Cuatro meses después.

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El sonido del timbre interrumpió el artículo que Ann se encontraba redactando. Abrió la puerta y el cartero le entregó un paquete con el mismo desdén que tenía desde que la chica se mudó allí. Firmó el papel que le entregó y murmuró un agradecimiento mientras cerraba la puerta.

Todos esos meses se dispersaron los rumores en el mundo de la literatura del regreso del célebre escritor Richard J. Crawell después de su escandalosa inactividad, y Ann se limitaba a ser oyente de ellos. Al abrir el paquete se encontró rememorando aquella noche en la que su amigo se apareció escurriendo en el umbral de su puerta. Tomó el libro con letras doradas en su portada. Desempolvando recuerdos.

Emocionada por empezar la lectura, abrió la tercera página, en la que se encontraba la dedicatoria, y la leyó.

Después de leerla y releerla diez veces, con lágrimas cristalizando sus ojos, dejó al libro sobre su escritorio y tomó el teléfono. Mientras escuchaba a los tonos sonar, repitió en su mente las palabras de aquella dedicatoria que parecía haber quedado grabada con fuego.

Para el amor de mi vida. Porque ella fue mi luz en el abismo de mi desesperación. Porque ella no sabe lo que puede atar o desatar en mí con su simple presencia.

Porque quitó la manta que cubría los recuerdos que creía perdidos.

Para Ann.

La contestadora sobresaltó a Ann al emitir la voz de Richard diciendo:

"Si estás escuchando esto, mejor cuelga. Porque no te contestaré ni te regresaré la llamada hasta que termine mi misión. Estoy en la puerta del amor de mi vida."

Sonó el pitido de grabación del mensaje.

Y desde la puerta se escucharon tres golpes.

Desempolvado recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora