«Intrigante...»
...Un año después...
La luz entraba por el gran ventanal de la habitación. Dando justo en sus ojos. Se removió en la cama, cubriendo su cabeza con las sabanas. Sin abrir aun sus ojos, saco un brazo e intento localizar su teléfono. Al no lograr encontrarlo se movió un poco más, cayendo escandalosamente al suelo. El piso era de madera, pero aun así el cambio de temperatura le afecto. Era frio como la cerámica.
Tanteo su cabeza, aturdido, abriendo sus ojos lentamente, acostumbrándose a la luz.
Se levanto lentamente, sobando su espalda baja. Pudo ver las cortinas del ventanal central abiertas. Seguramente su madre las había abierto cuando se levantó. Camino hacia este, recargándose en el ventanal y observando el panorama. Pájaros volaban por ahí, libres y alegres, cantando. Sonrió. Esa era una de las ventajas de vivir fuera de la ciudad, disfrutabas del paisaje y no de los autos y la contaminación provocada por algunas industrias.
Se alejo y busco el dichoso teléfono. Lo encontró sobre la mesilla de noche, justo al lado de su cama. Suspiro. Era algo normal en su rutina, pero aun no lograba acostumbrarse. Prendió su teléfono y miro la hora, 6:05. Volvió a apagarlo y se dejo caer como peso muerto sobre la cama. Era sábado no tenía nada que hacer así que ¿Por qué no dormir un rato más?
Enterró su cara en la almohada, dispuesto a dormir hasta aburrirse.
—¡Calvooo!! ¡¡Despierta puerco!!
Pudo escuchar un grito casi ensordecedor desde afuera de su habitación. Oh, se había olvidado de él. Raúl Álvarez, alias Auron, su hermano adoptivo. Un chico de cabello castaño oscuro, con algunos piercings adornando su ser. Un hombre capaz de enamorar a cualquiera con la mirada.
Un...dolor de cabeza, Su dolor de cabeza diario.
Resoplo y se levantó con pesadez de la cama. Otra cosa normal en su rutina. Bostezo, estirando un poco su cuerpo. Camino a paso lento hacia el armario y saco lo primero que encontró. Unos jeans negros ajustados junto con una sudadera blanca. Removió un poco su cabello y camino hasta la puerta, al abrirla se encontró con una apenada sonrisa y unos ojos llenos de compresión.
—Disculpa a tu hermano, ya sabes cómo es— él le dio una sonrisa cansada, mientras ella poso su mano sobre su mejilla, acariciándola. —¿Cómo has dormido, cariño? Luces fatal.
—Auron me ah petado los oídos, pero aun así estoy relativamente bien— Le respondió mientras caminaba junto a ella, rumbo a la cocina.
Caminaron a paso lento. Conversando y hablando sobre temas triviales, riendo y recordando.
Tocaron muchos recuerdos y anécdotas, que el recordaba perfectamente. Sus padres aún se reían de la vez que Rubén se comió la última galleta que su madre había preparado, sabiendo que Auron la quería. Auron había sido exageradamente dramático esa vez, tanto que dejo de hablarle durante una semana, pero claro ¿Qué se puede esperar de un niño de 8 años que adoraba las galletitas?
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Ƙαямα σя Rєνєηgє // ᴿᵘᵇᵉᵍᵉᵗᵗᵃ
RomanceLos De Luque arruinaron su vida, acabaron con sus padres, acabaron con su vida. Ahora él vuelve dispuesto a recuperar todo lo que ellos le quitaron. Su turno había llegado, él sería su perdición. Aunque tal vez, esta vez las cartas no estén a su fav...