⚪Parte única⚪

824 109 39
                                    


Kenma se sentía devastado.

Había descubierto que su pareja le estaba engañando y observó con repulsión aquella imagen que jamás imaginó que tendría que ver: a Kuroo besando a Tsukishima.

Recordaba con detalle cómo su novio acorralaba al de lentes contra la pared, besándolo y tocándolo por debajo de la camisa.

Lo había visto actuar raro pero Kuroo ya era algo raro de por si. No sospechó nada hasta hace unos días atrás en los que pasaba mucho tiempo con Tsukishima.

No lograba comprender porque Kuroo había olvidado todos los años que habían pasado juntos, todos los buenos momentos que compartieron.

Ahora se encontraba detrás del gimnasio llorando desconsoladamente. Había huido del lugar antes de que Kuroo se diera cuenta de que estaba ahí.

Él amaba mucho al de cabello azabache y encontrarlo en esa situación lo destrozó por dentro. Si ya no quería estar con él debió de habérselo dicho y así se ahorraba las enormes ganas que tenía de golpearlo.

Ya no sabía si debía volver o quedarse un poco más.

De repente escuchó unos pasos aproximarse. No quería hablar con nadie en ese momento y tampoco quería que lo vieran en ese estado. Rápidamente se secó las lágrimas para disimular, y ya iba a regresar cuando escuchó unos sollozos. Ralentizó su caminar y al voltear la esquina lo vió:

Vió a cierto pecoso que siempre estaba a lado de Tsukishima caminando a paso acelerado en su dirección, él también estaba llorando, y fue en ese momento que lo entendió, las palabras no fueron necesarias para saber que la causa de su llanto era la misma que la suya, ya que previamente había escuchado al pecoso buscar al de lentes.

Cuando Yamaguchi se acercó un poco más se percató de la presencia de Kenma y notó que sus ojos estaban rojos de tanto llorar. Ambos hicieron contacto visual y se quedaron en silencio por unos pocos segundos que para ellos fueron eternos. Aun cuando nunca habían interactuado, no fue un silencio incómodo.

Kenma lo miraba fijo, centrándose en los detalles de su rostro, especialmente en sus pecas.

El peliverde se limpiaba las lágrimas que caían por sus mejillas mientras trataba de calmar su respiración agitada, no quería verse tan deplorable frente a alguien; pero al rubio no le importaba ya que comprendía la situación, y entendía bien cómo se debe sentir.

Ambos querían decir algo pero ninguno sabía que, así que sólo siguieron su camino. Kenma hablaría con Kuroo después y escucharía todo lo que le tenga que decir.

Al día siguiente Kenma no podía mirar a Kuroo, tampoco podía concentrarse por lo que cometió varios errores. El entrenador al notarlo, le dijo que se quedara en la banca. El teñido no se quejó, no es como si tuviera tantas ganas de entrenar de cualquier modo. Sacó su consola y se puso a jugar, ignorando todo a su alrededor; pero aunque no quisiera, su cerebro seguía reproduciendo aquella escena del día anterior.

Debido a ello perdió su juego y decidió observar a los que seguían entrenando para distraerse. Su mirada se dirigió a los de Karasuno y primero miró a Hinata: el pelinaranja corría y saltaba por todas partes, él era muy hiperactivo y le gustaba hacer amigos, completamente lo opuesto a él, aun no entiende como terminaron siendo amigos. Luego se fijó en Kageyama, aunque su cara daba miedo debía admitir que tenía un gran talento para el voleibol.

Con tantas personas moviéndose su mirada se encontró con Yamaguchi. La primera vez que lo vió pensó en él como si fuera la sombra de Tsukishima, porque siempre iba detrás de él. Al principio no le dió importancia, era sólo uno más del montón, pero al verlo llorar de esa manera le provocó un sentimiento que no entendía bien, y ahora no podía apartar la mirada del chico de las pecas.

《Yamaken》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora