Yo, su Anna Bolena: Los enigmas de una condena.

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Supongo que el destino siempre aguarda; el tiempo te da tu recompensa; y uno siempre cosecha lo que siembra, sea bueno o malo.

Y lo sabes, cuando la espada aguarda a por tu cuello, y es el caso.

Es mi destino y es mi designio. Mi ejecución hasta ahora ha sido pospuesta, no se para cuando o donde, pero llegará. A no ser que yo lo impida y le de razones a la vida para anular mi castigo.

Debo decir algunas palabras en mi favor, no contenerme absolutamente nada. Pues de eso dependerá si a mi corta edad, mi vida se encuentra aún más arruinada. Pero muchas veces de ello no depende tu expediente, o tu experiencia, de tu edad; pues pueden pasar muchas más cosas de la que probablemente imagines en tan corta vida.

He ofendido, mentido, deseado el mal e incluso la muerte, miles de cosas indebidas han pasado por mi mente, haciendo trampa para quedar por encima de los justos y quedar como sincera, he robado la felicidad de las personas que más me han amado a lo largo de mis días, haciendo sombra, como si nadie más importase, con el único objetivo de llegar a la meta para cumplir con mis caprichos y ambiciones. Sin embargo, lo mio fue más allá.

Para muchos sería normal querer ver de donde vendrá su final. Pero no para mi, pues conozco mis delitos y mis pecados, no los negaré cobardemente, como hice toda mi vida.

Mi verdugo será quien menos espere si no me equivoco, a tantas personas les hice el mal que no podría un día terminar de contarlas a todas, pero no me arrepiento del todo, pues muchas de ellas lo merecían, otras, simplemente fueron víctimas de mi frustración, o del momento equivocado con la persona equivocada. No quedaré desilusionada... Eso lo aseguro.

Pero, ¿podré esta noche dormir tranquila?

¿Mi conciencia descansará al fin después de tantos años de martirio?

No lo creo sinceramente, pues esta historia aun no ha llegado a su final, no como muchos lo esperarían ansiosamente.

Tengo que redimirme, arrepentirme, más no confesarme, pues eso agradaría el caso y haría más pesada la balanza el día de mi juicio final.

Solo Dios, yo, y la historia, sabemos lo que he hecho y de lo que sido capás a tan tierna edad. Lo que he sufrido y lo que he encarnado.

"No se si merezca la muerte, al menos no voluntariamente, pero así será. Le daré toda gloria a tu nombre para recibir tu ayuda y tu protección en el día de la decisión".

-𝓐. 𝓑.