Los De Luque arruinaron su vida, acabaron con sus padres, acabaron con su vida. Ahora él vuelve dispuesto a recuperar todo lo que ellos le quitaron. Su turno había llegado, él sería su perdición. Aunque tal vez, esta vez las cartas no estén a su fav...
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La luz de la luna entraba por las ventanas de la habitación. Solo había silencio, un silencio incluso abrumador. Embriagante y absorbente, capaz de hacerte vagar en tus recuerdos, escarbar en lo más profundo de tu mente, hasta encontrarlo...eso, lo más doloroso por lo que has pasado en tu vida. Para recordártelo una y otra vez...
"Las heridas permanecen. Con el tiempo, la mente, para preservar la cordura, las cubre con tejido de cicatriz, y el dolor disminuye, pero nunca se va..."
Despertó sudando. Lagrimas caían por sus mejillas. Su respiración era lenta y entre cortada. Movió las sabanas, alejándolas de su cuerpo. Respiro. O al menos lo intento.
Llevo una de sus manos a su cabeza, pasándola ligeramente por su cabello. Se removió en su cama y abrazo sus piernas. Simplemente dejo que aquellas lagrimas resbalaran por sus mejillas, sin intensión de detenerlas cerro fuertemente sus ojos. Suspiro.
Los recuerdos de esa noche le atormentaban...
Su madre, su padre, su hermana...
La vida que él tenía antes del accidente...
Todo eso, se le había devuelto. Su corazón comenzó a estrujarse, dolía, pero no era un dolor físico era un dolor sentimental. Había estado tomando terapia para superar la muerte de su familia. Pero los acontecimientos de esa fatídica noche no parecían querer dejarlo ir. Sentía culpa, pero no era suya en lo absoluto. Se lo habían explicado su psicólogo, su actual familia, sus amigos.
Alguna vez dejo que la culpa le invadiera a tal punto de atentar contra su vida en reiteradas ocasiones. Sin embargo, eso ya había acabado y no iba a dejar que la tristeza y culpa lo consuman de nuevo.
Se levanto, procurando no hacer ruido. Lo que menos quería era molestar a los demás habitantes de la casa. Se acercó a la ventana y se sentó cerca del marco. Recargando su cabeza en esta. Sonrió observando la luna y cerro sus ojos.
...
La carretera estaba despejada, no era muy raro que a estas horas de la noche esta estuviese vacía, pues las personas no solían salir muy tarde y menos en automóvil. Esta se encontraba mal iluminada, por lo que el camino era difícil de ver.
La madre acariciaba suavemente la mejilla de su hija, mientras esta reía suavemente. Amaba a su familia y no le molestaba demostrarlo. Su esposo miraba el camino atento, no arriesgaría a su familia. Además, aquella carretera no se veía muy segura. La mala iluminación sin duda era un problema.
Pasaron unos minutos y la pequeña ya se encontraba dormida profundamente en el asiento trasero. Tapada por unas cuantas cobijas y una pequeña almohada que se encontraba bajo su cabeza.