Capítulo 00 - Prólogo

981 110 17
                                    

La atmósfera en la sala era asfixiante, se podía percibir una fuerte presión por parte de los presentes, además de miradas expectantes de lo que estaba por acontecer.

Allí en su trono de piedra el señor de las huestes pensativo contempló las posibilidades ante las tan terribles señales que percibía más allá de su dominio. No estaba claro que debía hacer a continuación, pero sino se hacía nada el resultado más probable sería la perdición.

Súbitamente se escuchó en el silencioso salón una bulliciosa risa infantil, ¿un niño? No, aquello que había aparecido frente a ellos no podía ni era un niño a pesar de tener tal apariencia.

– ¿Estamos asustados? — Dijo la infantil voz entre risas ninguno de los presente replicó.

Todos mantuvieran una extrema vigilancia ante el huésped no invitado, una sospecha rondaba la mente de los presentes acerca de la identidad del inoportuno invitado pero era aberrante decirlo nadie deseaba llamar su atención de ser cierto.

El rostro del niño era alegre y juguetón. — ¿Les gustaría jugar? Yo se que si... — El alegre y juguetón rostro del niño se torno triste. — Pero no puedo jugar con ustedes, traje esto para ustedes me dijeron que tienen que jugar con el. — Estaba mostrando un pergamino sellado nadie reconocía el sello por un momento apartó el pergamino de la vista de todos. — Pero también me dijeron que si no lo querían podría jugar todo lo que quisiera con ustedes. — Dijo con una radiante sonrisa.

El señor de las huestes mantuvo la compostura y desde su trono dijo con un estoico tono de voz que aceptaba el obsequio.

El rostro alegre y radiante del niño desapareció tornándose con una expresión seria y aburrida extendió su brazo con el pergamino en mano y lo soltó cayendo en el suelo. Acto seguido el niño con una expresión molesta corrió hacia uno de los cuadros de la habitación y entró en el. Dentro del cuadro había otras criaturas todas se fueron con él al son de su risa y poco a poco el cuadro perdió todo color además el niño como las figuras en la pintura desaparecieron dejando el cuadro en blanco y cayendo del muro.

El gran señor se levantó de su asiento tomando un suspiro decidió tomar el pergamino el mismo sospechaba que esta fuera una de sus crueles bromas, pero no quería tomar el riesgo de que no lo fuera y regresara generalmente su presencia no augura nada bueno.

El sello del pergamino eran dos llaves cruzadas entre sí, no lo reconocía ni siquiera recuerda alguno parecido en los reinos humanos.

El gran señor observó a dos personas y les señaló que se acercaran. En cuanto lo hicieron les mostró el sello del sobre y les cuestiono si lo conocían ambos estuvieron pensativos, pero ambos negaron aunque uno de ellos dibujó el sello en un pequeño papel y lo guardo además de decir que lo investigaría.

Realmente no esperaba que conocieran el sello sabiendo que lo entregó el bromista, la sacerdotisa que se hallaba junto a un pilar alzó la voz.

— Mi señor, debe abrir el pergamino. —

El señor observó a la sacerdotisa y preguntó. — ¿Se te ha dicho algo? —

— Fortuna y gloria es lo que sostiene en sus manos ya que fue dado por el bufón, sin embargo un comodín entregado por el bufón también puede significar desgracia y muerte si no se usa con cautela. Lo que sostiene en sus manos tiene el poder de crear muchas posibilidades de las cuales ni siquiera él lo sabe. —

Sorprendido observó el pergamino, ¿posibilidades que ni siquiera un dios puede ver? En ese momento decidió apostar por la posibilidad de un futuro y abrió el pergamino.

El pergamino estaba grabado con letras blancas brillantes que no podía comprender pero quien sea que hubiese escrito esto quería asegurarse de quien lo leyera nunca olvidará su contenido, el gran señor frunció el ceño ante el dolor que invadió su mente, esta se lleno de sentimientos de desconsolación, ira, desesperación y de alguna forma una vaga esperanza pero estos no le pertenecían eran de algo más que le mostró exactamente lo que debía hacerse.

El gran señor estaba incrédulo ante el ritual que había sido implantado a la fuerza en su mente y su propósito. También se dio cuenta que este ritual debia hacerse le gustara o no de lo contrario se esfumaria tal y como el pergamino esto era una amenaza implícita de lo que debía suceder.

Eran muy raras las veces en que los dioses intervenian directamente en el mundo pero esto era diferente era algo más viejo. Era tal y como dijo la sacerdotisa esto debía usarse con cautela se rió un poco emotivo quizás esta vez sea diferente así que, ¿fortuna y gloria? En su mente podía ver un humano sus ojos eran verdes y su expresión risueña un campeón humano.

El héroe del rey demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora