Diez segundos

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Disclaimer: Los personajes pertenecen a Kishimoto-sensei. 

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En la aldea se vivía un ambiente de fiesta y alegría, a pesar de que ya tenía un tiempo en Konoha, a Temari nunca le dejaba de sorprender esa aura luminosa que envolvía a todos durante esa época.

Las calles repletas, encendidas y llenas de personas felices haciendo compras de último momento la emocionaban, en Suna no se vivía algo parecido. En su aldea no se dejaba ver la fina nieve que se formaba por todo el lugar, era de pronto esa la ventaja de que su mundo se expandiera. Y aunque parte de su alma y corazón se encontraban lejos, otra pequeñita estaba justo durmiendo en sus brazos.

Shikadai ya tenía más de un año y actualmente se encontraba en su etapa más activaba para locura de sus padres. Y principalmente era todo un problema para Shikamaru, porque hacía poco tiempo el bebé había descubierto que era capaz de manipular sin querer pequeñas sombras y al parecer sentía afición por las que dejaban los pequeños shuriken y kunais que tenía Shikamaru regados por toda su casa, los cuales terminaban por enterarse cerca de las puertas cada vez que Shikadai emocionado se daba cuenta que su padre estaba por cruzarlas.

A Temari le había parecido divertido al principio, pero su hijo cada vez tenía más precisión por lo que ya resultaba bastante peligroso. Y aunque estaba orgullosa del talento de su bebé, la rubia obligó a Shikamaru, después de una reprimenda, que se encargara de guardar y poner cualquier objeto peligroso a buen recaudo.

De vuelta en plena calle principal, la rubia y su pequeño buscaban la vieja tienda donde comprar aquel regalo que Temari deseaba obtener para compartirlo con Shikamaru, uno que había descubierto hace poco en una de sus salidas con las chicas. Al verlo en aquel momento, de inmediato por su mente comenzaron a pasar imágenes de su tierna infancia, fue como volver el tiempo y verse de nuevo en Suna un tiempo antes de que naciera su hermano menor.

Al entrar a aquel antiguo lugar, encontró a primer vistazo lo que quería. Sin dudarlo lo cogió y se dirigió donde el amable encargado, quien al final envolvió el objeto en un lindo papel de regalo. Feliz con su compra se marchó por la salida sin no antes hablarle a su niño.

- Bebé, esperemos que tu padre llegue pronto a casa... - le susurró al pequeñito que seguía dormido en sus brazos - verás que estará encantando de la sorpresa que le tenemos.

Y asi rápidamente camino rumbo a su casa, donde tenía todavía muchas cosas por preparar.

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Shikamaru recorría el blanco camino que lo llevaba a su hogar, podía sentir el frío helado tocarle el rostro. A pesar de estar envuelto en una gran chalina y usando aquellos guantes que su mujer alguna vez le había regalado cuando eran más jóvenes, se percibía que la temperatura había bajado a medida que entraba el invierno.

Ese día había estado muy ocupado, pasó su mañana metido entre papeles en las oficinas principales del Hokage, incluso en fiestas las misiones y pedidos de ayuda de otras aldeas no dejaron de llegar por lo que tuvo que trabajar.

Luego por la tarde fue hacer algunas compras que Temari le había encargado. No comprendía por que su hijo necesitaba tantos juguetes pero su mujer al parecer discrepaba con él, así que tuvo que cargar una gran cantidad de bolsas antes de detener en la casa de su madre y recoger un tanto más.

Con todos esos paquetes caminó por todo el recinto de viviendas del Clan Nara, sin olvidar que tuvo que pasar por la zona de los ciervos y dejar algunas indicaciones a los jóvenes novatos que se encargarían de ellos esa noche.

Cuenta regresiva para medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora