Aquél día en el que mi vida cambió por completo, en el que me sentí por unos momentos vacío y sin ganas de motivarme, ése nubloso y grisáceo día en el que todo cambió.
Recuerdo que nadie más que yo, mi hermana mayor, y mi padre, habíamos asistido al funeral de mi progenitora. Hoy era uno de esos días, no nos importó que la lluvia se hiciera presente para arruinar nuestra visita, por suerte, con ayuda del paraguas azul que trajo mi progenitor, nos cubría a los —ahora— tres.
La suaves y frías gotas de la lluvia mojaban la tumba de mi madre, en ella venía incluída su fotografía sonriendo pacíficamente, tal vez dirigiéndonos esa suave sonrisa amplia hacia nosotros como si dijera que no nos pusieramos tristes por su partida tan pronta. Pero verla me hacía entrar en una profunda nostalgia y melancolía que no podía dejar de sentir, porque sólo eso era, ponerme triste y llorar tristemente cada vez que tengo un recuerdo feliz de mi progenitora.
Sentí que alguien apoyó su mano en mi hombro derecho, retuve las lágrimas que amenazaban con salir para mirar que la propietaria de quién había apoyado su mano era mi hermana mayor; Faith Grey. Mi hermana era —a como la recordaba— una niña de 12 años, con el cabello de color negro y corto que lo tenía por arriba de los hombros. Su iris era de un tono marrón claro y lindo, tenía pecas, lo cual me hacía burlarme de ella infantilmente. Ella me sonríe un poco triste, no hacía falta decir que Faith sentía lo mismo que yo, la tristeza y melancolía de recordar a nuestra madre.
Tuve que alzar aún más la mirada para ver qué mi padre expresaba también melancolía a la vez que está deprimido por mi madre, volví a poner atención a la tumba de mi mamá, pensando en que mi padre estaba bastante triste por su partida. Ese día lluvioso, dando un ambiente deprimente en el cementerio, me hacía sentir vacío y afligido al recordar que mi madre jamás volverá a estar con nosostros, pero mi papá nos decía que está en un lugar mejor, donde hay paz.
(...)
Pasaron tres meses después de que mi madre había fallecido a causa de una enfermedad llamada cáncer; fueron suficientes para desviarnos un poco de aquel sentimiento amargo y triste para estar ahora normal en nuestro ambiente, pero cuando miraba a mi papá, cuando notaba en su mirada que él seguía extrañando a mi madre, yo no lo sabía en ese entonces.
—Aquí tienes, hijo.— Mi progenitor me tiende la cena de esta noche, me dió un corto beso en mi frente para después irse a comer también.
Le sonreí feliz por su gesto, me dispuse a comer con tranquilidad, mirando que mi hermana llegaba y me arrebataba una papa frita de mi plato.
—¡Ey!
—¡Jajaja! A eso se le llama estrategia.
Ella comió la papa con una sonrisa juguetona mientras me miraba, la acusé con mi papá, pero éste no me hizo caso, manteniendo una sonrisa cómplice.
—No ví nada.
—¡Pero papá...!
Hice un puchero por eso, mi padre trataba de evitar cualquier tipo de acusación que me daba cuando se trataba de mi hermana, pero él sabía que yo lo hacía de juego o Faith también lo hacía con esa intención.
Cuando terminamos de cenar, le propuse a mi hermana que si jugaríamos al «monstruo», era un juego que habíamos inventado por simple aburrimiento, pero que, con el paso del tiempo, se volvió nuestro pasatiempo favorito. Faith accedió, y por consiguiente, empezamos a jugar en la casa, olvidándonos del sentimiento apagado y deprimente que antes teníamos en el hogar por la presencia ausente de nuestra madre.
ESTÁS LEYENDO
𝖪𝖤𝖭𝖭𝖸 | 𝗧𝗛𝗘 𝗪𝗔𝗟𝗞𝗜𝗡𝗚 𝗗𝗘𝗔𝗗
RandomLa vida del pequeño 𝗞𝗲𝗻𝗻𝘆 nunca ha sido fácil, desde antes del apocalipsis hasta el después, teniendo grandes problemas en su vida a tan corta edad, tuvo que independizarse para poder sobrevivir por su propia cuenta, sin tener una figura patern...