Capitulo 1: Los Recuerdos Perdidos

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El frio calaba mis huesos, el agua estaba a punto de tomar mi vida,
instintivamente conseguí nadar hacia arriba. Cuando salí a la superficie,
sentí el frio de la lluvia. Un fuerte dolor de cabeza atormentaba aquel
momento, apenas sin fuerza divisé una costa, no dudé, nadé hasta quedar sin apenas aliento, una vez llegué mi vista a las par que mis músculos
cedieron al cansancio, derrotado en el lecho de arena, yacía mi cuerpo.
La lluvia había cesado. Mi cuerpo aún dolorido y cansado consiguió
despertarse incapaz de recordar nada de lo sucedido antes de la tormenta.
Solo pude preguntarme que pasó, pero esas preguntas tendrían que
resolverse mas tarde, alzo la vista y pude encontrar un cuerpo
aparentemente femenino, cabello largo grisáceo, ropas muy sencillas de
tela y encaje marrón, se notaban aun muy húmedas, su cara era preciosa,
parecía de porcelana muy frágil, dormía sobre la arena ¿sabrá algo de lo que pasó? Por ahora debería dejarla dormir, si esta aquí con el mismo
motivo que yo, estará muy cansada.
A lo lejos, pude llegar a ver un pequeño campamento del que salia un humo negro, parecía un pequeño campamento incendiado ¿pero si anoche
estuvo lloviendo, como pudo haberse incendiado? Debió haber sido
después de la lluvia.
Decidí acercarme a investigar, al poco me doy cuenta que mi atuendo esta
todavía húmedo también, retrasaba mi movimiento, mis músculos aun
duelen, aunque mi cabeza ya habia dejado de afligirme, llevaba unos harapos
bastante destruidos, casi podría dejarse para el arrastre, pero debo
mantenerlos. Aproveché para refrescarme la cara en la orilla de aquel mar.
Allí vi mi rostro por primera vez en mucho tiempo, en aquella agua tan
cristalina, era una cara tosca con una cicatriz cruzando el ojo derecho. Al
tocarla puedo sentir el surco que deja en mi piel, pero no conseguí recordar
nada de la cicatriz, aun con muchas preguntas en mi cabeza. Mi piel
morena resalta los granos mas blancos de la arena, dejando esas preguntas
sin aun respuesta. Reanudo mi camino hacia aquel pequeño campamento.
Minutos mas tarde consigo alcanzar aquel campamento, cuando me acerco
un olor fuerte tapona mis fosas nasales y cuando consigo alzar la vista
puedo ver yaciendo en el suelo unos inertes cuerpos de lo que parecen soldados, su armadura parece pesada, en el pecho de la armadura hay
marcas de garras y el el cuello señales de mordiscos, todos el mismo
patrón habría unos cinco soldados en total, los cuerpos no les falta carne,
parecen intactos como si solo hubieran querido matarlos, dentro de los
campamentos ardientes hay jaulas, pero no encerraban animales al parecer,
si no personas, algunos cadáveres seguían allí, pero lo que les atacó no fue
a por ellos, ya habían muerto desde antes, una de las jaulas casualmente
esta vacía, estaba rota, un pequeño harapo rojo colgaba de uno de los
barrotes rotos, decidí cogerlo.
Después de investigar aquel pequeño campamento decidí ir a ver como
estaba la chica, traté de ir lo mas rápido posible.
La chica seguía durmiendo, por mi cabeza pasaba tratar de despertarla y
buscar refugio junto a ella, no podían dormir en la arena tanto tiempo, sin
pensarlo dos veces mas, la zarandea con cuidado, como si fuera un objeto
muy frágil a punto de romperse... No tuvo respuesta, esta vez trato de
susurrarle al oído, pero fue casi imperceptible, la timidez apenas le deja
actuar frente a la joven damisela, tras un ultimo intento desesperado, la
zarandea demasiado fuerte y su cara acaba en la arena.
-¿¡QUE HACES!? Pregunto la dama con granos de arena en la cara, era
una situación bastante graciosa
- p – perdón!!! no era mi intención hacer eso, dije con una pequeña mueca
de risa en la cara a la par de un rostro ruborizado.
-¿quien eres? ¿como he llegado aquí? Preguntó la joven dama de cabello
grisáceo.
- Primero, me llamo Abel, no se como llegué aquí, cuando desperté estabas
aquí y cuidé de ti mientras dormías.
-¿cuidabas de mi con ese aspecto? Permitime dudarlo.
-ignoraré ese comentario ¿podrías decirme tu nombre? Dije con voz firme.
- Me llamo Lluvia, si, mi nombre es un poco raro, ni se te ocurra reírte.
-tranquila ¿por ahora somos compañeros no?
-supongo que no hay otra salida, dice suspirando.
Abel se levanta y cede su mano a su nueva compañera, con cuidado la coje
y con ayuda de Abel se levanta, al hacerlo Lluvia levanta su mano y la
lleva a su rostro, suelta un pequeño grito de dolor casi imperceptible.
-¿te duele la cabeza? Dijo Abel.
-si, estoy un poco mareada, debe ser por algún golpe, tampoco consigo
recordar nada de lo que pasó ¿sabes algo? Concluye Lluvia.
-no, cuando me levanté a mi también me dolía la cabeza, ya se me pasó,
como dije te estuve protegiendo e investigue un poco, solo logre encontrar
un campamento asaltado. Dijo Abel de forma concluyente.
-deberíamos encontrar un poblado o algún sitio seguro donde acampar,
dice Lluvia.
Ambos nos miramos y asentimos, la cojo del brazo y la puse sobre mi
hombro, al principio se resistía, después de un rato cedió y dejó que la
ayudara. Sin mediar palabra ambos caminábamos por el bosque que se
extendía atrás nuestra y dejábamos mas atrás cada vez aquella costa en la
que hace instantes habíamos despertados ambos, dispuestos a encontrar un
pequeño pueblo o asentamiento en el que pudiéramos pasar la noche o
simplemente comer, el sol estaba encima nuestra, el estomago de ambos
empezaba a rugir, Lluvia se ruborizaba cada vez que le rugía el estomago y
negaba el hecho de que ambos estuviéramos hambrientos, supongo que su
orgullo no le dejaba ser sincera conmigo.
Horas caminando por aquel sendero boscoso, el sol comenzaba a ponerse
sobre mi y Lluvia, ambos debíamos encontrar un lugar sobre el que
asentarnos.
Los últimos rayos de sol golpeaban una estructura de madera, parecen los
bordes de un pequeño poblado. Nos acercamos lo mas rápido que nos
permitieran nuestro cansancio, cuando llegamos un guardia nos saluda
desde lejos, nos grita algo, apenas audible.
-Alto ahí ¿quien sois? Dice al bajar de su plataforma aquel guardia.
-Soy Abel, esta chica de aquí es Lluvia, esta un poco herida, pero puede
moverse, aun así no tenemos donde pasar la noche. Dije sin vacilar
tomando las riendas de la conversación.
-Dadme un momento, voy a intentar hablar con una persona, esperad aquí
enseguida vuelvo, replicó el guardia.
Minutos mas tarde tras el guardia aparece una señora con largos cabellos
negros y tez blanca, con una sonrisa nos dijo...
-Hola, mi nombre es María, me encargo de llevar el ganado y la cosecha
de este poblado, podéis quedaros en mi casa a descansar, obviamente no
sera gratis, supuse que no llevarían dinero así que no me pagaran con
monedas, si no con un pequeño favor, tranquilos, no sera nada difícil ni
fuera de lugar, pero de eso hablaremos mas tarde, por favor acompañadme.
-Gracias señora, respondimos ambos casi al unísono.
El pueblo era sencillo, granjas de animales, cosechas enteras, se notaba un
ambiente muy sencillo, se respiraba tranquilidad en este poblado
(y las heces de animales también podían olerse, pero uno se acostumbra).
Unos momentos ms tarde, llegamos a la casa, las luces brillaban de forma
extraña, era algo que nunca había visto, era como mágico, era una especie
de roca luminosa que brillaba sin necesidad de fuego o cualquier otro
método, me acerqué a tocarla con curiosidad, estaba fría y seguí brillando,
hasta que María sopló sobre ella, entonces se apagó.
- ¿nunca habías visto lampiridae? Pregunto extrañada María.
- No ¿que es? Nunca lo había visto o al menos no recuerdo haberla visto,
dije sorprendido de aquello.
Entre una risa María explica que este mineral venia exclusivamente de este
reino, era muy abundante.
-Tendréis hambre ¿no? Siento no poder ofreceros mas pero tomad estos
panecillos, dice María ofreciendo un cesto lleno de panecillos, de ellos
provenía un olor que inundó mis fosas nasales, un olor a pan recién hecho
y miel, esta era la primera vez que sentía el calor de un hogar en lo que
llevo aquí, casi con lagrimas en los ojos devoré un panecillo. En cambio
Lluvia cogió uno y fue comiendo trocito a trocito, muy poco a poco.
- Y bueno, contadme algo de vosotros ¿como llegasteis aquí?
- no tenemos mucho que contar, aparecimos en la costa casi indefensos, no
recordamos nada de lo que sucedió antes de aparecer en la costa. Dije con
la boca llena de migajas de pan.
- Os recomendaría que no dijerais eso mucho por aquí, los seres del mar
esta muy mal vistos, son símbolos de mal augurio, dice María extrañada.
- ¿seres del mar? ¿Se supone que no somos los primeros en aparecer de
esta manera? Pregunta Lluvia.
- no, pero nunca había conocido a ninguno, no sabia que tenían un aspecto
tan parecido al de una persona normal, me los imaginaba como hombres-
pez o algo así, dice entre risas María.
- ¿Que puedes contarnos de donde estamos actualmente? Dijo Lluvia con
cara de intriga.
- Bueno, preparad vuestros asientos y poneos cómodos, esto será largo.
Dijo María
-Empezaré por el principio de todo, hace 3000 años.
Se cuenta la leyenda que una bestia venida de otro mundo arrasó con los
defensores de la tierra de aquella época, los llamaban los 13 guardianes de
los reinos, cada uno de ellos portaba un arma especial, cada una con un
poder increíble que hacia temblar incluso la propia tierra, pero loa bestia
superó todo poder con el que se le enfrentó, adquirió poder, cuanto mas
luchaba mas aprendía, pero en honrado sacrificio el santo caballero al que
ahora todos rezamos por habernos protegido, se sacrificó para encerrar su
poder en un libro, el libro de las calamidades, los trece guardianes se
separaron y no se volvió a saber de ellos, se dice que se sacrificaron para
dar a concebir los trece reinos que ahora conocemos, los fundadores de
nuestros reinos, cada reino contiene un ángel y un rey que lo gobierna, el
rey es elegido mediante el ángel, el rey adquiere poderes sobrenaturales a
la par que la capacidad de no morir por edad, cada rey es diferente tanto en
actitud como en la manera de llevar su reino, cuando un rey muere, ya sea
por cualquier causa, el ángel también perece, entonces ese reino es
invadido por las bestias de la noche, hasta que se encuentre un nuevo rey
por otro ángel nacido del reino central, actualmente el rey de este reino
murió hace años, Logan nos protege de las bestias que vienen por la noche,
es nuestro guardia mas fuerte, sin él no estaríamos vivo, a veces se llevan
solo nuestra cosecha pero casi nunca es algo grave, Logan se martiriza
mucho cuando eso pasa, nos quiere mucho y nos protege a pesar de todo,
bueno, creo que ya debo dejar de divagar, al final esto no dejan de ser no
mas que leyendas, los trece guardianes no se les ha visto nunca, así que, no
sabemos si realmente es gracias a ellos que existen los reyes y los ángeles,
concluyó María después de su larga historia.
- Gracias por contarnos esto, dijo Lluvia con la cara de un niño al que le
acaban de contar un cuento infantil antes de dormir.
- bueno, tendréis sueño, deberían dormir, sois… ¿pareja? No tengo mas
que una cama, así que tendrán que compartirla, espero que no haya
problema, dijo María
- ¿¡¡Q-QUE!!? ¡¡NO!! Respondió Lluvia con cara de sorprendida.
- No se preocupe, dormiré en el suelo, no me es ningún problema, dije con
cara de circunstancia.
- Bueno, si así lo deseas, que paséis buena noche entonces, tortolitos, dijo
María entre risas.
Lluvia suspiró fuertemente y cogió la ropa que amablemente dejó Maria
antes de irse.
- N- No mires, t- tengo que cambiarme, dice sonrojada Lluvia
- Tranquila no miraré lo prometo, doy mi palabra, dije a Lluvia para
tranquilizarla.
Cerré los ojos y cuando me avisó los volví a abrir, su vestido era sencillo,
marrón claro, con unos encajes blancos rodeando la cintura, y un pequeño
detalles haciendo notar la zona de busto, era elegante pero sencillo, le
quedaba bien, era perfecto, como si estuviera hecho para su rostro hecho
de porcelana. Ahora era mi turno, repitiendo la misma frase, me cambie y
me di cuenta de otra cicatriz al quitarme mi camisa rasgada, cruzaba todo
mi torso, de arriba hacia abajo, no consigo recordar nada.
- ¿Estas listo? Preguntó Lluvia mientras abría los ojos.
Por suerte me había puesto los pantalones primero, pero rápidamente los
volvió a cerrar, su rostro era muy cómico, estaba completamente
ruborizada, como si su rostro había cambiado de pálido a un rojizo intenso.
- I - IDIOTA podrías haberme dicho que no estabas listo, dijo Lluvia
mientras seguía con su rostro igualmente cómico.
- Y perderme esa cara que has puesto, nah pagaría por verlo de nuevo, dije
mientras me mofaba de ella.
Acto seguido me llevé una bofetada que preocupó hasta a María, que
dormía en la habitación adyacente a la nuestra, esa noche no me hacia falta
una sabana para no tener frio.
- ¿Estas dormido? Pregunto Lluvia.
- No puedo dormir, pienso en todo lo que ha pasado hoy y… se me hace
imposible, le contesté.
- yo tampoco puedo dormir, si tan solo pudiera recordar algo de lo que
pasó antes de todo esto, pero esto es demasiado raro, seres del mar, trece
guardianes, reyes y ángeles, una bestia encerrada en un libro, quiero
despertar de este sueño, es todo tan surrealista, dijo casi con lagrimas en
los ojos.
- Pase lo que pase, debemos saber lo que pasó, como llegamos aquí,
prometo estar a tu lado, le dije a Lluvia
- oye ¿seguro que quieres dormir en el suelo? No me importaría compartir
cama solo esta noche, me ofreció Lluvia
- ¿Estas segura? Le pregunté
- Si, te vas a levantar mal mañana si duermes en el suelo, dijo Lluvia con
un tono suave y tímido.
Entonces me levanté y con cuidado de no hacer ruido me posé en la orilla
de la cama con mucho cuidado y ambos no tardamos en caer dormidos.
Los primeros rayos de sol atravesaban el ventanal de la habitación, no
tardé en despertar de aquel placido sueño, Lluvia seguía durmiendo, así
que me levanté con mucho cuidado y la dejé dormir. María ya se había
levantado y había dejado pan de miel recién hecho en el cesto de la
hornilla, encima había una nota, ponía.
- Para que podáis desayunar, he ido a hacer unos recados vuelvo
enseguida.
Devoré mi panecillo como de costumbre y di gracias por aquellos bocados,
minutos mas tardes mientras esperaba sentado en las afueras de la casa,
Lluvia había despertado, su cara de recién levantada no tenia precio, pelos
en la cara, completamente despeinada, no pude evitar que se me escapara
una pequeña risa.

-¿De que te ríes? Me pregunta Lluvia.
- Nada nada, no te preocupes, nada serio, la miro con una sonrisa.
Lluvia tomó su cesto y leyó su nota.
- Para ser una dama haces un montón de ruido al dormir, te dejo este
panecillo y un cepillo para que puedas asearte el pelo, yo vuelvo
enseguida.
Con pocas energías cogió su panecillo y empezó a comerlo lentamente,
mientras lo hacia comencé a recordar que debíamos hacer un recado para
María por estar aquí. A las horas, María volvió de los recados, se sentó con
nosotros y desayunó.
- Debéis ir a ver a alguien en las afueras del poblado, es una anciana que
siempre pasaba por aquí para comerciar con nosotros y hace unas semanas
que no aparece, necesito quiero vayáis a ver si está bien.
- De acuerdo, ambos asentimos y respondimos al unísono, decididos nos
preparamos para salir.
El bosque no había cambiado, nos dijeron que estaba un poco lejos de
aquel sitio, pero llegaríamos rozando el medio día.
Unas horas caminando, logramos ver una pequeña cabaña a lo lejos, nos
acercamos, un intenso olor a panecillo emanaba de la casa, nos acercamos.
- ¿deberíamos llamar? Preguntó ingenua Lluvia.
- si, responde una voz que aparece detrás nuestra.
- ¿quien eres? Le pregunté mientras me giraba
no recibí ninguna respuesta, al girarme ya no estaba, apareció de la nada
delante de nosotros y nos habló
- os está esperando. Nos dijo aquel desconocido.
Su rostro estaba completamente tapado, una capucha no dejaba ver bien
rostro, el encapuchado entró a la cabaña y nosotros con cierta
desconfianza, decidimos entrar, tragamos saliva y pasamos la puerta.
Una señorita de pelo dorado, aparentemente joven de unos 30 años, nos
recibió, junto al encapuchado.
- Os estaba esperando, antes de que preguntéis, mi nombre es Teresa,
decidme ¿como os llamáis?

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⏰ Última actualización: Dec 02, 2020 ⏰

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