I: la separación

6 0 0
                                    

Un domingo por la tarde del mes de marzo, trascurría con normalidad: la temperatura elevada típica de aquella ciudad, el sol abrazador que empezaba a ocultarse en el horizonte generando tonos rosáceos en el cielo, incluso el usual bullicio proveniente de las calles. Todo el mundo era consciente, gracias a las noticias, de la nueva pandemia que se había descubierto el año pasado y que hacia tan solo algunas semanas se había empezado a esparcir por todo el mundo; nadie lo esperaba, pero ese día, se declaró una cuarentena.

Las personas debían quedarse en sus casas, y para evitar que salieran, les llevaban el alimento que requerían para sustentarse semanalmente mediante unos drones (los cuales se encargaban de hacer el "procedimiento" que requerían las autoridades sanitarias), las clases se daban mediante otras metodologías, el transporte aéreo y terrestre se había paralizado. Jamás, desde hace por lo menos unos 50 años, se había visto el cielo sin el concurrente tráfico en las vías aéreas por donde transitaban los vehiculopropulsores y las calles estaban desérticas, a excepción de algunas aves que volaban en los cielos despejados, o algunos robonautas que supervisaban los perímetros.

Glitza estaba esperando la hora de descanso para poder comunicarse con su amado Vernon, él desafortunadamente debía abandonar su hogar y mudarse a unas estancias en la planta alta de la Colmena, estaba claro que debía exponerse a los peligros de la pandemia, y su trabajo era muy importante para mantener el orden de la ciudad, lastimosamente, el corazón de la colmena era tan compacto que no le permitía desplazarse hasta su casa para trabajar desde allá. Era un poco irónico que la actual tecnología aun no era suficiente para detener aquel virus, diariamente mostraban en las noticias como en los laboratorios mas sofisticados, esos que se encontraban en el panel de las nubes, y que habían logrado hace unos años procesar el vapor de las nubes para producir agua potable, el mismo que había podido crear paneles luminosos capaces de hacer radiografías instantáneas, ese que había creado centenares de artefactos capaces de facilitar la vida humana; no habían logrado encontrar la manera de parar ese virus que parecía evolucionar y hacerse mas fuerte con cada día que pasaba.

Glitza era una científica de aquel laboratorio, pero, por la flexibilidad de su trabajo, podía continuar trabajando desde su casa; pero eso solo la impacientaba más, saber que su amado salía y se exponía a los peligros de ese monstruo que no habían podido domar, y que no estaba en sus manos hacer algo, porque no podía... Aun recordaba cuando se conocieron en una capacitación sobre desarrollo de sistemas operativos, recordó las sonrisas que compartieron en la estación del ferrocarril aéreo, recodo cuando en aquel parque entre las nubes él le dijo "quiero que seas mi compañera de vida para siempre" y sonrieron porque sabían que, aunque no podrían pasar mucho tiempo juntos, ellos se amaban y eso no les iba a impedir estar juntos nunca, porque siempre (incluso en la distancia) sus almas iban a estar juntas. Recordó que una noche de amigos él les había dicho al grupo "Para seres que se aman y que simultáneamente entregan su ciencia y su energía en ramas diferentes de la actividad humana, el disfrute del amor durante las etapas vacacionales es mucho más intenso, Es mejor entregar totalmente cuerpo y alma en el rito maravilloso del amor que perturbar el éxtasis con una palabra, un gesto o un pensamiento que denuncien nuestra vinculación mental con otro sitio" se debía aclarar que él en ese momento estaba pasado de copas, pero que le había parecido lo mas bello que a ella le hubiesen dicho. Recordó los viajes que habían pasado juntos, viajes que parecían en nuevos mundos, mares huracanados de color violeta, o selvas brillantes como la esmeralda. No sabia como iba a tener las fuerzas para visualizar su rostro a través de la pantalla traslucida y saludarlo después de algún tiempo.

Finalmente, el reloj marco la hora indicada y un rayo de luz se reflejo desde la mesa hacia el techo, mostrando la figura desde la cabeza hasta la mitad del pecho de un Vernon ojeroso, pero con una sonrisa brillante, que sostenía la mirada holográfica justo hacia ella. Ella no lo noto hasta unos segundos después, a través de ese traje de seguridad, a través del vidrio blindado y reforzado de su careta, podía apreciar como se empañaba un poco debido a las lagrimas que se asomaban en el rostro del muchacho.

Él por su parte, la apreciaba en una inmensa pantalla bidimensional que se reflejaba en la pared al frente de la mesa donde él se encontraba, podía apreciar detrás de ella algunos códigos, algoritmos e infinidad de opciones y botones que usaban para mantener viva a la colmena, vio como ella no se molestaba en ocultar el torrente de lagrimas brillantes que se deslizaban en sus mejillas, entonces sus labios se abrieron pero ella no dijo nada, sus palabras no salían, pero se esforzó y le dijo: Vernon querido, te deseo suerte, te esperaré y te aseguro que saldremos de esta. El casi de inmediato le respondió: Glitza, no te preocupes, cuando todo esto se termine, cuando me dejen salir de aquí, cuando este virus y la cuarentena por fin se acaben, te prometo que iré directo para casarme contigo, ya no hay que esperar mas tiempo...

Luego de eso, se escucho una alarma y lacomunicación se cortó, el tiempo de visitas y charlas había terminado, y debíanvolver a trabajar. 

Glitza en los tiempos del coronavirusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora