Capítulo 15

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Me pasé el resto del sábado intentando distraerme, quiero estar muy segura antes de tomar una decisión. Ya me equivoque una vez no quiero arrepentirme luego. El sonido de mí teléfono me alertó de un mensaje.

"Hola bonita, fui secuestrada por el imbécil de Aiden. ¿Puedes creer que se puso celoso de mí amigo Cristian? Lo más gracioso es que cris es Gay, Aiden es un idiota. Como te decía me trajo a Barcelona, así que cualquier cosa que necesites me avisas que estoy en cinco allá. Eres fuerte Astrid y la decisión que tomes será la correcta.

Un consejo: escucha a tu corazón no a tus pensamientos.

Bye. Julia"

Sonrío y le contestó.

"Hola, quédate tranquila ¡Diviértete con tu futuro marido! Estoy pensando todavía, no tome una decisión pero tendré en cuenta tu consejo"

Una parte de mí no quiere enfrentarlos todavía. ¿Qué pasa si no me perdonan? O ¿Si ya conocieron a alguien? ¿Si no me creen que estoy verdaderamente muy arrepentida?

Si no me creen, me rompería en pedazos, más de lo que mi corazón está.

Estoy asustada. ¡Qué digo! Estoy aterrorizada pero no puedo ocultarles que estoy esperando un hijo suyo, porque de eso no tengo duda que es suyo.

¿Saldrá con sus ojos?

En el celular puede ver mi reflejo. Ya no me parezco a la Astrid de siempre, mis ojos ya no tienen ese brillo especial que me caracteriza, tengo unas ojeras horribles y mi cara está un poco pálida.

Lo único que no cambió en mí ganas de comer, aumentaron más con mí embarazo. Miro la pulsera que tengo en mí muñeca.

<<Es hora, Astrid>>

Me levanto de la cama decidida. No puedo perder tiempo.

—Agatha.

Silencio es lo que obtengo.

¿Quizás si lo digo más fuerte?

—¡Agatha!

En frente mío una luz blanca se va haciendo más intensa, maravillada veo que salió de la pulsera.

—Aquí estoy. ¿Para qué me necesitas? — Me pregunta Agatha, parpadeó saliendo de mi asombro — ¿Cómo están?

—Bien...¿Espera? — la miro confundida — Ya lo sabías, ¿No?

—Lo supe cuando entraste a mí cabaña.

—¿Y por qué no me dijo nada?

—Porque tú ya tomaste una decisión y te diste cuenta de tu error sola. ¿Pero qué te hizo darte cuenta?

—Mí embarazo. No soy feliz acá. Me arrepiento.

—¡Exacto! ¿Entonces quieres volver?

—Si.

—Perfecto, no perdamos tiempo, dame tu mano.

—¿Para qué? — consulto confundida.

— Nos teletransportaremos.

—Oh, genial.

Ríe suavemente al oír mi voz temblorosa.

—Te vas a marear un poco — sus manos toman las mías — cierra los ojos.

Al cerrar mis ojos siento como si bajarás de un ascensor rápidamente. Mí respira se acelera, abro la boca inhalando y exhalando para calmar este mareo. Abro lentamente mis ojos y observo que me encuentro en la habitación que desperté al principio.

—Gracias — giro mí cabeza a los lados buscando a Agatha.

—Suerte — un susurro proviene de la pulsera y el color negro de esta desaparece convirtiéndose en una pulsera totalmente blanca.

Sonrío y me preparo para enfrentar a dos hombres lobos. Armándome de valentía, recorro el pasillo y me detengo enfrente de su despacho donde se oyen sus voces.

Con la mano temblorosa tomó el picaporte y lo giró lentamente. Empujó la puerta e ingresó.

Los ojos negros de ambos chocan con los míos y un silencio sepulcral se instala en la habitación. De pronto me siento como si me estrujaran violentamente el corazón.

Verlos hace que me den ganas de llorar, deben ser las hormonas.

—¿Cómo...? ¿Qué haces aquí? ¿Quién te trajo? — quiere saber, Alex serio — ¿Tu mundo no es tan perfecto o vienes a usarnos de vuelta?

Los observo ambos tienen unas ojeras, el pelo todo revuelto y los ojos rojos de tanto llorar.

Cierro los ojos y cojo aire.

<<Tú puedes>>

—Por favor...

—¿Por favor, que? No queremos verte.

—Sé que me equivoque. Solo quiero explicarles todo ¿Vale? Si después de escucharme deciden que me vaya, me iré y no volveré a molestarlos — les aseguro.

Comparten una mirada y Axel asiente con la cabeza.

—Te escucho. — Alex me observa de brazos cruzados.

—Yo de verdad lo siento muchísimo.

—¿No crees que es demasiado tarde?

Olvido el dolor que me hace sentir sus palabras, sé que quiere que sienta lo que ellos sintieron.

—No creo que sea demasiado tarde, sé que usarlos estuvo mal y me siento una idiota por creer que estaba tomando la decisión correcta — confieso mirándolos a ambos — estoy arrepentida, perdónenme. Es que me negaba a la idea de dejar todo lo que luche por ustedes, creyendo que mi felicidad era mi sueño, pero no es así —niego con mi cabeza y me abrazo a mí misma—porque no paré ni un día de pensar en ustedes, me hicieron sentir completa — sollozo — y no quiero perderlos, realmente lo siento, sé que me odian...

—No, no te odiamos.

—Yo no pretendía hacerles daño, de veras. Nunca quise — suspiro — estoy aquí frente a ustedes siguiendo lo que mí corazón me dicta y me dicta que no los deje, que luche. Así que.... ¿Me perdonan?

Silencio.

Un silencio horrible.

Los miro y el dolor en sus ojos me parte en pedazos, dejó escapar un suspiro tembloroso y tragó saliva con fuerza y giro lentamente. Más lágrimas cayeron de mis ojos rodando por mis mejillas.

Limpio mis lágrimas con el dorso de mí mano y me volteó, camino hacia la salida vacilando, pero antes de abrirla una mano toma mí brazo deteniéndome.

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AstridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora