One Shots | Beyblade Burst [Soulmate]

Free De La Hoya

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[ T𝙞𝙚𝙣𝙚𝙨 escrito en la muñeca una frase importante que te dirá tu alma gemela ]

Advertencia: Escenario “corto”.

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Aquella joven de cabellos _____ caminaba a paso tranquilo hacia su próximo vuelo aunque por dentro estuviera muriendo de nervios.

Hace algunos días había sido invitada a una de las mejores academias de cocina de todo el mundo, pero está se encontraba en España, por lo que tenía que dejar su hogar.

Cada vez que recordaba el como fue invitada la hacia sonreír a más no poder, además de ello tenía algunos amigos en ese país, por lo que la alegraba verlos finalmente en persona.

Ya había dejado su maleta en la barra transportadora por lo que solo fue con su mochila abordar el avion, sentía que la emoción y los nervios la pondrían en vergüenza, pero gracias al cielo no fue así. Aun así sentía que el corazón se le podía salir por la boca.

Une vez subí al avión busque mi asiento, sentándome una vez lo encontré.

Mire por la ventanilla, desde arriba las personas se veían muy pequeñas.

Recargue mi cabeza sobre el asiento colocando mis audífonos sobre mis orejas, ahora solo quedaba esperar.

[.....]

Finalmente había llegado a su destino, todo era más rápido en avión, en fin, era hora de buscar al joven de cabellos verdes que había dicho que la recogería en ese mar de gente.

—Hey ______! — Escuche una voz sería a unos pocos metros de mi gritar mi nombre por lo que me gire a buscar la voz.

No podía ver entre tantas personas, por lo que tuve que levantarme de puntillas para ver si había una persona con alguna cabellera llamativa, hasta que finalmente pude ver una la cual se movía por su caminar.

— ¡Silaas! — Grite alargando la “a” sintiendo pequeñas lagrimitas sobre mis ojos ante la emoción.

Corrí hasta donde estaba él peli verde sin importarme mucho empujar a unas cuantas personas que se me atravesaban para llegar a él. Una vez cercas del joven salte a abrazarlo, el cual apenas logro atraparme y mantenerse de pie.

— ¡No hagas eso de nuevo! — Reclamó mientras sentía suaves palmadas en mi espalda.

Nos mantuvimos así un par de segundos hasta que decidí que era hora de bajarme, por lo que lo hice aún conservando mi sonrisa.