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Prólogo

El bosque esmeralda, uno de los lugares mas hermosos y llenos de naturaleza de todo Vale, también conocido por ser uno de los lugares con más alta concentración de Grimm, las criaturas que acechan este mundo, y también por ser el lugar sobre el que se encuentra la academia beacon para cazadores y cazadoras.

Apesar de esto, este bosque suele ser un lugar tranquilo y silencioso durante casi todo el año... menos esta noche.

El cielo nocturno que anteriormente era despejado, de un momento a otro se vio lleno de gigantescas nubes negras de tormenta que dejaban escapar enormes y destructivos rayos que al impactar en el suelo causaban cráteres que deforman el paisaje e iniciaron un inmenso incendio, con fuego que se propagó a una velocidad alarmante por todo el lugar.

El viento se torno errático, alcanzando la fuerza suficiente para arrancar los antiguos arboles de raíz y ayudando a que el fuego sea aun mas incontrolable.

Las bestias del lugar, invadidas por el sentimiento de supervivencia, comenzaron a huir del bosque con dirección a las ciudades y pueblos cercanos, amenazando a su desprevenida población.

Todo esto causo que gran cantidad de personas se dirigieran al lugar en un intento de impedir que la situación empeore. Matando a los grimm e intentando apagar el incendio con sus semblanzas y polvo.

Así pasaron horas en las que gante luchaba para impedir una catástrofe, ignorando que las antinaturales nubes se arremolinaron en un solo lugar provocando una vista del cielo única pero aterradora. Como si la propia naturaleza amenazara con dejar caer su furia sobre la humanidad.

Como si no lo hubiera hecho ya antes.

De un segundo a otro todo dejo de moverse, los truenos dejaron de caer, el viento se calmo y el fuego se apago sin explicación. Las bestias tomando esto como una señal, regresaron al lugar de donde salieron.

Las personas que combatían a los grimm se permitieron retomar el aliento y bajaron sus brazos adoloridos por la lucha continua, pensando que ya todo este suceso extraño había pasado. Solo tuvieron que mirar al cielo para saber que se equivocaron.

...

Una expresión ilejible cruzó los rasgos avejentados de Ozpin, director de la academia para cazadores, Beacon, mientras observa a sus cazadores relajarse tras una dura batalla, con los últimos acontecimientos en su mente.

El lo sabía, no sabía cómo, pero lo sabía. Algo malo se estaba acercando y esas extrañas nubes tenían algo que ver. Y aunque sus sentidos eran incapaces de persivir cualquier cosa, cada célula de su cuerpo le gritaba qué huyera lo más rápido que sus piernas le permitirán correr, pero otra parte de él le exigía quedarse para ver lo que ocurriría.

Solamente una vez en su larga vida había sentido algo como esto y ese día su vida cambió para siempre... Literalmente.

Sacudiendo su cabeza de viejos recuerdos, fijo su mirada en el cielo de aspecto antinatural.

Y por una fracción de segundo, la sintió.

Magia... Una muy poderosa. Demasiado poderosa para pertenecer a un mortal. Un poder que solo podía pertenecer a los dioses.

"No puede ser..." Alcanzo a susurrar antes que sus ojos fueran segado por la luz abrasadora de color azul.

...

Pequeños destellos eléctrico eran emanados de las nubes arremolinadas y un segundo después...