Día 3

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Mucho habían rogado para que Michelle extendiera aquellas vacaciones un día más y, por suerte, sus argumentos y berrinches habían funcionado. Utilizando toda la amabilidad que poseía (además de una tarjeta de color plata opaca), su jefa había logrado extender su estadía y la de los agentes hasta el lunes por la mañana.

Pasado el estado de shock, la noche anterior había sido súper entretenida. Tras un brindis en honor a Conway, los agentes comenzaron una especie de interrogatorio para aclarar dudas relacionales. Así fue cómo Volkov y Horacio se enteraron de que Trucazo había coqueteado con Evans desde que la conoció, ardua tarea según las palabras del gallego. Finalmente, a los meses de terminada la misión para desmantelar a The Union, Michelle había accedido a una cita con Freddy, y desde entonces estaban juntos. Querían llevar las cosas con calma, más que nada por los riesgos que conllevaba el ser agentes del CNI. Eso último le había dado mucho que pensar al de cresta antes de irse a dormir.

Sabía que lo que le sucedía con Volkov no era sólo un capricho carnal. En realidad lo quería, más de lo que le gustara admitir, y la idea de formar una pareja con él no le desagradaba para nada. Por todo eso, temía por su seguridad. El ruso ya no realizaba trabajos de campo, pero él sí. ¿Y si algún día le tocaba infiltrarse en alguna otra mafia y se enteraban de su relación con Viktor? Había vivido en carne propia lo que esa clase de persona era capaz de hacer con tal de vengarse; cada tanto, volvía a soñar con la sonrisa desquiciada de Pogo, el bate manchado con su sangre, el olor a salitre y óxido que ese cuartucho donde lo encerraron despedía. El tan sólo pensar que podrían hacerle lo mismo a Volkov... No.

Se estaba adelantando a los hechos. Ni siquiera sabía qué era lo que sentía el ruso, o cuáles eran sus planes en la vida. A lo mejor hoy le decía que lo dejaran en cosa de una noche y ya... Lo peor era que, aunque le dijera eso, él no dejaría de preocuparse por su seguridad.

- Horacio, ¿me escuchó?- le preguntó Volkov, moviendo una mano frente a sus ojos. Habían salido a caminar por la costa, aprovechando la suave brisa matinal y la poca gente.

- ¿El qué?- preguntó confundido el de cresta.

- Que si no le molesta que volvamos al hotel. Estoy agotado- le pidió. Sólo entonces Horacio notó lo acalorado que se veía su compañero. Joder, ¡que su capacidad pulmonar no estaba al cien por cien y lo había hecho recorrer media isla! A ese paso no lo mataría una mafia, sino él al ser tan descuidado.

- Sí, sí. Subamos a la rambla, a lo mejor encontramos una parada de taxis- sugirió, emprendiendo el regreso hacia el centro de la ciudad.

Al llegar al hotel, almorzaron junto a Evans y Trucazo frente a la playa. Freddy se burlaba de Horacio, recordando cómo, bajo la máscara de Sub-Inspector Dan, le había contado que el comisario le había roto el corazón. Tanto el de cresta como el ruso murieron de la vergüenza.

Una vez terminaron de comer, Volkov se retiró a su cuarto. Necesitaba descansar tras la larga caminata; además, el día se había tornado gris y algo ventoso, por lo que pasar la tarde en la costa no era una opción.

- Anda, ve a hacer la cucharita con el cabeza de almendra- le susurró Freddy a Horacio, dándole un codazo al ver cómo observaba embobado al comisario mientras se iba.

- No lo molestes, chorbo- le reprochó Michelle en voz baja.

- Hostia, neno, ¡pero si sólo lo estoy animando!- se quejó el agente, haciendo gestos con las manos- ¡Mira cómo se ha quedao!

- No pasa nada, jefa- le dijo Horacio, notando la mirada asesina en los ojos de la pelirroja. Tampoco estaba de ánimos para presenciar una discusión entre aquellos dos-. Quiere descansar, así que mejor no lo molesto.

Vacaciones [VOLKACIO AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora