-¿Ya estas lista, Lily? - me preguntó mi madre desde la puerta de mi habitación cuando yo estaba cerrando mi maleta.
-Ojalá nunca lo estuviera – dije de mala gana, odiaba ir al campo. Siempre había mosquitos, y barro. Odiaba todo eso desde siempre – Ya estoy bastante grande como para quedarme aquí mientras ustedes van al campo mamá, ya tengo diecisiete.
-No, Lily. Aún no eres lo suficientemente grande como para estar en esta casa sola por dos semanas enteras – Ugh como odiaba las vacaciones. Digo…no las vacaciones, sino la forma en que a mi madre le gustaba pasarlas – Vamos, al auto. Ahora – dijo al ver que no me movía, tomé mi maleta enfurruñada cual niña de cinco años y salí de casa cerrando de un portazo.
Aunque se que he reclamado todo el tiempo, no vamos desde que tengo seis. Hacer morritos y patalear me había servido hasta este año, en el que tenía mas planes y fiestas para esta temporada, pero mamá ‘’extraña’’ a Nanny (quien cuida de la casa) y extraña el aire puro, que ella dice que tiene el campo.
-Vamos Lily, no será tan malo. Verás a Scott después de once años, ¿No te parece eso emocionante? – dijo dandose vuelta desde el asiento del copilot para mirarme. Le heche una mirada asesina, me puse los audífonos y abrí mi libro.
Ver a Scott no haría nada mas agradable, era el típico chico de campo que creía que porque yo estuviera ahí podría lanzarme barro y mancharme entera, y luego decirle a mamá y papá que me la pasaba haciendo travesuras. Ojala ya lo hubiera pisado un caballo.
No me dí cuenta en que momento me dormí, pero papá me desperté cuando ya estabamos fuera de nuestra grande y acogedora casa de campo.
-Vamos nena, ya llegamos – dijo tirando de un mechón de mi cabello castaño con californiano – Baja tus cosas.
Estar en el campo no iba a ser tan malo después de todo, la casa tenía señal al menos, pero el único lugar donde se podía conseguir internet era junto al campo de las vacas. Asqueroso.
Cuando salí para enviar un mensaje por whatsapp a mi mejor amiga Annie choque con un chico. Me sorprendio que en el campo hubieran chicos tan buenos. El chico era tipo metro ochenta, pelo castaño claro y brillantes ojos verde-azul, y para mejorarlo aún mas llevaba una camisa a cuadros abierta para mostrar sus muy ejercitados abdominals y unos gastados jeans a la cadera. Debo haberme quedado babeando, porque me dio un golpesito en el hombro.
-Tú debes ser Lily, espero que te acuerdes de mi. Soy Scott, tu vecino – esto no podía ser cierto, el abominable orangutan que tuve como vecino de campo por seis años del comienzo de mi vida se había convertido en un perfecto chico tumblr de campo.
-No podría olvidarte aunque quisiera – dije fulminandolo con la mirada, para ocultar lo impresionada que estaba – eres un maldito canalla. Ahora si me lo permites iré a buscar internet – se hizo a un lado e hizo un varonil gesto para dejarme pasar con una sonrisa en el rostro y yo seguí mi camino.
- Por cierto, tus ojos son cada vez mas lindos.Muy azules. – dijo levantando un pulgar haciendome sonrojar.
Caminé hasta la roca, donde el internet era un mito y mamá me lo hbía dicho para convencerme de venir.Llamé a Annie.
-¿Como es que tienes siquiera señal en ese infierno? – me preguntó Annie, que probablemente balanceaba el telefono entre su oído y su hombro mientras limaba sus perfectas uñas.
-Eso da igual – dije a Annie – es que no sabes lo que ha pasado. ¿Recuerdas a Scott? El campesino que me molestaba del que te conté – me contest con un ‘’mm hmm’’ – Bien, es que no sabes lo mucho que ha cambiado. Esta buenísimo… - luego de eso le dije todas las cosas que habían cambiado, tales como su ahora hermoso fisico – Pero eso no quita mi rencor hacia el, sigue siendo un imbésil.
Sentí unos toquecitos en mi hombro y me di vuelta para decirle a mamá que se fuera, pero no…Era Scott, algo sonrojado y sonriendo con arrogancia. Ojalá solo hubiera escuchado la parte en que decía que era un imbécil. Pero por su sonrisa, no creo que sea así.
-Ven Lily, te ayudaré a llevar el resto de tus cosas adentro – dijo señalando las tres maletas que aún estaban fuera – y quizá en el camino puedas contarme de ese tal Scott – enojadísima caminé pisando fuerte hasta la casa y dejando a un Scott arrogante y sonriente tras de mi.