Especial Acapulco y Manila

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¿Cómo se conocieron? (+ confesión)

Año 1565, Nueva España, Acapulco

Acapulco había recibido noticias de que un galeón proveniente de Manila, Filipinas vendría y que era casi seguro que Manila, la representación, estuviera en el galeón, el acapulqueño estaba feliz, no tenía muchos amigos, en ese momento, su único amigo era Taxco, quien siempre ha estado con él desde que se conocieron, ambos estaban en el puerto, esperando, el galeón debería de llegar en unos momentos

—¡Acapulco, mira!—La voz de Taxco hizo que el mencionado mirara hacia el mar, un gran galeón se acercaba a la costa

Ambos chicos se emocionaron rápido, Acapulco contuvo sus ganas de dar unos pequeños saltos de alegría con tal de guardar la compostura, minutos después el galeón ya estaba anclado a la costa, empezaron a descargar y salió un joven chico, quien se acercó a los otros dos jóvenes, para desgracia del acapulqueño, se quedó trabado sin poder hacer o decir nada

—Un gusto en conocerte, Manila, bienvenido a Acapulco—Taxco al hablar le dio un poco de tiempo a Acapulco de reaccionar
—¿Tú eres Acapulco?—Pregunto Manila, no esperaba ver a dos chicos
—No, mi nombre es Taxco, solo vine a acompañar a mi amigo—Taxco le dio un codazo a su amigo, haciéndolo reaccionar por completo
—A-ah si, yo soy Acapulco—Acapulco extendió su mano en forma de saludo, saludo correspondido por Manila, hubo un silencio, más no parecía un silencio incómodo
—¡Oh, que distraído! Olvidé que debía hacer algo importante, adiós—Taxco se alejo rápidamente del lugar
—¡T-Taxco! ¡HIJO DE... ugh!—Acapulco no logró insultar a su amigo pues este ya estaba lejos
—Uhm, ¿te importaría mostrarme el lugar? El galeón parte mañana—Manila llamó la atención del acapulqueño
—¿¡qué!? ¿¡Mañana!? ¡Es muy poco tiempo!—Acapulco hizo un puchero, suspiro triste—Bueno, eso no evitará que te mande cartas—Pensó el acapulqueño... En voz alta
—Ni evitará que venga la próxima vez que el galeón venga—Agregó el de origen filipino, el acapulqueño se sonrojo de vergüenza al ver que pensó en voz alta
—Entonces, vámonos ya—Así, Acapulco le mostró todo (o lo más posible de) su territorio a Manila

Durante casi 60 años, se mandaban cartas que atesoraban con amor, Manila quería conocer más allá del puerto de su amigo pero el galeón siempre partía al día siguiente de su llegada, por más que deseara ir a conocer más allá, el tiempo no se lo permitía, no podía hacer un viaje y regresar antes del amanecer, que es la hora a la que partía el galeón, y tampoco podría quedarse más días, ya que se le permitió ir con el galeón, con la condición de siempre volver con este.
Sin embargo, durante casi 10 años Acapulco no tuvo noticia alguna de Manila, no respondió ninguna carta y mucho menos venia con el galeón

—¿Habré hecho algo mal?—Acapulco estaba a punto de llorar, sentado en su cama abrazando una almohada mientras era escuchado por Taxco, que tomaba un poco de café en la pequeña mesa que estaba en la habitación
—Tal vez ha tenido muchas cosas que hacer—Sugirió Taxco para calmar a su amigo
—Pero siempre se hace tiempo para venir con el galeón—Acapulco, a este punto, comenzó a derramar algunas lágrimas
—En algún momento llegará o puede que las cartas que enviaste se hayan perdido en el camino y él cree que estás enojado con él—Volvió a sugerir el taxqueño—Se terminó el café—Murmuró el taxqueño mirando su taza vacía
—¡¡HAZME CASO Y DEJA DE PREOCUPARTE POR TU ESTÚPIDO CAFÉ!!—Gritó el acapulqueño aventabdo la almohada al taxqueño—¡Tengo una gran idea! ¿Cuándo viene el próximo galeón?
—Creo que viene mañana—Respondió el taxqueño
—Iré con el galeón, volverá a Manila, iré a buscarlo—El acapulqueño estaba decidido
—¿Seguro? Suena algo peligro e irresponsable... Al diablo, haz lo que quieras, solo no mueras—Taxco sabía que no podría parar a su amigo, por lo que sólo (a su manera) le pidió que tuviese cuidado

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