Consuelo

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No había ahí una sola persona que no se esperara una pelea de parte de ambos. A decir verdad, era más ingenuo aquel que creyera que no discutirian. Los oficiales celestiales se encontraban celebrando un banquete que habían organizado hace ya varios meses, y a decir verdad, todo había marchado bien hasta el momento en que Feng Xin y Mu Qing comenzaron a discutir. Al principio fue entretenido de ver, pero gradualmente comenzó a volverse incómodo, sobre todo cuando notaron que probablemente ambos tendrían unas cuantas copas de más.

Si Xie Lian se encontrara aqui, hubiera sido capaz de hacer algo para detenerlos o por lo menos tranquilizarlos un poco, pero ya que no asistió al banquete, no se podía razonar con ellos.

Al final, ambos fueron expulsados a la fuerza y llevados a sus respectivos palacios para detener el conflicto y no estropear el ambiente.

Cualquiera hubiera pensado que el problema terminaría ahi. Que reaccionarían, se calmarían y dejarían el asunto a un lado.

Pero uno de ellos fue incapaz de contenerse.

Mu Qing se encontraba tumbado en su cama, gruñendo y lanzando insultos al aire mientras se sostenía la cabeza. Se sentía un tanto mareado, había bebido demasiado. Normalmente era capaz de controlarse, pero Feng Xin lo sacaba cada vez más y más de quicio. Y esta noche había cruzado la línea con sus palabras.

Miro el techo de la habitación, su pecho subiendo y bajando de forma acelerada tratando de contener y relajar la ira que sentía. Cuando se sintiera mejor, estaba decidido a salir y golpearlo como era debido.

Sin embargo, parecía ser que alguien pensó algo similar a él. Repentinamente escucho las puertas de su habitación abrirse con bastante fuerza de una patada.

-¡¿Que haces aquí idiota?!- gritó histérico, poniéndose de pie al instante.

¿Quién mas podía ser, si no que la persona que estaba igual de ebria y furiosa que él?

Feng Xin no dijo nada, y caminó directamente hacia él. Lo sujeto con fuerza de los brazos, y antes de que Mu Qing se defendiera o siquiera soltara una palabra, lo empujó contra la pared y comenzó a besarlo de forma desesperada.

Los labios ajenos lo tenían completamente aprisionado, incapaz de resistirse a la lengua que ahora se colaba en el interior de su boca, jugueteando con la propia hasta que se volvió bastante apasionado.

Mu Qing lo rodeó con sus brazos por el cuello, llevando una de sus manos a su nuca y enredando sus dedos en su cabello, tirando de ellos en busca de separarse del beso. Feng Xin por su parte se negó a separarse, atrayéndolo con una mano en la cintura y otra en la espalda, provocando que la distancia entre sus cuerpos desapareciera, incrementando severamente el calor al frotar sus virilidades por encima de la ropa.

El sabor a alcohol que compartían era lo suficientemente fuerte para distraerlos de lo que estaban haciendo, obligándose a separarse para tomar aire. Jadearon para recuperar el aliento, sus rostros tan cerca les hacía darse cuenta del fuerte sonrojo que tenían mientras sus respiraciones chocaban. Era difícil decir si estaban rojos por el alcohol, vergüenza, o el fuerte calor que los estaba consumiendo. Quizá, un poco de las tres.

Antes de que cualquier otra cosa sucediera, Mu Qing lo jalo hacia la cama, empujándolo hacia ella con fuerza. Al mismo tiempo, Mu Qing se puso encima suyo. Relamiéndose los labios muy apenas, Feng Xin lo sujeto del cuello y lo atrajo hacia él para besarlo nuevamente.

Feng Xin sabía perfectamente bien que al ego de Mu Qing le gustaba bastante dominar la situación. Así que, al menos por un instante, lo dejaría que se sintiera así para aumentar el calor del momento.

Los besos de nuevo se volvieron bastante húmedos. Sus labios buscaban comerse con desesperación, completamente necesitados uno del otro. El sonido húmedo de sus besos era bastante obseno, mezclado con los suaves gemidos que dejaban escapar y el constante crujir de la cama que se provocó gracias a que Mu Qing decidió frotar sus caderas contra las ajenas.

Consuelo - FengQingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora