Una era nueva estaba a punto de comenzar, los últimos días de diciembre estaban por atenuarse y el ambiente alegre de Nouropia, una ciudad potencia localizada al norte oriental del mundo, no paraba de esparcirse por las alumbradas calles de cuarcita y cada una de las estéticas y clásicas casas del lugar. Cada hogar tenía un diseño sencillo: generalmente grandes, de estructura poligonal, con suelo liso y polvoroso, así como las paredes; portaban un espacio en el centro, generalmente cuadrado, donde la lluvia pudiera rociar las plantas que residían. Entre las tantas casas del país se encontraba una familia que constaba de tres personas: el Sr. y la Sra. Pignus, además de su hijo, Nuar. El señor Nelson Pignus era un hombre robusto, producto de su trabajo como agricultor de un gran terreno. No pasaba ni un día sin tener que realizar algún esfuerzo físico. Ese día, llegando a su casa, lanzó su bolso desgastado y remendado a una esquina, caminó tambaleante hacia su sofá con ojos ligeramente apagados, y se dejó caer en su incómodo sillón. No pasaron ni dos segundos cuando, con tono quejoso, pronunció:
—¡Carajo! Creo que tengo un nuevo lumbago en mi espalda. Si quieres matarme, Dios, ¡hazlo rápido! —Lo acompañó con una exhalación larga, muy parecida al sonido de un neumático al desinflarse.
A diferencia a como se podría observar o pensar, el señor Nelson era un hombre amable, tranquilo y muy solidario, a pesar de su aspecto de albañil y rostro inexpresivo. Normalmente se detenía camino a su casa a ayudar a cualquier vecino en donde fuera necesario un trabajo de fuerza. Esta solidaridad no solo lo caracterizaba a él, pues muchos nourenses también realizaban acciones parecidas.
Nouropia constaba de ser simple y rural. Su bendición más grande era la actividad agricultora que las tierras prestaban para el comercio. Una característica muy curiosa del país, es que la mayoría de los nourenses se conocen entre todos, y tienden a ser muy indiscretos. En otras palabras, si lograbas esconder un secreto allí, por más de dos días, definitivamente ¡es porque eras un Dios!
Una vez terminado el quejido del Sr. Pignus, una mano suave y delgada lo tocó, presionando con brevedad, pero punzantemente en su espalda, como intentando hundir un corcho grande sobre mar.
—No creo que sea posible tener a un vago ahí dentro, pero si llegas a tener a más de uno, deberías empezar a preocuparte, querido —recitó con un toque de humor una mujer de sonrisa reluciente, con aspecto de juventud mucho más notoria que el del hombre.
—No «un vago», Mar. Lum-ba-go —explicó el señor—. Y cuando llegue a tener más de los que ya tengo, que, por cierto, ¡son muchos!, posiblemente ya esté en la urna, querida.
—¡Oh, vaya! Realmente eres muy exagerado —dijo con una risilla y rostro despreocupado—. Yo no dejaría que esos vagos te atacaran. Nunca.
—Ya te dije. No son vagos.
—Vale, vale. Veo que no quieres seguirme el juego —suspiró con hombros caídos—. ¿Por qué mejor no me dices por qué estás tan apagado?
—¿Tanto así se nota?
—El señor al que tuve que amputarle el brazo hoy estuvo más alegre que tú. Así que, sí, se nota mucho —comentó mientras se sentaba al lado de él en el sofá de cuero.
—Bueno... ¿Has pensado qué podría regalarle a Nuar?
—Así que es por eso —suspiró ella con queja—. Pensé que habíamos quedado en no tocar más ese tema. Nuar aún no sabe lo que quiere para su futuro. Sólo tiene doce años, no hay que forzarlo. Deberías dejar de pensar en esa tonta costumbre del DD y mejor esperar a que tenga más edad. ¿No crees?
Nuar Pignus era el hijo de ambos, tanto de Nelson como de Mar. No se encontraba en casa para ese momento, debido a su primera semana de clases. Faltaba un cuarto para las cinco, y Nuar normalmente llegaba a casa a las cinco de la tarde exactas, como si aun llegando temprano, esperaba a que fuera la hora exacta para entrar. «Está bien, tengo quince minutos», pensó Nelson.
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Kinesis: Comprobación universal
AdventureLa historia parte desde la perspectiva del joven Nuar Pignus: un adolescente optimista de la Ciudad Potencia Nouropia. Con una idea nada clara de su objetivo personal, pasa sus años de secundaria intentando resolver esa incógnita, creando grandes ví...