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cuatro días antes de la boda.

— ¿estás... listo?

el príncipe mayor caminaba de un lado al otro frente a la puerta del príncipe menor; le había prestado ropa que ya no le quedaba porque felix quería probarse un traje con el cual pudiera ser, finalmente, él mismo y un vestido nunca iba a permitirle eso.
el rubio hacia unos minutos estaba listo, pero aún dudaba en salir, no era por su ropa, sino porque había decidido cortar su cabello un poco más abajo que la nuca. ahora, realmente parecía un príncipe. acomodó su dorada cabellera por última vez, tirando hacia atrás su nuevo flequillo. no tardaría mucho en acostumbrarse a su nueva apariencia, desde hacia tiempo deseaba hacerse un cambio pero bajo el poder de su madre le seria imposible... ¿qué pensarían el rey y la reina de lesalia cuando lo vieran? ¿qué pensaría christopher cuando lo viera?

tomó el pomo de la puerta y abrió la misma, encontrándose con un impaciente castaño, quien lo analizó con la mirada en silencio por unos segundos, provocando que se sintiera tímido casi de inmediato.

— ¿me veo... mal?

— ¡no, no! — exclamó, saliendo de sus pensamientos ante la voz contraria. — lo siento... es que... te ves muy bien. — soltó una pequeña risa nerviosa.

con una sonrisa acomodó su cabello detrás de la oreja, sintiendo como sus pálidas mejillas se tornaban carmesí. — ¿tú lo crees? creo que me pasé cortando mi cabello...

pasó una de sus manos por el rubio cabello ajeno, llevando el mismo hacia atrás, observando como caía por los costados. — me gusta... todo tú, ah, ¿cómo decirlo? te ves mucho más... ¿libre? es adorable.

— pft, — desvió su mirada. — vámonos antes de que jisung se arrepienta y tus padres me vean vestido así. — tomó la mano ajena y entrelazó sus dedos, comenzando a caminar con cierta velocidad con dirección a la puerta principal, cuidando de que los guardias no los vieran salir.

al estar fuera del castillo le dedicó una mirada al mayor y comenzó a correr aún tomando la mano del mismo para poder arrastrarlo tras él, como si supiera donde se dirigía. chris no tardó demasiado en correr con el menor, sin soltar la pequeña y frágil mano del mismo, tomó el mando corriendo en dirección al pueblo, arrastrando, ahora, a su acompañante.

— ¿sabes que correr no es necesario? los guardias no estaban cerca. — comentó el más alto con falta de aire.

— ¡me siento como un criminal, es mucho más divertido! — soltó una risa, intentando seguir el paso contrario.

— por dios... ¿por qué vives tan al límite?

— eres taaaan aburrido.

soltaron una risa y, luego de unos minutos, pudieron divisar las primeras casas del pueblo de lesalia, acelerando un poco más su paso, ambos chicos estaban ansiosos por llegar.
poco a poco dejaron de correr y comenzaron a caminar entre quienes habitaban ese pequeño pueblo. felix estaba fascinado por poder conocer ese bello lugar que se adornaba con plantas y gente alegre caminando para aquí o para allá, christopher, por otro lado, intentaba mantener un perfil bajo y pegar su mirada en el suelo para que las pocas personas que los rodeaban no pudieran reconocerlo.

— ¿tienes alguna idea de donde puedan estar tus amigos? — interrogó el rubio.

el cotrario solo extendió su mano y automáticamente dirigió su mirada hacia donde apuntaba, pudo divisiar, a lo lejos, una fuente aunque gracias a su altura y la gente que se interponía no logró ver demasiado.

— a esta hora siempre están en la fuente.

— ¿qué estás esperando? — le dedicó una sonrisa y sin previo aviso comenzó a escabullirse entre las personas, tomando la delantera mientras se dirigía a su destino.

— ¡felix, esperame! — exclamó, intentando seguirle el paso para no perderlo de vista.

caminó detrás del menor mientras el mismo intentaba escapar de él, era extremadamente divertido que el contrario tuviera esos comportamientos, hacia que su día fuera un poco más divertido e interesante y eso era lo que le faltaba a su rutinaria vida de príncipe. todo lo que había buscado lo tenía felix lee.
salió de sus pensamientos cuando observó al chico de cabellos rubios saludar a sus dos amigos, ellos devolvieron el saludo ciertamente confundidos y se dirigieron al castaño mayor.

— ¿y él es...? — murmuró minho, acercándose a su amigo.

felix se sentó en el borde de la fuente, encantado por la simple existencia de la misma. tomó una pequeña flor que crecía en una de las grietas de esa estructura, comenzando a repasar cada uno de sus pétalos y sumergiéndose en ella mientras balanceaba sus pies porque, como le gustaba, no tocaban el suelo.

— ¿es tu nuevo amigo? me duele ser reemplazado. — changbin también se acercó a christopher, con su vista puesta en el desconocido.

— bueno... es mi prometido.

— ¿¡prometido!? — exclamaron ambos chicos, volteando al castaño y provocando que felix alzara su mirada y esbozara una sonrisa que logró arrugar un poco más sus ojos.

— sí, bueno... es una larga historia...

princesa lee. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora