5. Aquel simpático hombre de Vënex

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—Cariño, que bien que llegaste. Ven, siéntate —saludó mamá.

Tragué saliva. La aceleración del corazón era lo único que sentía en ese instante. No parecían enojados, ninguno de los tres, ni siquiera el desconocido. Me senté en el sofá de cuero, sin poder mantener la mirada fija en algo. Esperaba que alguien rompiera el incómodo silencio.

El oficial esbozo una sonrisa cuando lo miré de soslayo.

—Hey, tranquilízate amigo. Sé que estoy vestido de oficial. Pero es sólo una fachada —expresó el señor guiñando el ojo y bajando la voz.

—¿Una... fachada?

—Nuar, déjame presentarte al profesor Vincent House, de la universidad de Vënex —dijo el señor Ourel.

—De... ¡Vënex! —Había escuchado ese nombre muchas veces en televisión. La sorpresa fue masiva.

—Déjeme aclararle la situación, joven Nuar —pronunció él, alarmado—. Estuve en Terrenal para cuando escuché una explosión, así que corrí lo más que pude, y lo único que vi fue una camioneta salir. Entré al lugar y no pude creer lo que había. ¡Un electro imán! Uno muy básico, claro, pero lo que me intrigó es el ¿cómo alguien podía estar probando algo así en Nouropia?

—El señor Vincent había visto la matrícula de mi camioneta, así que fue hasta una comisaría donde daban los números de casa, teniendo como referencia el vehículo.

—Pero había escuchado que no daban información a personas extranjeras —agregó él mientras elevaba su dedo índice —. Así que tuve que fingir ser un oficial del lugar, vistiéndome como uno de ellos. Luego contacté con Ourel y quedamos en hablar.

—Ya veo, así que por eso está vestido así.

Tenía sentido. Sin embargo, que hubiera sido un profesor de Vënex me sorprendió mucho más que si hubiese sido un oficial. Los pirierses —personas provenientes de la Ciudad Potencia Piriergo— vienen a menudo al país, pero nunca profesores, mucho menos de Vënex: una universidad con mucho de qué hablar en las noticias, en el buen y mal sentido.

—Y no sólo eso, cuando me encontré con él, le pregunté cómo había hecho lo de anoche. Aunque fue muy malo al expresarse —dijo con sus hombros y cejas caídas.

—Sólo sabía lo básico, así que no fui bueno explicando —agregó el hombre, como intentando decir «lo siento» con su rostro—. Pero le dije que conocía a alguien que sabría decirle todo.

—El profesor House quiere hacerte unas preguntas. Está interesado en saber lo que tienes para decir. ¿Te parece bien? —incitó papá.

Miré a todos con una mirada de desconfianza. ¿Sería posible que me estuvieran mintiendo, sólo para decir la verdad?... No, mis padres nunca harían eso. Además, yo tampoco mentiría.

Don't worry. No voy a arrestarte. Como ya te dije, no soy oficial.

Acepté con timidez lo pedido, aunque no haya entendido las primeras palabras que dijo en un idioma distinto. El profesor me interrogó sobre el motivo del electro imán, por lo que tuve que decirle todo, lo más detallado posible. Parecía más interesado en saber el cómo yo pensaba que funcionaba tal artefacto. Dar mis explicaciones hacia él fue algo muy confortable, porque no preguntaba ni añadía nada mientras hablaba, sólo asentía mínimamente con su cabeza, mientras rascaba su fino y elegante bigote. Después de todo, era un profesor. Sabía muchísimas más cosas que yo, que decía lo poco que sabía de magnetismo y electricidad.

Interesting. Muy interesante —murmuró el señor Vincent, con sus ojos como platos—. Sr. y Sra. Pignus, Ourel, lo que ha dicho el chico es completamente acertado. Bueno, en parte.

Kinesis: Comprobación universalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora