VII.

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No es una cita.

No es una cita, se dice a sí mismo y a las mariposas en su estómago, es sólo un trabajo, una rutina mundana de recoger y dejar, sólo un cliente.

Pero es Suga, su corazón canta aleteando como las alas de un pájaro en su jaula de desgarro, es Suga insinuando una salida a una cafetería con él preguntándole cómo le gusta su café. Él no es estúpido. Las cosas han cambiado entre ellos, puede sentirlo. El cambio es sutil y silencioso. Algo tierno se construye entre ellos. Son las miradas suaves que calientan su corazón, las dulces sonrisas que iluminan su día y los toques ligeros que aún siente horas después. Son los momentos en los que el Dragón merodea los que cautivan sus sentidos, pero se siente más atraído por él cuando el fuego se apaga y Suga lo invita a su espacio compartiendo su calidez y luz.

Las cosas siguen cambiando entre ellos y Seokjin quiere que lo hagan. Espera que Suga lo quiera, también.

———

En estos días, se saludan con miradas abiertas y palabras tranquilas, y finalmente rompen el contacto con sonrisas persistentes para subir al auto. El viaje es silencioso y la mirada incesante de Suga le pone la piel de gallina –estas cosas no cambian.

"Espera aquí", le dice Suga y sale del auto para la cafetería. Con los dedos tamborileando en el volante, Seokjin espera, nervioso, define y redefine una cita en su cabeza, reflexiona si esto se clasifica como tal. Suga regresa, naturalmente subiéndose al asiento del pasajero. Seokjin se sonroja al aceptar al americano con ojos que no puede levantar para encontrar los de Suga y una sonrisa que no puede reprimir. Los dedos se rozan, el silencio persiste, el aire se llena de olor a café y miradas tímidas, sonrisas poco contenidas que se esconden detrás de los vasos. Pasan los minutos y la bebida caliente se hunde, calentándolo y calmando su estómago. Empieza a relajarse y disfruta de la tranquilidad. Aquí, en sus confines familiares donde él es el Rey y el Dragón, un huésped dócil, se siente seguro y en paz y no quiere nada– sólo esto, sólo él.

"¿A ti–," comienza Suga, rompiendo el silencio. Seokjin abre los ojos y lo mira expectante. Suga se aclara la garganta, con los ojos fijos en su vaso. "te gusta lo que haces?"

Seokjin levanta las cejas, "¿Te refieres a mi trabajo?"

"Sí." Suga lo mira con los ojos entrecerrados mientras toma otro sorbo e inclina la cabeza hacia atrás. Bebe con un ligero puchero y traga con una sacudida de su nuez de Adán, la mandíbula definida y el pendiente balanceándose con el movimiento y– es realmente difícil de responder porque no puede recordar la pregunta. Ahora, Suga le presta toda su atención bajando el vaso. Piensa, Seokjin. Parpadea, separa los labios.

"Lo hago." Tose levemente. "Me gusta conducir. Es agradable conocer cada rincón de la ciudad de esta manera." Levanta una mano hacia la ventana y pasa un dedo por el marco. "Es un trabajo mundano, de verdad. Pero es conveniente." Se encoge de hombros. Suga lo mira.

"¿Cómo te convertiste en conductor? ¿Qué estabas haciendo antes de eso?" Su corazón cae por la dirección que está tomando esta conversación. Devuelve su mirada a las calles frente a él. Es gris por fuera y el cristal tintado no ayuda. Las hojas de otoño bailan en el viento, las nubes cubren el cielo prometiendo lluvia. Los transeúntes se apresuran sin demorarse, con los hombros encorvados contra el frío. Dentro del auto, es cálido, teñido suave, un refugio seguro y un refugio seguro contra cualquier tormenta excepto para la que está en su corazón. Por una fracción de segundo se pregunta si Suga realmente quiere saber o si esto es sólo una pequeña charla mundana con él. Sin embargo, no importa, porque él no lo dirá, no puede decirlo. Nunca antes había compartido esta parte de él con nadie. Aunque quiere confiar en Suga, esperanzado de que él escuche y comprenda– tiene miedo de manchar ese algo que se está construyendo entre ellos con las palabras equivocadas, el toque equivocado.

breathing fire | ksj + mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora