Gabi.

Riccardo no estaba de acuerdo con esa decisión, pero sí estaba muy preocupado por Gabi. Tal vez el defensa había disimulado, pero a sus ojos había cambiado y estaba sufriendo. Pero, aún queriendo sacarle la verdad, debía respetar su decisión por mucho que le costase. Se resignó y suspiró aceptando. Recibió una sonrisa por parte de su amigo. En ese instante llegó el tren.

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