Su desarrollado instinto de supervivencia lo hizo despertar de golpe al oír como alguien tocaba la puerta insistentemente. También sus alas se habían puesto en una postura defensiva, con las pequeñas garras por delante y cubriéndolo como si de un escudo se trataran. Esperó unos segundos antes de hacer caso al golpeteo en su puerta, el cual se volvía cada vez mas fuerte y constante. Eso quería decir que no era una criatura hostil y que podía relajarse.
Se levantó de la cama, posando los pies en el frío suelo de madera en lo que buscaba sus pantuflas. Una vez las encontró se puso de pie y salió de su cuarto, armado de una lámpara que acababa de encender con unos cerillos que guardaba en su cajón. Pudo distinguir una silueta desconocida en la ventana, pero todo estaba tan oscuro que no pudo ver quien era cuando salió corriendo al ver la luz dentro de la casa. Extraño.
Entonces algo más llamó su atención: un gato maullando justo enfrente de su puerta. Okey, eso no es tan extraño como lo anterior. Después de todo vive en un pueblo donde hay gatos, perros y toda clase de mascotas por doquier. Aun así, cabía la posibilidad de que fuera algún animal callejero y hambriento.
Ah, no podía resistirse a dejarlo sin comer.
Con movimientos veloces y en cuestión de un parpadeo, Philza ya tenía en sus manos un plato de pescado fresco, encaminándose de vuelta a la entrada mientras decía "ya voy, ya voy", sabiendo que el animal de seguro no lo oiría, pero no le quitaba lo divertido al momento.
Abrió la puerta...
Y de inmediato dejó caer el plato al suelo, rompiéndose e importándole un comino que el pescado se echara a perder al tocar el suelo.
Lo que había ante la mirada azul atónita del adulto no era un gato callejero. Era un o una BEBÉ. Y no uno cualquiera, no. Uno recién nacido. Estaba envuelto en sucias mantas blancas, las cuales se habían manchado por la sangre que aun cubría el cuerpo de la criaturita, quien no paraba de llorar.
Por unos segundos no tuvo idea de como reaccionar. Solo se quedó estático, parado en medio del umbral, sujetando apenas su lámpara con los dedos de la mano izquierda. Sus labios entreabiertos y sus ojos como platos, así como la repentina palidez de su piel, indicaban que era una sorpresa ni esperada ni muy grata.
O sea, ¿QUIÉN DIABLOS DEJA A UN RECIÉN NACIDO EN LA PUERTA DE ALGÚN LUGAREÑO AL AZAR?
El agudo llanto del bebé terminó por regresarlo a la realidad, haciendo por fin algo. Primero miró a los lados, esperando encontrarse con algún alma humana que pudiera ayudarle u orientarle en esa situación. Al no haber moros en la costa se agachó, dejando el asa de la lámpara entre sus dientes, y cargó con sumo cuidado al bebé, sin importarle que su bata de dormir se manchara de sangre y fluidos. A cualquiera le habría parecido asqueroso, pero él había experimentado cosas infinitamente peores. Pero eso sí: no paraba de temblar y sentía que en cualquier momento se desmayaría de los nervios y miedo de lastimarlo.
Lo primero que hizo luego de despojarse de su bata arruinada y tirarla a la chimenea fue bañarle, descubriendo que era un varón de cabellos cafés y labios rosados.
El pequeño, por su parte, apenas sintió los brazos de alguien rodeándolo, pensó de inmediato que se trataba de su padre o madre, por lo que se acurrucó y se quedó dormido como si nada, sobrellevando de esta manera el baño y la revisión del rubio. Quería comprobar que estuviera sano. Lo estaba, a lo que gruñó frunciendo el ceño y entrecerrando los ojos.
—Te abandonaron, ¿eh?—. Murmuró mas para sí que para el bebé. —Maldito sea el que te abandonó—. Lo había envuelto en una de sus camisas, y ahora veía como dormía tranquilo en sus brazos, aferrándose a la tela con sus minúsculos deditos.
Philza suspiró y sonrió levemente sin darse cuenta. Era adorable, y parecía que le gustaba dormir. "Una gran forma de empezar su vida", pensó, pegando el cuerpecito a su pecho desnudo de forma protectora, reforzando el gesto con sus alas en una clase de abrazo-cúpula. Ya le caía bien.
Se le quedó viendo por un largo rato, algo embobado por lo tierno que le parecía. Se había metido el dedo pulgar a la boca, y era apenas lo suficientemente grande para alcanzar el tamaño de las dos manos del oji azul juntas. Eso por un momento lo asustó. ¿Y si lo habían abandonado porque era muy pequeño? ¿O porque sabían que iba a morir? Tal vez estaba enfermo, o cosa por el estilo... pero se veía saludable... no, no era eso. Probablemente lo dejaron ahí porque no le podían mantener.
Para cuando se dio cuenta ya estaba dando vueltas por la sala y el comedor, mirando con atención al bebé, analizándolo esta vez con ojo crítico. Su respiración se sentía normal al dormir. ¡Bien! También supo que no tenía hambre. Tal vez lo habían alcanzado a alimentar antes de dejarlo ahí, cosa que agradecía, porque hacía semanas que no iba a ordeñar vacas. No tenía leche por si el pequeño despertaba hambriento.
Y así empezó a divagar entre sus distintas opciones. No tenía ni puta idea de cómo cuidar a un niño, ahora que se paraba a pensarlo. Nunca estuvo en sus planes el ser padre, y menos a la corta edad de 15 años (por dios, aún le salían gallos al hablar), y por desgracia, tampoco había un orfanato en ese pueblo. Las familias eran muy unidas, y rara vez los tutores o padres fallecian. Lo sabía luego de medio año viviendo ahí.
Hizo una mueca y miró por la ventana, notando como todo seguía oscuro. Debían ser por lo menos las 3 de la madrugada, más o menos, y el sueño que se le había espantado unos minutos atrás había regresado de golpe luego de observar al niño dormir. Estaba cansado, y mañana sería día laboral. Iría a cosechar el campo de trigo, igual que todos los jóvenes de la aldea.
Frotó sus ojos con sus nudillos y se encaminó directo a su habitación, donde se quitó las pantuflas, se puso una bata limpia y se acostó con el recién nacido sobre su pecho, abrazándolo aún con suavidad.
—Shhhh. Tranquilo. Estoy aquí—. Le susurró somnoliento cuando lo escuchó quejarse por el movimiento, acariciando con su dedo índice la cabecita del bebé. Este, al percibir el mimo, volvió a calmarse.
Quería dormir unas horas más antes de que dieran las 5, el sol empezará a salir y tuviera que irse a trabajar... se iría... dejaría solo al bebé por horas...
Meh, ya se encargaría temprano de tratar ese problema.
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Tranquilo. Estoy aquí. | CANCELADA
FanfictionAdvertencia: está historia contiene descripciones explícitas de sangre, monstruos y violencia. Si no te gusta este contenido o eres menor de 13 años te recomiendo que te vayas sin dejar hate. De lo contrario, espero que lo disfrutes. _______________...