Prólogo:

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     La almohada húmeda que reposaba sobre su rostro finalmente fue removida, dejando ver el rostro hinchado del castaño después de tres largas horas de llanto como parte de una exagerada sesión de «auto-terapias» que solía practicar cada dos semanas para regular su estado anímico. Era viernes por la tarde, las quince para ser más precisos. Su última clase había sido cancelada pues su maestro no se presento por motivos meramente irrelevantes, y en conveniencia de cualquier estudiante de secundaria, salir temprano no venía mal.

     Jeon optó por ir a casa, no porque no disfrutara de salir a alguna parte con sus amigos en pleno cierre de semana de evaluaciones, sino porque no tenía con quien compartir absolutamente nada. Su única amiga tres años mayor que él había estado saliendo con un chico mucho más joven que ambos desde principios de mayo, y a partir de esa relación la amistad entre los dos comenzó a desvanecerse. Era obvio decir que el motivo de su disolución podía atribuirse a las exigencias del niñato (y sí, niñato pues no pasaba de los catorce) por no querer que esos dos siguieran viéndose o teniendo algún contacto, por lo que la chica prefirió echar al traste su amistad de tres años para complacer al mocoso. Duraron alrededor de un año juntos y después no se supo más de ellos.

     El castaño tenía más amigos, sí, pero de alguna forma no era lo mismo. Quizás era ese sentimiento que se forma entre amistades de sexos opuestos lo que le hacía falta para llenar esa brecha que separaba sus interacciones con hombres que, con las mujeres, por lo que por más que lo intentara, siempre resultaría imposible nivelar un tipo de relación con la otra.

     El ver partir a Jiyu de su vida le afectó mucho al joven, inclusive si la relación entre ambos no era precisamente perfecta. En realidad, se podía considerar exagerada la reacción del muchacho tomando en cuenta que Ji nunca lo tomó en serio; hasta se podría afirmar que era una relación amistosa unilateral pues el único que luchaba por mantenerlos a flote era el castaño. No se le puede señalar a la chica por mandar al traste una relación que valía menos de un centavo, pues para ella nunca resultó una prioridad, es decir, si colocas a la persona de la que estás interesada sentimentalmente junto a alguien que constantemente está buscándote por voluntad propia para hablar de cosas insignificantes, por supuesto que preferirías a quien realmente tiene una relación más definida y estable contigo. Kook estaba consiente de que su relación no valía nada pues desde un principio la chica le dejó en claro que en verdad no estaba interesada en iniciar una amistad con él, pero eso no detuvo al castaño de persistir y arrastrar una relación tan sosa por tres años bajo la excusa de que una vez iniciado no había vuelta atrás.

     Habría que tomar un mes entero para dejar en claro el porqué la relación de esos dos estaba mal desde un inicio, pero a cualquier ser humano le parecería aburrido escuchar durante tanto tiempo sobre el mismo tema de conversación sin hacer pausas. Lo único que se le puede reconocer al chico de por qué tan devastada reacción es el hecho de que desde siempre se le había hecho complicado interactuar con chicas, sobre todo si eran mayores que él. Tenía un largo trayecto de rechazo tras rechazo en la línea amorosa con ellas que su confianza simplemente terminó de desaparecer, culpándose siempre de no conocer los límites de los demás, y muchísimo peor, sus propios límites. Tendía a dar de más a quien no se lo merecía, y por desgracia con todos y cada uno de sus intentos terminaba rechazado e inclusive humillado por depositar su cariño en mujeres que no valían la pena.

     Todo esto dejó de parecer divertido y comenzó a tornarse en algo más alarmante cuando por falta de confianza comenzó a perder su habilidad para comunicarse con las chicas de su propio curso, y esto le dejó como resultado esa soledad inminente que se marcó aún más tras la partida de Jiyu. Para todos lo que lo vieran, el chico era un completo desastre.

     Es ahí donde, tras un largo periodo de observar las vigas que sobresalían del techo de su habitación, el joven regresa al motivo del por qué inició todo su llanto. Jungkook tiende a estudiarse a sí mismo a diario. Sabe que nunca habrá nadie más que lo comprenda en esta tierra que él mismo, y usa esta información a su ventaja. Prefiere comentar consigo mismo cada una de sus desgracias y repasa el orden de los hechos para comprender a partir de dónde crea los errores y así no cometerlos nuevamente.

; Old Man Taste [Namkook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora