-Max, despierta ya llegamos.-
Me levanto mi madre golpeando mi hombro.
Al mirar por la ventanilla pude notar que ya era de noche.-¿Ya es de noche?- Dije frotando mis ojos.
-Así es, así que apresuremonos para llegar a tiempo a la casa de mi amiga -
-No me dijiste ni el nombre de tu amiga, mamá.-Dije guardando las maletas en el taxi.
-Oh, tienes razón. Su nombre es...-
-¡Elizabeth!-
Nos sorprendió ese grito de lejos y volteamos a ver, note que mi madre empezó a correr a su dirección.
-¡Samanta!-
Con que así era su nombre. Ellas se abrazaron y rieron, parecían adolecentes. Luego se acercaron a mi.
-Tú debes ser Max, ¿verdad?- Dijo acercándose a mi.
-Así es, soy Max.- Respondí con una sonrisa nerviosa.
-Oh, cómo has crecido. ¿Cuántos años tienes Max?.- Dijo acercándose a mi.
-Tengo dieciocho...- Respondí algo serio.
-Ya eres todo un hombrecito. -
La amiga de mi madre me ponía nervioso, no dejaba de hablar ni por un momento.
-Elizabeth, ¿Que haces metiendo tus maletas en un taxi?-
- Íbamos a tu casa.- Respondió mi madre.
-Yo los llevaré, Max por favor saca las maletas del taxi.- Dijo y se fue.
Mierda.
-Tu amiga es muy rara.- Dije sonriendo.
-No es rara Max, solo está feliz por verme y conocerte.- Respondió mi madre riendo.
Al bajar las maletas note un auto de alta gama acercándose a nosotros.
- Muy buen auto- Susurré.
- ¡Elizabeth!, ¡sube tus maletas! -
El auto era de ella, de la amiga de mi madre.
- Mira ese auto Max, es increíble - Dijo mi madre llevando sus maletas.
Coloqué las maletas en la parte de atrás del auto y nos dirigimos a casa de Samanta.
Durante el viaje pudimos notar muchos restaurantes elegantes de muchas estrellas y también muchas parejas agarradas de las manos y abrazándose. Tal vez Jackson tenía razón Francia es un lugar romántico.
Las personas aquí se veían muy sonrientes y las calles muy iluminadas era tan tranquilo.
Al desviar la mirada note que mi madre también estaba mirando por la ventana. Estaba pegada a la ventana y sonriendo, parecía una niña pequeña, no pude evitar sonreir.- Es bonito,¿No?- Preguntó Samanta.
- Es bellísimo- Respondió mi madre.
- Les encantará París. - Dijo deteniendo el auto.
Al mirar para el costado pude ver una casa enorme y con una estatua en la entrada.
- ¿Es una broma? - Susurré.
- Max baja las maletas, yo le llevaré a tu madre a comprar cosas. -
Era muy mandona, al menos un "Por favor".
- Está bien. - Respondí serio.
Baje las maletas y se fueron, al mirar la casa me di cuenta que estaba solo.
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Lágrimas de hielo
RomanceDiviértete leyendo esta historia de un adolescente lleno de romances, tristeza, emociones, confesiones y muchas cosas más, espero que se diviertan tal como yo lo hago escribiendo y demostrando la imaginación que pueda tener una persona de mente abie...