Venganza

1.9K 96 12
                                    

Gemidos.

Fuertes gemidos y grandes estocadas, eso era lo único que se escuchaba en aquella habitación.

El sudor de ambos combinados hacían pegajoso sus cuerpos, el calor que ambos desprendían era intenso, los suspiros ahogados con los labios del contrario eran tan delicioso, esto era venganza.

Cómo fue posible que ambos amigos llegaran a esta situación.

Una en la que ella disfrutaba de cada estocada que el pelirrojo le propinaba, era indescriptible, algo que jamás se había imaginado. Nunca visualizo el cuerpo desnudo de ese chico, jamás pensó llegar a eso con esta persona.

Pero... ¿Por qué lo disfrutaba?

¿Por qué quería que él siguiera?

¿Por qué él sabía que hacer y dónde hacerlo?

Quizás todo eso vino a raíz de que en el pasado ella quería esto con él, porque le gustaba, porque lo amaba.

Pero eso ahora no tenía importancia.

Lo único que quería —o bueno— ,más bien quiere; es que ese muchacho pelirrojo con tatuaje en su frente en forma de flamas, con aquellos pendientes en forma de carta hanafuda, la siguiera embistiendo con toda su fuerza.

Quería seguir retorciéndose de placer, quería sentirlo aún más profundo, que él la hiciera olvidar todo el daño que su prometido le había hecho.

Ahora ella estaba cumpliendo su venganza.

Pero amaba esto.

...

— ¿Como estás Kanao? — un joven de cabello pelirrojo se sentó justo frente a ella. — Me extraña que hayas citado en esta cafetería.

— No sabía dónde más ir. — la muchacha estaba nerviosa, aún no olvida esas noches que pasa con este hombre. — Ya lo pensé muy bien, quiero pedirle que se anule la boda, no quiero vivir con él, no así.

— Ya veo, lamento si yo no fui muy de ayuda para eso. — él solo se rascaba la nuca, estaba igual de nervioso. — Veo que mis palabras te llegaron, me parece perfecto que no te juntes con ese patán, no te valora para nada.

— Yo igual llegué a pensar lo mismo, tus palabras de ánimo me hicieron pensar. Aún recuerdo ese día y esa noche por supuesto. — ella reía sinceramente, esos momentos eran lo que el de cabellos Burdeos atesoraba mas, ver a su querida amiga sonreír.

— Ni lo menciones, sabes que haría cualquier cosa por ti. — él tomaba sus manos y le sonreía tiernamente.

— ¿A sí?

...

Aquel beso desenfrenado de ambos causaba que arrojaran todo a su paso, el apartamento blanco y bien decorado de Kanao fue arrasado completamente por el torbellino de pasión que se apoderaba del lugar.

Rápidamente fueron llegando a la habitación de la fémina, ambos estaban extasiados,.solo quería sentir más de otro, una y otra vez.

Por siempre.

Ella era tratada delicadamente por el pelirrojo, mientras esté se encontraba concientiendo a Kanao con su lengua, en definitiva era el mejor oral que Kanao había recibido.

Este era delicado, concentrado y claro jugando un poco con los pezones de la chica. Ella solo podía disfrutar, le tocaba corresponder retorciéndose del placer que el joven le proporcionaba.

Estaba cumpliendo su venganza, bueno, esto ya no era por venganza.

Realmente lo disfrutaba.

Y más cuando sintió el duro miembro de su acompañante entrando en ella, tan profundo a como ambos acostumbraban, quizás ahora más.

Recordaba las palabras que el de cabellos Burdeos le había dicho.

...

— ¿Y cuándo lo vas a dejar? ¿Hasta cuándo le piensas rogar? Tu eres tan hermosa y ni cuenta te das, por él has perdido tu seguridad. — el se acercaba más a la chica. — ¿De que sirve que te diga que ama si al final te lastima? — cargaba a Kanao mientras ella cooperaba enredando sus piernas en la cintura del joven. — Yo te aseguro de que después de lo que haga no serás la misma.

La besaba y ella correspondía.

— El karma no existe, me prestó para que hagamos lo mismo que él te hacía. — ambos se besaban con mas pasión. — Porque tu no eres mala, pero que el que la hace la paga.

...

Ahora sí se escuchaba el choque de ambos cuerpos, tan estruendosos a como el pelirrojo solía hacerlo, de una forma tan placentera que la pelinegra no podía ni expresarse bien.

Era tan sublime, quería más de eso. Quería estar con él. Necesitaba estar con él.

Mientras se besaban y sus cuerpos danzaban al compás de un baile al que solo ellos sabían el ritmo, pensaban en lo mucho que se amaban. Que todo esto ocurrió debido a que el prometido de Kanao le fue infiel.

Y él como buen samaritano se ofreció para devolverle el favor.

Pero luego se volvió adictivo.

Disfrutaba besarla, tocarla, lamerla, penetrarla. Disfrutaba todo de ella, y él se encargaba que ella disfrutara todo de él, lo sabía, sabía que Kanao necesitaba un empujón para ser feliz.

Ese bastardo no la merecía, Kanao era mucha mujer para cualquier hombre. Era mucha mujer para el mismo, por eso se encargaba de complacerla, hacerla sentir bien, especial, para así estar a su altura.

Ya no era adicción, ambos lo hacían por amor, de verdad se amaban.

— Más... Más... — los gemidos de Kanao se escuchaban por toda la casa, sumado a las fuertes estocadas del pelirrojo, el siempre sabía que hacer y dónde hacerlo. — Tanjirō te amo, no me dejes, no te alejes de mi.

Él, que solo seguía embistiendo a la chica le respondió besandola nuevamente, está vez con mas desesperación, no quería que nadie se la quitara, ella era de él.

— Estoy por terminar Kanao. — el besaba su cuello dejando evidentes marcas en la blanca piel de la chica, quería marcarla, ella era de él. — ¿Hoy es un día seguro?

— Y aunque no lo fuera, de la única persona que me dejaría embarazar sería de ti. — ella inmersa en el placer rodeo con sus piernas la cadera del chico, evitando así que este soltará su escencia fuera de ella. Quería sentirlo todo de él. — Termina dentro, por favor.

Ella solo reforzó más su enganche.

Aparte, ella se engañaba constantemente, era mentira eso de que jamás se imagino este escenario, ella siempre lo deseo.

No lo decía porque no quería sonar una pervertida, pero desde que lo conoció se imaginaba estos momentos con él, no soy junto a él para toda la vida, sino que también se imaginaba sus líbidosos deseos.

El joven termino dentro y ella también obtuvo su tercer orgasmo.

Mintío, hoy no era seguro.

Y parece que Tanjirō también lo sabía.

TanjiKana One - ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora