prólogo

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Mar 13/08/1789
Frontera norte de Ecuestria
18:30 hrs

El calor de su alrededor lo sofocaba
La intensidad del calor a su alrededor y el humo que entraba sin cesar a sus pulmones causándole una insaciable molestia.

La sangre manchando el suelo de un rojo carmín, pequeñas gotas de sangre volando por los aires como el rocío mañanero golpeaban su rostro y manchan su ropa.

Los cuerpos carbonizados de su camaradas habían creado una gran nube de cenizas la cuál le dificultaba ver más alla de cinco metros.

Evitando tropezarse y caer por los cuerpos desmembrados que regados por el suelo como margaritas en pradera le impedían pisar libremente.

Piernas, brazos, torsos y órganos estaban esparcidos por el campo dando un vista tan grotesca y asquerosa. Algo de lo más repulsiva posible, pero para el, esto era algo normal en su vida diaria, de esto trataba su trabajo.

Su caminar era lento y su mirada se mantenía en el suelo para evitar que cayera ante un descuido

A pocos metros hacia delante algo se movía entre los restos mientras pequeños susurros salían de el. Se trataba de un joven moribundo el cuál pedía ayuda

Quizás fueron el ruido de sus botas pisando el lodoso suelo que había llamado la atención del soldado el cuál lo miro rogando por ayuda

Inspeccionó su cuerpo en busca de alguna herida y valla que la encontró. sus piernas y parte del torso habían sido arrancadas durante la explosión

No supo que hacer cuando esté empezó a arrastrarse hacia su dirección, no quería involucrarse con el y mucho menos perder tiempo, quería encontrar al hijo de perra que había acabado con casi la mayor parte de su batallón

Pero al ver el rostro de aquel soldado no pudo evitar cerrar los ojos, aquel ser miserable que le rogaba por su ayuda no era nadie más que un buen amigo que había echo durante su estadía en los cuarteles militares.

Haber convivido con el había sido un liberador de aquel estrés que lo estaba agotando mentalmente. Ese chico le había regalado algunas buenas y agradables noches donde el alcohol y el tabaco los acompañaban asta que uno de ellos caía ante la intoxicación

Sintió lástima y la culpa invadió su cuerpo, no pensó que el estuviera entre las filas que habían sido atacadas

Con ello se detuvo y se arrodilló frente a el, tomando su mano sintiendo esa calidez qué solo ese hombre expulsaba

Una pequeña sonrisa salió de sus labios la cual fue correspondida con un incontables mar de lágrimas que salían de los ojos color zafiro

- porfavor ayudame-

Aquellas palabras llegaron a sus oídos débilmente, podía sentir como la calidez de su mano desaparecía gradualmente con cada segundo

Que debería hacer ante esta situación, no tenía planeado dejarlo morir en un lugar como este, suspiro y miro a sus alrededores en busca de algún objeto que lo ayudará en esta situación

A pocos metros delante de el, una espada totalmente rota cuál empuñadura de madera estaba totalmente quemada

Soltó la mano de su camarada y camino asta la espada, por un momento dudo en tomarla pero al oir un pequeño quejido de dolor la tomo con fuerza

Regreso al cuerpo moribundo y lo recostó sobre sus piernas. Miro como aquel muchacho solo miraba con una sonrisa aceptando el final de su vida

Descubrió su pecho rasgando las telas de su uniforme, la piel blanca acompañada de heridas sangrantes provocadas por la metralla

cuando te conocí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora