Capítulo 3

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Entre Odios y Amores

Por Marce-chan


Capítulo 3

Sougo no la tuvo fácil atravesando el pueblo de Bushuu para llegar hasta su antigua casa que quedaba casi al pie de las montañas, pero conocía tan bien el lugar que había podido escabullirse sin ser notado, incluso había dejado una nota en el consultorio del médico de la familia, el que había tratado a Mitsuba desde que comenzaron sus dolencias, en la nota le pedía que pasara por su casa a la brevedad y con el mayor secreto posible. Su casa llevaba varios años de abandono, desde que Mitsuba había fallecido a Sougo le resultaba muy difícil ir a ese lugar, sólo había regresado algunos días después de su entierro a pasar su luto, pero desde entonces había decidido que ya no había razón para volver, por lo cual, aunque seguía siendo su propiedad, había terminado abandonada. Se sorprendió al ver que su casa estaba limpia y bastante bien conservada, pero era notable que llevaba mucho tiempo deshabitada, entró y cerró todas las puertas y ventanas, pudo encontrar un futón viejo y empolvado pero aceptable para que Kagura pudiera descansar en él. Lo llevó al salón principal y lo puso como pudo, metiendo a Kagura en él y dejando sus heridas al aire para evitar más infección, antes de darse cuenta ya se había acostado en el suelo a su lado, estar en su casa le brindaba una sensación de protección que le permitía bajar la guardia, el cansancio finalmente lo venció y se quedó dormido al instante.

Kagura despertó, el episodio de dolor agudo que sufrió cuando Sougo le limpió las heridas había sido tal que se había desmayado y se sentía muy cansada, pero las heridas se sentían mejor y sentía que podía moverse más, fue entonces cuando se dio cuenta que ya no estaba al aire libre, olía a madera y ya no sentía frío, miró el futón que la cobijaba y recorrió con la mirada el salón donde estaba, aunque muy tradicional y notablemente antiguo, era muy bonito, se sentía un fuerte aire familiar, le recordaba a su hogar, cuando su madre vivía y Kamui y su padre aún se llevaban bien.

-¿Dónde estoy?-murmuró para sí.

Se giró como pudo hacia su lado derecho para encontrarse con Sougo profundamente dormido, las esposas hacían que estuvieran inusualmente cerca el uno del otro, Kagura lo observó atentamente, su cara denotaba el cansancio que sentía, tenía ojeras y estaba muy pálido.

-Oye...-susurró pellizcándole la mejilla-Despierta...

Sougo ni siquiera se inmutó. Kagura le jaló el cabello, las orejas, le picó la nariz pero no hubo respuesta, estaba casi inconsciente, los jalones y pellizcos de Kagura fueron transformándose en caricias sin que ella se diera cuenta, le recorrió la cara con las yemas de los dedos y acarició su mejilla, él siempre había representado una gran molestia para ella, siempre la irritaba y la humillaba, pero en algún momento sus interacciones, por molestas que fueran, se habían vuelto necesarias e incluso divertidas; siendo una Yato no le resultaba sencillo que alguien aceptara su carácter o su fuerza, mucho menos que la considerara un rival directo, Sougo no había hecho sólo eso, también la había protegido directa e indirectamente, la había buscado cuando necesitaba apoyo o consejo, incluso se había despedido antes de ser exiliado con el Shinsengumi, se sobresaltó al comprender algo en ese momento y se sobresaltó aún más cuando se dio cuenta que Sougo había despertado y la miraba fijamente, no pudo evitar que su cuerpo se paralizara y eso implicó que su mano quedara en su mejilla, Sougo no dijo nada, sólo la miró y se quedaron así un largo rato.

-¿Tus ojos...?-titubeó Sougo quitándole el cabello de los ojos y dejando su mano también en la mejilla de ella-¿Siempre fueron así de azules?

Kagura se sobresaltó, se sonrojó y desvió la mirada, fue cuando Sougo se dio cuenta de la situación en la que estaban, se sonrojó al límite, pero tampoco pudo moverse, cuando Kagura desvió la mirada se percató de algo.

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