Día 1

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- ¡¿Cómo?!- exclamó Volkov, haciendo que tanto Horacio como Michelle saltaran en sus asientos por el repentino grito.

- Si no acepta estas vacaciones pagas por las buenas, tendré que ordenarle a que lo haga, agente- le dijo Evans, levantándose de su asiento y cruzándose de brazos-. Sabe que no los dejaré solos aquí. No me voy a arriesgar a perder a nadie más- le recordó, mirándolo directamente a los ojos-. Además, el clima cálido y seco te hará muy bien. Los doctores te lo recomendaron- agregó la pelirroja.

Habían pasado poco más de un año desde la explosión en la iglesia. Este atentado había acabado con la vida de Conway (muerto, no por el fuego o la explosión en sí, sino por la herida provocada por el machete que empuñaba su hijo), y dejado semanas internados a Horacio y Gustabo.

En paralelo, y con el consentimiento de Evans, los mejores cirujanos del país realizaron un trasplante múltiple a Volkov. Había sido una operación de altísimo riesgo, pero Michelle prefirió arriesgarse a ver cómo su agente pasaba el resto de sus días dependiendo de un respirador. Por suerte, el ruso aún se aferraba a la vida y pudo sortear todas las complicaciones. La recuperación física fue muy lenta y dolorosa, pero en lo que se refería a lo emocional... Muchos dudaban de que Volkov fuera a mejorar.

Por otra parte, Horacio había sufrido graves quemaduras en todo su costado izquierdo, siendo las más complicadas de tratar las de su brazo, cuello y cabeza. Tras semanas de estar vendado y bajo los efectos de calmantes, finalmente le dieron el alta. Sin embargo, el alta de Gustabo tardó mucho más en llegar, puesto que sus quemaduras iban desde la nuca hasta los pies. El equipo médico consideró que había sido un milagro que sus heridas no presentaran mayores complicaciones.

En cuanto Gustabo fue dado de alta en el hospital, Evans sugirió ingresarlo al mejor centro neuropsiquiátrico del país, puesto que no sólo debían tratar su TID, sino que ahora también había entrado en un estado catatónico que parecía no responder a ningún fármaco administrado. Sin embargo, Horacio se negó a que lo sacaran de la isla, por lo que a Michelle no le quedó más opción que internar a Gustabo en el único centro de Los Santos. Al de cresta no importaba todo lo que hubiera hecho, ni siquiera importaba que él aún no pudiera perdonarlo, seguía siendo su hermano. No iba a permitir que se lo arrebataran de esa forma.

- ¿Entonces es una orden?- preguntó, tras largos segundos de tenso silencio, Volkov.

- Es una orden. Para los dos- les dijo Evans, señalando tanto al comisario como a Horacio.

- Diez cuatro- asintió el de cresta, a regañadientes. No es que la idea de unas vacaciones completamente pagas en una isla de ensueño le molestara, en lo absoluto. Lo que le molestaba o, más bien, preocupaba, era compartir las vacaciones con Viktor-. ¿Cuándo salimos?- preguntó. Quería terminar esa incómoda reunión cuanto antes.

- El próximo viernes. Los espero en el aeropuerto a las siete de la mañana- le respondió su jefa.

Horacio asintió con la cabeza y, sin decir nada más, se retiró de la oficina. Aún tenía una semana para conseguir que alguien cuidara de Perla y Pablito los días que estuviera fuera, y hacerle una visita a Gustabo antes de irse. Además, debía pensar temas de conversación para tratar con Volkov sin que ninguno de los dos terminara gritando.

Eso iba a ser lo más difícil de todo.

Finalmente, el gran día llegó. Ambos agentes del CNI llegaron puntuales al aeropuerto, encontrándose con Michelle. Al cabo de cinco horas, aterrizaron en aquella pequeña isla paradisíaca. Las vistas desde el avión, antes de aterrizar, cautivaron a Horacio: el agua turquesa, la arena casi blanca y los pintorescos edificios parecían sacados de una película de Hollywood. Se dio vuelta, entusiasmado, para comentar la belleza del lugar con Volkov, pero éste iba con los ojos cerrados, el ceño fruncido y sus auriculares puestos. La sonrisa se borró inmediatamente del rostro del de cresta. Sí que iba a ser un fin de semana complicado.

Vacaciones [VOLKACIO AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora