1. I'm All Alone and...

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ADVERTENCIA

Mis historias no suelen ser de romance y pueden herir la sensibilidad de algunas lectoras. Se recomienda total discreción, amplio criterio y una buena comprensión de lectura.

DISCLAIMER

Los personajes de Candy Candy pertenecen a Mizuki e Igarashi. Esta historia ha sido escrita sin fines de lucro, solamente por entretenimiento. El registro cubre únicamente la trama de este fanfic.
Esta prohibida la reproducción total o parcial de este fic.

••• • •••

Ella suspiro mientras terminaba el vaso de Egg Nog que Annie le había servido y que sin duda, le ayudo a recobrar un poco de calor.

La fiesta continuaba y aunque al inicio se sintió desubicada, fuera de su zona de confort y hasta obligada a asistir; había terminando por contagiarse con todo aquel ambiente. En cada rincón de aquella gran casa aún había mucha gente celebrando el año nuevo y entre estos, alguno que otro aún le daba un abrazo como demostración de su felicidad y afecto, además de pronunciar los típicos buenos deseos para el año que apenas comenzaba.

Estaba feliz, mientras Albert le acompañaba en la pista de baile.

—Pequeña; mis deseos para ti, son casi inexplicables —la rubia volvió a sonreír.

—Pero Bert; eso no es nada especifico. ¿Cómo sabré si lo que me deseas es bueno o no? Incluso podría ser algo que no me convenga para nada...

—Ok. Veamos... —hizo una ligera pausa, mientras organizaba sus ideas—. Si lo que quieres es algo concreto; deseo que este año que acaba de comenzar, finalmente encuentres al amor de tu vida...

—Lo siento... —al escucharlo, no pudo evitar detenerse y pisar a su compañero de baile, mientras le miraba fijamente, para luego sentirse avergonzada por el pequeño incidente.

—Descuida —sonrió y espero, sin que le importaran las demás parejas que bailaban a su alrededor—. Estoy convencido de que este año, ambos encontraremos el amor. Tal vez hasta deberíamos hacer una apuesta respecto a quien se casara primero —finalmente la rubia rio, carraspeo y volvió a sostenerse de él, para reiniciar el baile.

—Deseo lo mismo para ti —musito, ocultando la mirada por un instante—. Deseo que seas feliz y que al fin tengas la familia que tanto mereces tener. No me gusta saber que siempre estas solo, incluso a veces siento que te he dejado abandonado.

El empresario pujo al sonreír y lamentó que la melodía terminara, mientras Archie ya estaba al lado de su pequeña, esperando por ser quien ahora bailaría con ella.

Se retiro con calma, sintiendo todas las miradas sobre él y cuando se ubico junto a George, se percato de que aquella rubia no dejaba de mirarle en cada oportunidad que tenía.

Entonces lo notó.

Ella había estado tranquila y feliz, sin embargo, ahora, en aquellas pupilas podía notar un reflejo de dolor, a pesar de la sonrisa que dibujaba en su rostro.

Exhalo sin poder evitar voltear a otro lado y contagiándose de aquella melancolía.

¿Era posible tan veloz cambio de actitud en ambos?

No estaba seguro, pero gracias a uno de los socios fue que no tuvo demasiado tiempo para pensar en ello, no tuvo otra opción más que al menos esperar a que Archie ayudara a reanimarla.

—¿Qué opinas?

—¿De qué? —ni siquiera había prestado atención a una sola de sus palabras, pero eso solo hizo reír a su nuevo acompañante.

—Gatita; ¿En que estás soñando? —su respuesta fue una sonrisa traviesa—. Acabo pedirte ayuda. Quiero pedirle matrimonio a Annie, pero no estoy seguro de como hacerlo.

—¡Archie; es en serio!

Su sonrisa se volvió a ampliar y no pudo más que soltarle mientras se llevaba las manos a la boca, como un inútil intento por ocultar su emoción aunque ella no fuera la futura novia.

—Por supuesto —bajo la voz—. Solo déjame pensar en algo —noto a Annie acercándose—. Pero justo ahora, creo que deberías bailar con ella —con un simple movimiento de cabeza le mostró a la chica de la que hablaban e inmediatamente aquel elegante joven cambio toda su atención hacia aquella de quién esperaba que fuera su futura esposa.

Satisfecha, Candy suspiro con alivio al mismo tiempo en que su sonrisa se borraba por breves instantes e intentaba ubicar al patriarca.

Seguía ocupado.

Quizá esa era la oportunidad que esperaba para escapar desde el momento en que él pronuncio su deseo de año nuevo.

Tratando de fingir, lentamente se acerco a las escaleras y antes de huir a su alcoba, corroboro que tanto el rubio como su primo continuarán manteniendo su interés en cualquier cosa o persona que no fuera ella. Entonces comenzó a subir los escalones, aprovechando la melodía que recién comenzaba.

Se supo victoriosa cuando llego al pasillo que daba a su pieza y decidió que era buen momento para dejar de sonreír.

Entro a su recamara sintiéndose estúpida, débil y cobarde, cerro el pestillo como precaución. De su maleta saco una pieza de papel que estaba perfectamente doblada y a la cual desdoblo con suma precaución, antes de sentarse en el suelo y sacar el resto de recortes de periódico que conservaba ocultos, al fondo de su equipaje.

—Encontrar al amor de mi vida... —musitó mientras que con los dedos dibujaba las letras principales de aquel trozo de periódico con su rostro dibujado—. Mi Romeo...

Sintió ganas de llorar, sintió que había pasado demasiado tiempo desde entonces y lamentó aún no poder olvidarle del todo.

Paseo la mano derecha, delineando el rostro de aquel joven que en sus brazos sostenía a una Julieta que nunca pudo ser ella.

—Terry...

Muchos recuerdos pasaron por su mente y sonrió con melancolía al mismo tiempo en que el reloj anunciaba la una.

¿Qué estará haciendo él en ese momento?

—¿Pensara en mí, como lo hago yo?

No pudo evitar suspirar y desear verlo una vez más.

Consternada con toda aquella mezcla de sentimientos, fue hasta su ventana y pudo notar a Annie sosteniéndose del brazo de Archie.

—Se van a casar... —musito, incapaz de sonreír.

Tal vez, si aquel día, aquellas luces no hubieran caído...

Tal vez ahora ella estaría casada, con él.

Por instinto volvió a voltear hasta el sitio en donde dejo sus recuerdos.

—Sería una locura...

Dibujo una tímida sonrisa, mientras que una traviesa idea cruzaba por su mente.

—Lo haré...

Era ahora o nunca y con gran velocidad regreso todo a su maleta, para después salir de su alcoba y correr hacia las escaleras del servicio, para después entrar a la oficina de Albert y cerrar el pestillo.

—Es ahora o nunca —repitió.

Sintiendo que el corazón estaba por salirse de su pecho y levantando la bocina del teléfono que su querido príncipe tenía sobre su elegante escritorio.

No sabía si aquella locura tendría al menos un poco de éxito, ni siquiera estaba segura de conseguir comunicarse.

Aun así, al menos tenía que intentarlo.

—¿Operadora? A Broadway...

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Lo prometido es deuda.
Feliz navidad a todas 😘
Besos
Monse

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