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Valentín

No entendía como me veía Gala, que significaba para ella. ¿Por qué me había echado de tal forma del hospital? ¿Qué se le cruzaba por la cabeza?

Lo cierto era que cuando me di cuenta estaba frente a la entrada de mi casa, las preguntas sin respuestas me habían entretenido lo suficiente como para caminar sin notar la distancia. Pero en el pequeño porche la silueta de mi pequeña amiga me esperaba.

—Valentin—suspiró después de ponerse de pie y acercarse para abrazarme—estuve preocupada, no respondiste tu celular ni me dejaste un mensaje, ¿Dónde estuviste?

—Gala...—alcancé a decir pero mi pelirroja amiga irradiaba rabia por los ojos.

—Ah, estabas con Gala—se alejó helada de mí.

—No porque quisiera—hablé apurado aunque después me di cuenta de que estaba equivocado.

—¿y entonces? si no querías ¿por qué estabas con ella?—cuestionó desde su posición.

—fue una urgencia, nada más—expliqué y un trueno nos asustó a ambos.—Vamos, adentro.

Estuvimos la tarde juntos, como siempre, como antes, antes de que Gala me hubiese invadido la cabeza. Simplemente disfrutaba estar con Mayde aunque cada vez más volvía a pensar en Gala y en lo que estaría haciendo ahora.

La lluvia me distrajo de mis pensamientos hacia la chica y volví a Mayde que hablaba sin parar.

—Vamos afuera, a ver como llueve—propuso y se puso de pie.

La seguí con naturalidad hasta la entrada de mi casa, el techo nos cubría del agua aunque los truenos y relámpagos se observaban en todo el cielo.

—Valentin...—mi amiga habló—hay algo que no aguanto más.

—¿pasó algo?

—es un secreto—susurro con vergüenza y busqué su mirada.

—¿me podes decir?—pregunté con curiosidad.

—veni—indicó y obedecí sin reproches.

Estábamos tan cerca que sentía su respiración y su vergüenza. Ella acercó su boca a mi oído, pero al no escuchar palabras me aparté para buscar su mirada. Fue ese instante cuando colocó su boca encima de la mía, cuando me besó dejándome en el aire, sin saber que hacer.

Por instintos mis manos fueron a parar a su cintura pero sentía la dureza de sus labios apretando los míos, había desesperación y confusión buscando respuestas entre ambos cuando sentí la presencia de otra persona.

—Galatea—pronuncié pero fue tarde, se echó a correr hacia su casa sin decir nada. Lucía tan triste y molesta.

Mayde se puso colorada y me alejé de ella.

—Me gustas—explicó dudosa sin dejar de verme.—Hace mucho, de verdad.

—Somos amigos May, no, no entiendo—caí en mis palabras—sos como mi hermana.

—Quiero ser más que eso—se apuró a decir pero su teléfono empezó a sonar—mi madre—dijo después de revisar la pantalla del celular.

—May no...—me interrumpió antes de poder aclararle las cosas.

—Hablamos mañana—se metió dentro de mi casa y a los minutos salió con un paraguas—cuídate.

Antes de desaparecer de mi vista dejó un beso fugaz en mi boca, tardé varios segundos en reaccionar pero ya se encontraba a unos metros de mí.

No podía borrar los ojos de Gala clavados en los míos. ¿Qué había en su mirada?¿Tristeza?¿Desesperación?¿Duda?¿Desilusión?
No quería quedarme con la duda, me puse el primer buzo que encontré cerca y corrí para llegar a la casa de mi vecina.

Golpeé su ventana un par de veces pero no hubo respuesta, corrí hasta la entrada principal y tuve que insistir varias veces hasta que la puerta se abrió.

—Gala—mis labios temblaron al decir su nombre.

—¿Ya terminaste de inspeccionar la garganta de Mayde?—cuestionó fuerte.

Golpe bajo.

—No sé que le pasó a Mayde—ahora entendía porque mi cuerpo quería correr a abrazarla, tenía puesto apenas una remera que le llegaba hasta los muslos.

Su pelo caía mojado a los lados de su cara, se veía tan pequeña, seguramente no tenía nada debajo de esa enorme remera que me pedía a gritos que se la arrancara, la tela caía sobre sus tetas de forma espectacular y sus piernas desnudas finalizaban en sus pequeños pies blancos.

Se me olvidó como respirar cuando me percaté de como estaba vestida.

—No me interesa, pueden ir a intercambiar saliva donde quieran—estaba molesta, su expresión no le dejaba mentir. Se dio la vuelta pero dejó la puerta abierta como si me dejara la invitación propuesta.

La seguí y cerré la puerta detrás de mí.

—¿Qué tal se sintió?—preguntó en tono de burla y rodé los ojos, nunca iba a cambiar.

—Ella me besó, yo no quise...

—Ah claro, te obligó—se cruzó de brazos aún sin dejar de caminar.

Su habitación, era amplia y mucho más clara y confortable de lo que me imaginaba. Apenas había una lámpara encendida así que no podía ver su cuerpo con claridad, me inquietaba no poder arrancarle la remera de una vez y verla desnuda para mí, un fuego empezaba a emerger desde mis adentros hacia mis manos.

—Igualmente no necesitas darme ninguna explicación, ni sé que haces acá—me rescató de mis pensamientos.

—Yo no quería...—intenté explicar torpemente.

—¿Te puso un cuchillo en la garganta y te obligó a que la beses?—se acercó peligrosa, llena de seguridad.

—No pero cuando me di cuenta la tenía encima—aclaré midiendo la poca distancia que había entre mi cuerpo y el suyo.—Pero yo no quería.

—¿No querías?—repitió mis palabras—¿Y vos qué querías Valentín?—se puso en punta de pie, desafiante y no me quedó más remedio que responder con actos.

—Esto—dije antes de poner mi brazo en su cintura para apretarla contra mí y así poder besarla sin dificultad.

Mis labios ardían, y los suyos eran como agua. Suaves, húmedos y tranquilos. Me aferré a su cuerpo para poder deborarle la boca, para poder disfrutar del toque de nuestras bocas y poder sentir su cuerpo pegado al mío.

Forcejeó un poco, los primeros segundos, pero después pasó sus brazos por sobre mi cuello para darme más acceso a su boca.

Acceso, que pronto, sería poco.

diabla | wosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora