Debajo de la cama del Señor Styles - Adaptación

Capítulo cuatro

 Ser mala era una pendiente resbaladiza. Me encontré deslizando, y parecía que no podía detenerme. Me senté entre mis padres en la misa el domingo y traté de no escuchar. En vez conté la palabra 'pecado'. Cuarenta y siete pecados. El Padre Michael dijo la palabra 'pecado' cuarenta y siete veces, y la única vez que estaba prácticamente gritando desde el altar: — ¡Cuán tierna es nuestra carne! ¡Tan duro que son nuestros corazones! ¡Cuánto más conscientes somos del sufrimiento que el pecado! — Hizo que mi corazón saltara a la garganta.

Pero allí estaba yo, faltando a la escuela de nuevo en un viernes, sentada en la sala de Erica, escuchando música y bebiendo una de las cervezas que Bobby había traído con él mientras los observaba bailando lento. Estaba sintiendo cuán tierno mi carne era en realidad, lo vulnerable y dolorido. Sólo con ver sus cuerpos tocando, meciéndose juntos, me hizo añorar por algo que yo sabía que era un pecado.

Y sólo no podía negarlo más. Era todo lo que pensaba, no importaba lo que estaba haciendo, de pie en la ducha, sentada en la clase, comiendo las chuletas de mi madre - yo no podía dejar de pensar sobre cuando miré al Sr. Styles acostado en su cama con la mano envuelta alrededor de su pene.

Pero no era simplemente observándolo esa noche que me hizo girar, sino que también era la forma en que me sonrió al día siguiente, la forma en que se estiró y tocó la comisura de los labios con la servilleta cuando compartió su panecillo, la oscura mirada en sus ojos cuando cayeron entre mis piernas esa la mañana. Viendo Erica y Bobby, la forma en que acariciaban entre sí y se besaban, tuve una revelación sorprendente, y entonces supe que estaba realmente en problemas - que me estaba enamorando con el padrastro de mi mejor amiga.

Terminé lo último de mi cerveza, viendo la mano de Bobby deslizarse bajo la camisa de Erica, y me levanté, colocándome sobre el borde de la mesa de noche cuando la habitación se inclinaba hacia un lado y mi cabeza empezó a zumbar. Y sólo había tenido otras dos cervezas en toda mi vida, y esta tarde, viendo Erica y Bobby juntos, me tomé cuatro.

— Los voy a dejar solos, — murmuré, viendo sus lenguas entrelazando juntos, Erica envolviendo la pierna alrededor del muslo de Bobby mientras movía su mano debajo de la camisa, la otra mano subiendo la falda tan alto que pude ver sus bragas mientras apretaba la carne de su culo en la mano. — Dejaré que ustedes tengan la cama. —

Ellos rompieron los besos y Erica me miró. — ¿Seguro? —

— Sí. — Me moví un poco más allá de ellos hacia la puerta.

— No tienes que irte. — Los ojos de Bobby barrieron hacia el dobladillo de mi falda. — ¿Por qué no te quedas ... y juegas? —

Mis ojos se encontraron con los de Erica y yo sabía que ella le dijo sobre nosotras, sólo sabía por de la forma en que ella se mordió el labio y apartó la mirada tan rápido. Mi cara quemándose, mi pecho se apretó, y yo negué con la cabeza.

— Tres son una multitud, — Insistí, abriendo la puerta y sin mirarlos a ellos mientras yo cerré la puerta detrás de mí.

Me puse de pie en el pasillo, la espalda apoyada en la pared porque estaba teniendo mareo, y una sensación de zumbido en mi cabeza, todavía. Estaban susurrando, y oí los resortes de la cama y sabían que se estaban besando. Yo no sabía cuánto tiempo estuve allí, pero era un rato, de pie y contemplando la puerta de la habitación del Sr. Styles. No era hasta que oí a Erica gemir y decir, — ¡Ay sí, lámelo! — que decidí en qué hacer a continuación.

Yo nunca había estado en su habitación completamente sola. Se sentía como si estuviera caminando en un secreto, y la anticipación en mi panza era apretado y sentí un hormigueo. Me acosté en su cama, diciéndome a mí misma que yo estaba sólo un poco borracha, mareado todavía, pero me di la vuelta sobre mi vientre y enterré mi cara en la almohada, oliendo su olor persistente y recordándolo. No había nada que podía hacer, pero pensar en ello - cómo su pene se había hinchado en la mano, la rapidez con que él la bombeaba, las palabras que usó (—¡Folla ese pequeño coño caliente! —) Que hizo mi rostro quemar y mi coño mojado.