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Febrero, 2016

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Febrero, 2016























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“Estaré bien. Estarás bien, Hwa Min.”

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Desde hace tres meses había asistido a dos quimioterapias por lo que ahora eran sólo unas cuántas mechas de cabello que quedaban en mi cabeza, había dicho a mi madre que me llevara a un centro comercial para ver algunas pelucas. Mi poca autoestima me impedía salir calva a la calle.

Salí con unos pants negros, una sudadera enorme del mismo color y un gorro para evitar que se viera la calva de mi cabeza, unos lentes de sol para mis cansados ojos y un cubre boca para mis labios cortados por la resequedad y deshidratación.

Al llegar lo único que me mantenía con fuerzas es que podría salir sin problemas como solía hacerlo hace unos cuatro meses, compré una peluca de color café castaño y otra de color negro. Me parecía algo absurdo pero lo necesitaba.

Salí con ambas bolsas en las manos y mi madre alado de mi, creo que ella igual necesitaba una, ya que su cabello comenzaba a caer, era el estrés. Eso era lo que esta enfermedad había causado en ella.

Pero ¿Cómo no hacerlo? Su hija, la cuál tenía un futuro brillante por delante se había truncado la vida por una enfermedad.

Llegamos a casa y ella se fue a su oficina para ver cosas de su trabajo

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Llegamos a casa y ella se fue a su oficina para ver cosas de su trabajo. Mejor dicho su amo, ya que ella era esclava del trabajo gracias a mi. Ella debía pagar todos mis tratamientos, debía mantenernos y comprar aparte sus medicinas.

Yo por mi parte fui a mi habitación para probarme frente al espejo mis preciadas pelucas, por primera vez en meses pude volver a ver mi sonrisa, no la misma que tenía de niña o hace diez meses atrás, pero si una leve sonrisa que demostraba una pequeña felicidad en el fondo de mi corazón.

Decidí salir, hace unas semanas el Doctor Park me había dado unas pastillas que me daban la fuerza que la comida no podía. No estaba cien por ciento bien, pero para mí era suficiente.

Salí y le avisé a la señora Kai que no me esperara ya que quería volver a sentir por más tiempo el aire frío sobre mí aunque eso incluyera sentir un poco de dolor.

Caminé por todo el vecindario observando el bello cielo, viendo algunas estrellas que como decía mi abuela, eran personas fallecidas que cuidaban a sus seres queridos. Ella era mi estrella.

¿Algún día seré la estrella de alguien?

Después de unos quince minutos de seguir caminando cerca del parque tomé una decisión sorprendente, salir de mi vecindario.

¿Por qué era una decisión sorprendente?

Porque yo nunca salía sola. Siempre lo hacía con mi madre o con la señora Kai, pero yo, Shin Hwa Min, jamás de los jamases salía sola y menos si alguien no lo sabía.

Comencé a caminar por los rumbos por los que siempre pasaba y pasé por la escuela en la que iba hace unos cuatro años, la miré y sonreí levemente de forma triste comenzando a recordar todo. ¿En qué me había convertido?

Simple. En un saco de esqueletos sin vida, o al menos eso sentía.

Llegué a un pequeño (no tanto) edificio que estaba a una cuadra de la escuela, se veía muy tétrico. La fachada estaba toda sucia y le hacía falta más cuidado y mantenimiento, los ventanales estaban descubiertos por lo que podías ver hacia dentro.

Algo en ese edificio me llamó la atención. En la azotea se asomaba una Gerbera, esa flor era la favorita de mi abuela. Sin importarme la apariencia del edificio comencé a subir las escaleras que se encontraban con papeles tirados por doquier, después de todo, pasara lo que pasara ya tenía mis días contados.

Gracias a la poca luz del día no fue difícil llegar hasta mi destino, cada vez que subía comenzaba a oír una melodía; llegué y vi unos cuántos cojines tirados en el piso, un piso muy diferente al que estaba en los anteriores. Uno limpio pero hecho de cemento, alado de aquellos cojines había una pequeña mesita y una lámpara sobre ella.

En una esquina pude ver una vieja guitarra rota y sobre ella varios cigarros ya utilizados, al fondo más plantas que adornaban la pequeña azotea haciéndola ver un poco más linda y limpia, en el medio un chico tocando un piano, que desde mi lugar se veía muy viejo y gastado.

No quise interrumpir y sólo me quedé observando.

La piel del chico era blanca y se veía totalmente limpia a diferencia de la mía, amarillenta y maltratada; su cabello era café y se movía un poco por el viento, mi cabello era falso y del verdadero... En unos meses no tendría.

Decidí irme pero un sonido me lo impidió, había aplastado un pedazo de vidrio de una botella de Soju, volteé un poco temerosa y lo vi con una mirada seria y penetrante, al principio no sabía qué hacer. Comencé a pensar varias cosas, como que tal vez le causaría asco el ver a una chica como yo.

Pedí disculpas con la voz temblorosa e hice una reverencia pero él sólo se quedó ahí estático. Expliqué el por qué estaba allí y después hice una reverencia nuevamente pidiendo perdón pero lo que hizo me sorprendió un poco.

Hacía meses que no escuchaba esa pregunta de alguien que no fuera un familiar o doctor.

ㅡ¿Estás bien?

No supe que responder ¿preguntó eso por mi apariencia? Estaba por hablar pero, ¿por qué le contaría mis problemas a un desconocido?

No supe que responder ¿preguntó eso por mi apariencia? Estaba por hablar pero, ¿por qué le contaría mis problemas a un desconocido?

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Estarás bien, lo prometo ♡ 민욘기 ©ITSAFROMOTHERWORLDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora