Siempre me dolía el cuello,
extraña
así me decían,
extrañas las manchas de mi piel.
Se burlaban, no les importaba
pero al final iban a sufrir
y mucho
por haberse burlado
por no haber escuchado
por haber pensado que siempre lo iban a ser
lo que no sabían
que en un futuro,
yo,
la extraña,
iba a estar muerta.