𝘾𝙖𝙥 8: 𝙀𝙭𝙩𝙖𝙨𝙞𝙨

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Arrastró sus pies por las tierras desoladas del infierno. Un rastro de sangre fue marcado a cada paso que daba, las gotas se derramaban desde la hendidura de su cuenca ocular hasta desplazarse por su barbilla y caer en forma de chorros irregulares por el piso. Las gotas oscuras manchaban el pavimento de una ciudad en la que cada habitante cargaba con su propia mierda como para preocuparse o fijarse en un ajeno.

Vagatha, temblorosa e inestable, trató de cubrir con sus dedos su cuenca sangrante y su ojo destrozado. El que aún mantenía sano estaba inundado en lágrimas y sumamente nublado por el dolor y la pena. Estaba a punto de quedarse ciega a su parecer, no hacía más que perder la vista del único globo ocular que estaba sano durante breves lapsos de tiempo.

Así la recibió el infierno, un lugar que la abrazó con hostilidad y violencia desde el primer minuto.

Su cabello grisaseo estaba manchado con grandes porciones de sangre y sus ropas igual. Y su caminar irregular y quebradizo apenas y era constante, temblaba al borde de desmayarse por la propia debilidad de su cuerpo herido. A nadie le importaba, nadie la miró o se fijó en ella y todos pasaron a su lado sin decir nada. Era una escena poco anormal en el infierno y los débiles eran carne fácil para los más fuertes.

Con un rostro adolorido, sucia y en agonía, Vagatha cayó de rodillas al suelo... Las gotas de sudor se resbalaron por su frente y se mezclaron con la sangre. Aún cubriendo su cuenca, la cual era víctima de una hemorragia constante, trató de retomar algo de fuerzas porque no quería que la vieran indefensa. Era inútil. Era absurdo y era un caso perdido. Pero en su testaruda mente, todavía quería pelear para que no la vieran como a alguien fácil de romper.

Estuvo a punto de derrumbarse contra el asfalto, desangrarse de forma miserable, perder el conocimiento y volverse presa de cualquiera que quisiera tomarla. Pero unos brazos la acogieron.

Unos brazos amables la abrazaron un segundo antes de que se desmayara contra el duro suelo. La demonio se arrodilló ante Vagatha y la capturó entre sus brazos antes de desfallecer, quedó a su altura y la apegó a su pecho con un semblante preocupado y muy angustiado. Alguien había herido a un ángel...

Y Vagatha había perdido el conocimiento, no pudo sentir las manos gentiles de Charlotte contra la piel de su rostro. La mujer la acomodó entre sus brazos, deslizó su pulgar por una de sus mejillas ensangrentadas y corrió los largos mechones de cabello gris de su rostro. Apreció su belleza, Charlie la mantuvo protegida y parpadeó ingenua al entender que no era un ángel propiamente. Solo se preocupó por su seguridad, por lo descuidada y herida que estaba. Un alma que había descendido, un alma joven.

Perdió su ojo al bajar, pero se veía como si aquel rasgo fuera parte de toda la perfección que conformaba su hermosura como mujer.

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Cuando Vagatha despertó, se encontró cubierta por sábanas costosas de una seda muy fina y delicada.

Estaba desnuda.

Su rostro fue vendado con cautela y no había rastros de sangre sobre la piel de su cuerpo. Lejos de alborotarse, comenzó a revisar y palparse a si misma. Sus pechos, sus zonas sensibles, quería saber si había rastro de abuso sexual. Pero nada dolía, no había marcas y tampoco sentía la extraña nebulosa en su cabeza que podría indicar que fue drogada para olvidar todo.

Estaba confundida, se sintió asustada al observar su alrededor y al apreciar los lujos de esa habitación. Nunca había estado en un lugar así, ni siquiera cuando estaba viva. Grandes arañas de plata y oro que iluminaban el cuarto de forma tenue y rojiza, alfombras de terciopelo y muebles gigantescos forrados en telas costosas y brillantes. En algún momento, el rey de esas tierras o alguna clase de emperador la había secuestrado para tenerla y aprovechó su debilidad.

Di mi nombre: Éxtasis # ChaggieDayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora