1 | tormenta perfecta

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Ojalá pudiera decir que era la primera vez que me atraso con una tarea, pero mi papá no crió a una mentirosa.

El tercer piso de Buchanan, la biblioteca principal del campus, estaba vacio.

Luces fluorescentes parpadeaban en todo el lugar y el olor a palomitas de maíz quemadas circulaba por los conductos de aire acondicionado. Afortunadamente solo era la primera semana del semestre así que nadie estaba alrededor para verme pelear con mi memoria USB en un puerto al lado de la vieja máquina de copias.

Todavía no terminaba de desempacar en el nuevo apartamento fuera del campus que Hanna y yo hemos rentado, pero de alguna manera me las arreglé para gastar cincuenta y ocho dólares en comida mexicana y dejar una tarea importante hasta el último segundo.

La comida era culpa de André. Él era el que estaba sugiriendo que comamos el almuerzo en Pepito's, nuestro lugar favorito de tacos (un lugar donde mi auto-control no significaba nada para mí).

Lo segundo era todo culpa mía, desafortunadamente.

Pero está mañana tenía esperanzas. Pensé que había logrado hacer otro gran acto de procrastinación -otro truco de último minuto a través de la línea final que separaba fracaso de la mediocridad aceptable.

No había tenido en cuenta la lluvia.

Garland, California (población de treinta mil personas durante el año escolar, y la mitad de eso durante el verano) estaba a una hora del centro de la ciudad de Los Angeles. Estábamos acostumbrados a sequías. Pero a la hora que llegué a Buchanan, estaba empapada de la cabeza al esmalte de uñas en los dedos de mis pies.

Había usado un vestido de verano. Me veía como una idiota.

Una idiota muy humeda.

Y mientras estaba ahí, golpeando el lado de la máquina de copias y goteando un charco en la horrible alfombra verde grisácea bajo mío, mi celular empezó a vibrar en algún lugar en las profundidades de mi bolso.

Gruñí y lo solté al piso para empezar una misión de búsqueda y rescate.

Solo había tres personas que realmente podrían estar llamándome-Andre Shepard, Hanna Pham, y mi papá.

Era Hanna.

-¿Por qué las barras de granola están por todo el piso del baño? -ella demandó, en lugar de un saludo.

-Perdón, -dije- el cajón de abajo se rompió. Estaba apurada.

-¿Llegaste a clase?

-Nop. Buchanan. Tercer piso.

-Ay, mierda ¿Ya es jueves?

Ya era, de hecho, jueves-de otra manera conocido como el último día para entregar tu artículo en el Daily, el periódico escolar de la Universidad de Garland. Nuestro editora en jefe quería una copia entregada en una caja en su escritorio para el mediodía.

Pero le salió mal, pensé.

Mi artículo iba a apestar no importa en que formato lo entregara.

La abominación en cuestión empezó a salir de la impresora a la velocidad de dos líneas por hora.

Suspire y pellizqué el puente de mi nariz.

-Estoy en el infierno -murmuré.

-Bueno, al menos lo terminaste, ¿verdad? -Hanna inquirió- Ellison no se puede enojar contigo si ya está hecho. Hiciste lo mejor. Eso es lo que cuenta.

Solté una risa sarcástica.

-Han, esto es lo peor que he escrito.

Y yo había escrito muchas fanfiction de los Jonas Brothers en la escuela secundaria, así que los estándares estaban muy bajos.

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⏰ Última actualización: Feb 16, 2023 ⏰

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