Emperatriz de otro mundo ✔

Capítulo 51

Lucretius dijo con orgullo. Fue ridículo.

"Soy un tipo muy comprensivo. ¡Mira cómo te trato! Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa que me pidas, ¡aunque ni siquiera me mires! "

"Oh, por supuesto..."

No me quedaba energía para discutir con él. Cuando vio mi expresión, se rió.

"Creo que si sigo adelante, te enojarás mucho".

"Tienes razón", le respondí con calma.

Se rió entre dientes y tiró de la cuerda junto a la cama para llamar a una doncella.

Continuó: "Sé que todavía no me crees, pero lo que siento por ti es genuino. Te lo demostraré. "

"¿Demuéstramelo cómo?"

Cuando lo miré con curiosidad, me susurró: "Pronto será una temporada de baile. Daré un banquete en tu honor ".

"¿Un baile?"

"Si. Será el más grande de este año. Se invitará a todas las figuras importantes de todo el mundo. Alguien que conoces también asistirá ".

"¿OMS?"

"Alguien que has conocido antes".

No pude averiguar quién podría ser.

"¿Es alguien que conozco?"

"Si. Es la sacerdotisa ".

Oh! Oh! Recordé. ¡Esa dama!

Ella era la que estaba presente en la sala cuando Lucretius se declaró nuevo emperador por primera vez. Si Lucretius era el hombre más guapo que había conocido aquí, entonces la sacerdotisa era la mujer más hermosa que había.

Tocó mi mejilla suavemente y susurró: "Ella es el símbolo de nuestra religión Aos. Se cree que Aos comenzó incluso antes del comienzo de nuestra historia ".

"¿Y cómo probarías tus sentimientos con eso?"

"Lo explicaré. El mayor tesoro de Aos es el registro de todos los sacerdotes y sacerdotisas de la historia. Incluye todo lo que ha sucedido en esta tierra ".

Me sorprendió. Él sonrió vagamente y continuó, "Si alguna vez hubo una persona que vino de un mundo diferente como tú, podría haber un registro de ello. La sacerdotisa es la única que tiene acceso a este registro ".

Mi mente se convirtió en una confusión. No podía entender por qué me estaba dando voluntariamente esta información.

Si sus sentimientos por mí fueran genuinos, entonces no querría que me fuera. Ese fue mi mayor miedo. ¿Y si no me deja ir? Tenía miedo.

Estaba equivocada. Realmente me estaba ayudando a regresar a casa como prometió. Lo estaba haciendo incluso antes de que yo cumpliera mi parte del trato, que era ayudarlo a frustrar a la emperatriz viuda.

Me mordí los labios, que estaban secos.

Le pregunté bruscamente: "¿Por qué?"

"Como acabo de decir, quiero que me elijas voluntariamente. Esto significa que tengo que ofrecerle todas las opciones posibles. Para decirte la verdad, no creo que ni siquiera la sacerdotisa pueda encontrar la manera de que regreses. De todos modos, también será ventajoso tener una buena relación con la sacerdotisa ".

No supe que decir. Si aceptaba esto como prueba de su sinceridad, significaba que tenía que reconocer sus sentimientos por mí.

Después de unos segundos de silencio, le pregunté: "¿Qué es lo que quieres a cambio?"