Día 2

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Un regusto agrio invadía la boca de Horacio quien, al comenzar a despertar, no pudo evitar fruncir toda la cara, asqueado. Se revolvió entre las sábanas antes de estirarse y bostezar. Sí, necesitaba cepillarse los dientes con urgencia. Parpadeó un par de veces antes de que sus ojos se acostumbraran a la luz que entraba por la ventana. ¿Por qué no había cerrado las cortinas anoche?

Entonces recordó todo de golpe, y se dio vuelta en la cama, buscando a Volkov. Su último recuerdo era estar abrazándolo ahí mismo, pero él ya no estaba. En parte se alegró de que no se hubiera quedado a pasar la noche ya que no hubiera sabido cómo reaccionar. Aunque le hubiera encantado verlo recién despierto, con ese lindo cabello gris despeinado y las mejillas coloreadas de un suave tono rosa.

Dejando aquellas fantasías de lado, bajó de la cama y se encaminó al baño. Cuando, tras asearse, vio la hora en su móvil, pegó un grito de sorpresa. Eran casi de las tres de la tarde. ¿Cómo podía ser que hubiera dormido tanto? "No más vino para mí", pensaba mientras terminaba de peinarse la cresta. Bajaría al buffet a ver si podía encontrar algo suculento para comer, pues su estómago rugía del hambre.

Una vez hubo llenado su plato con un par de sándwiches, una pieza de fruta y llenado su vaso con agua, se sentó en una de las mesas junto a los ventanales. Era una lástima que las vacaciones duraran tan poco. Tomó su celular para tomar un par de fotos, y se sorprendió al ver tantos mensajes sin leer.

E
Buenos días, H. ¿Nos encontramos para almorzar? V ha accedido.

¿Hola?

No se preocupe, V me ha dicho lo que pasó anoche. Si quiere, puede acompañarnos al balneario. Estaremos ahí esta tarde.

Volcolok

Buenos días. Espero que haya descansado bien. ¿Nos acompaña en el almuerzo?

¿Se encuentra bien? Me sorprendió que no almorzara con nosotros.

¿Quiere acompañarme a la playa esta tarde?

Le he pedido a E que venga conmigo al balneario. Espero que pueda acompañarnos :)

El último mensaje de Volkov lo había recibido hacía poco más de diez minutos. Con el corazón desbocado, le respondió diciéndole que iría en cuanto terminara de almorzar. En menos de cinco minutos devoró todo y corrió a su cuarto nuevamente. Necesitaba cambiarse, aplicarse bloqueador solar en sus cicatrices e intentar recuperar la calma. No sabía qué le habría dicho el ruso a Michelle; lo más probable es que le dijera que había tomado hasta quedarse dormido.

- ¡Horacio, aquí!- lo llamó Evans, alzando un brazo y agitándolo en el aire. Ella y Volkov se habían instalado bajo una gran sombrilla de paja, alrededor de la cual había tres sillones de mimbre y almohadas blancas donde recostarse.

El de cresta tuvo contener un silbido de admiración al ver a su jefa en bikini negro que le quedaba estupendo. Para cubrirse de la brisa marina, llevaba una camisa de seda oversize verde musgo. Ojalá llegar a la edad de Michelle y mantenerse así de bien, pensó.

- Joder...- murmuró Volkov, frotándose la cara con una mano, cuando el de cresta se acercó a ellos. El ruso vestía un bañador que le llegaba hasta la mitad del muslo de color celeste y una musculosa blanca, que dejaba al descubierto aquellos brazos trabajados.

- ¿Qué pasa?- preguntó confundido Horacio, subiéndose las gafas de sol y mirándolo sin entender el porqué de su rubor.

- Era cierto lo del slip de leopardo- explicó el comisario, carraspeando incómodo e intentado desviar la vista de la entrepierna del otro.

Vacaciones [VOLKACIO AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora