Estás nervioso. Tienes miedo. Lo sé, puedo notarlo. Tus ojos no dejan de mirar de un lado a otro, posándose en un sitio y luego en otro. Las manos te están sudando, las restriegas contra tus pantalones en un intento de que estas se sequen, pero sabes que no va a pasar. Mientras estás apoyado en la pared golpeas el pie contra el suelo sin parar, es algo que siempre haces.
Me dejé caer en la silla más cercana y dejo salir un suspiro de entre mis labios. Los hospitales no me han gustado nunca, les tengo fobia desde aquella vez que le dio un ataque de asma a Henry y tuvimos que traerle al hospital porque el (inalador) no funcionaba. Con ojos cansados fijé mi vista en la blanca pared que se encontraba delante de mi. Noté como Chris se sentaba a mi lado para luego apoyar su cabeza en mi hombro. Pasé mi mano por detrás de su cuello y acaricié su nuca de manera cariñosa. Enredó mis brazos alrededor de mi cintura y enterró su cabeza en el hueco de mi cuello. Pronto sentí la humedad de sus lágrimas recorrer mi piel, como siempre había hecho cada vez que había visto llorar a mi hermano, posé mi otra mano en su corta cabellera color ceniza y pasé mis dedos a través de ella. No sé cuanto tiempo estuve así, pero cuando noté que el agarre alrededor de mi cintura se había aflojado moví mi cabeza ligeramente para ver que se había dormido. Sus usualmente pálidas mejillas se encontraban ahora rojas y húmedas, aunque sus ojos estuvieran cerrados, se podía notar que estaban ligeramente hinchados. Aproveché que mi chaqueta me quedaba grande para poder secar sus mofletas con la manga. Cogí el puño entre mis manos y lo acerqué a su enrrojeida piel, para luego, suavemente, quitar cualquier rastro de lágrimas, primero en su mejilla derecha y luego en la izquierda. Me quedé mirando la cara de mi hermano y no pude evitar que una pequeña sonrisa se formase en mis labios. A pesar de que ya tenía 16 años, para mi seguía siendo aquel niño que cada navidad bajaba corriendo para ver sus regalos. Aún se me hacía raro que fuese dos cabezas más alto que yo, que fuese mucho más grande, pero, para mi, seguía siendo mi hermanito, el que se dedicaba a robarme el pintalabios para poder colorear con él. Repentinamente, mi móvil empezó a vibrar en mi bolsillo, con cuidado de no despertar a Chris lo saqué con delicadeza. Era un mensaje de Nora, la cual estaba cuidando de Henry. Deslicé mi dedo a través de la pantalla para introducir la contraseña. El mensaje de Nora no era muy extenso, tan solo decía que Henry ya estaba durmiendo, que aún no sabía dónde estaba Ethan y que no cogía las llamadas y que me esperaría hasta que llegase a casa. Contesté con un simple gracias y volví a guardar el móvil en mi bolsillo. Me fijé en el reloj que había colgado en una de las columnas. Eran ya más de las doce, ya llevábamos más de tres horas en el hospital. Decidí despertar a Chris y mandarle a casa, había sido un día duro y el mejor lugar para descansar no era una silla de hospital. Con suavidad le zarandeé ligeramente y pude ver como sus hijos comenzaron a abrirse.
-Chris, anda, ve a casa a descansar- susurré suavemente, el asintió, aún adormilado- Cuando llegues, dile a Nora que yo aún tardaré un rato en llegar, ¿de acuerdo?
-¿A dónde vas a ir?- preguntó soñoliento
-Tengo que buscar a Ethan, no puedo dejar que pase la noche en cualquier antro- respondí, pasando las yemas de mis dedos por mi cabellera en un intento de calmarme.
Mientras que Chris se desperezaba, abrí mi bolso y busqué mi cartera. La saqué y cogí 50 dólares del interior.
-Ten- le ofrecí el dinero y él lo cogió inseguro- Pide un taxi para llegar a casa, ¿de acuerdo? No quiero que vuelvas an el metro, es demasiado tarde.
Él asintió, guardándose el billete en el bolsillo derecho trasero. Caminamos en silencio por los largos pasillos del hospital, tan solo se escuchaba el ruido de nuestros pasos, que creaban un leve eco. Finalmente llegamos la recepción y salimos al exterior. Dejé que el aire llenase mis pulmones y que el frío de la noche me envadiese.
-Mañana no iréis al instituto. Si Nora está
dormida no la molestes, simplemente deja una nota encima de la mesa.
-¿A qué hora volverás?- me preguntó con preocupación- Lyss, se que tienes que encontrar a Ethan, pero...
-Chris, no volveré a casa sin él, su vida de pasotismose va a acabar hoy. Sabes que no puede seguir así.
Andamos tranquilamente por la calle, con mi brazo entrelazado con el suyo y mi mejilla apoyada en su brazo, buscando el calor de su chaqueta blanca. Avanzamos hasta la zona de taxis que se encontraba cerca del hospital. Cuando llegamos, Chris me estrechó entre sus brazos con fuerza y yo le di un ligero besa en la mejilla.
-Los amigos de Ethan no son los mejores, así que ten cuidado, por favor- en un intento de tranquilizarme le sonreí antes de que subiese al taxi y este desapareciera al final de la calle.
Me di la vuelta y a paso rápido avancé de nuevo hacia el hospital, camino al aparcamiento que había en la parte trasera. Cuando estuve lo suficientemente cerca saqué las llaves del coche y lo abrí. Me subí en el asiento del piloto y saqué mi móvil del bolsillo. Mi hermano podía ser algo escurridizo, pero su manía de colgar todo lo que hacia en la red le traicionaba. Entré en instagram y busqué su cuenta, para mi buena suerte, había una foto de tan solo hace 10 minutos, y en el comentario ponía:
"Pasando un buen rato en casa de Rory! Noche legendaria"
Rory Oldman, el supuesto mejor amigo de Ethan y el líder de una banda callejera que no había dejado de meterse en peleas y problemas desde hace un par de meses. Salí del aparcamiento y puse rumbo a Holms Street, donde estaba Ethan. Las calles se encontraban prácticamente desiertas, a excepción de un par de coches aquí y allá.
ESTÁS LEYENDO
Baby, Take Care
Teen FictionLiss debe hacerse cargo ahora de sus hermanos después de que un trágico accidente la haya arrancado a sus padres de su vida. ¿Qué hará una joven de tan solo 19 años, sin ningún tipo de recurso más que su propia valentía y el amor que siente hacia su...