500 años antes.
Aztla era la ciudad más hermosa del mundo entero. Saerlán Valer había sido cautivado por las enormes pirámides, como el palacio en el que se encontraba, y los vivos colores que adornaban cada construcción hecha de piedra prístina. Mientras descendía por las escaleras del palacio, Saerlán casi lamentó que tuviera que destruir aquel milagro hecho ciudad.
La capital del imperio flotaba sobre las aguas del lago Kilaxtetla, teñidas por la sangre de los caídos en el combate. El fuego se esparcía veloz entre los cuerpos, danzando enloquecido con la moribunda melodía de la batalla y el poderoso canto de la muerte.
Saerlán descendió por las escaleras del palacio, empuñando su espada en una mano y el trabuco en la otra, preparado para defenderse. Pero no había nadie que pudiera levantar siquiera una mano contra él.
Sus hombres habían defendido bien el palacio. Guerreros Aztla, ataviados con sus uniformes semejantes a la piel de un jaguar, yacían con los ojos abiertos al final de las escaleras. Sus hermosos ojos dorados habían perdido la llama de la vida, y su piel de bronce había palidecido por la pérdida de sangre.
El conquistador desvió la mirada e hizo una rápida oración por las almas de aquellos indígenas paganos.
«Han cometido pecados abominables al adorar a semejantes demonios», pensó Saerlán, contemplando sombrío la estatua de piedra frente a él: con forma de hombre recostado y contemplando hacia la ciudad. Una piedra de sacrificios.
«Y aun así» pensó con pesar «Y, aun así, esta ciudad es un milagro como no he visto nunca en mi vida» ¿Qué estaba pensando? ¿En verdad conservaría aquellas pirámides? hermosas, sí, pero demoniacas.
«Sí» decidió Saerlán, y se dirigió hacia la ciudad, meditando sobre lo que aquel día significaría. Una grandiosa conquista para el gran reino de Herenia, la posibilidad de salvar miles de almas alejadas del rey de reyes y de su hijo Oriel.
Con la caída del imperio Aztla, nacería la Nueva Herenia.
* * *
Ixtamasal, rey de los orgullosos tepaxcaltecas, contemplaba la caída de la capital de los Aztla. Aquella imagen rápidamente conmocionó a los más de diez mil soldados que lo acompañaban.
«Que los dioses te bendigan Saerlán» pensó el rey, mientras indicaba con voz firme que la marcha debía seguir.
Era un milagro que los herenianos hubieran vencido a los Aztla. Durante años habían levantado guerra tras guerra contra los tepaxcaltecas, desesperados por arrebatarles su libertad y someterlos como a tantos pueblos en la región.
Ixtamasal recordaba con amargura lo cerca que habían estado de terminar sometidos a ellos. Obligados a pagar tributos, entre riquezas y humanos para ser sacrificados en el templo de Itzitletl o Kilaxotl.
«Pero ahora somos libres» decidió Ixtamasal, marchando triunfal junto con sus hombres, acompañados por el estruendo de sus pasos.
Sus descendientes agradecerían eternamente la alianza con Saerlán Valer: lo único que mantendría vivo el espíritu de los pueblos de Semachtli.
Con la caída del imperio Aztla nacería el Imperio Tepaxcalteca.
* * *
Maelitzin esperaba a que la ciudad fuera tomada por Saerlán, a las orillas del lago, acompañada por cincuenta soldados, entre herenianos e indígenas.
La caída de una ciudad tan bella, la muerte de miles de hombres e incluso la guerra misma que lo provoco todo, no eran algo nuevo para Maelitzin. Una mujer extraña.
Una esclava entregada a Saerlán como regalo en el sur.
Una indígena capaz de traducir para los conquistadores.
La mujer más importante de todo Semachtli. Una criatura igual de extraña que las armas y bestias de montar herenianas.
Y ahora el mundo cambiaría con la muerte del Imperio Aztla, por mucho que los tepaxcaltecas quisieran creer que su alianza los protegería.
Todo Semachtli cambiaría al entrar en contacto con Herenia, dando a luz a un nuevo mundo, así como el hijo mestizo que Maelitzin llevaba en su vientre.
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El eje del mundo: Los dioses que beben sangre
FantasyLos dioses antiguos han regresado. El día 17 del mes Fael del año 1900 será recordado como El Despertar. El momento en el que las divinidades del pasado regresaron al mundo, para seleccionar a humanos que portasen su poder y cumpliesen con su papen...