El pitido del despertador lo sacó de su profundo sueño, provocando que su corazón dé un vuelco ante el repentino ruido irrumpiendo el silencio. Con pesadez, intentó despegar sus pestañas, pero los rayos de sol veraniegos que se colaban a través de las cortinas lo forzaron a apretarlas nuevamente, y, no satisfecho con ello, escondió la cabeza debajo de las sábanas, huyendo de la luz del día.
Aquella mañana, la pereza en su cuerpo era más insoportable de lo habitual, puesto a que el evento que ese día acarreaba marcaría un antes y un después en su vida, o al menos eso le decían todos. La verdad era que a él le importaba un comino su primer día como estudiante de tercero de preparatoria, por ese mismo motivo, en la noche previa no se preocupó por irse a dormir temprano, y ahora estaba sufriendo las consecuencias. Aún oculto bajo las suaves telas que envolvían su cuerpo, se animó a sacar un brazo al exterior y con torpeza apagó el aparato que chillaba rogándole que se levantara de la cama.
El silencio volvió a inundar su cuarto, a excepción del aire acondicionado, cuyo motor hacía un leve sonido al encontrarse encendido. Del otro lado de la ventana se oía a los pájaros cantar, anunciando el comienzo de un nuevo día. El pacífico escenario le trajo tal sentimiento de confort al adolescente que decidió dejarse llevar por él.
«Solo cerraré los ojos otros cinco minutos» se prometió a sí mismo, antes de caer dormido por unos largos cuarenta minutos que se sintieron demasiado cortos. Y pudieron haber sido más de cuarenta de no ser por los gritos histéricos de su madre, quien lo despertó a los golpes mientras exclamaba lo irresponsable que era.
Con su humor totalmente arruinado y con la palma de su madre marcada en la mejilla izquierda, se dirigió al baño dispuesto a cepillarse los dientes y arreglarse lo más rápido posible, si es que quería llegar a un horario decente a la primera clase. En el trayecto se topó con su hermano mayor, Sanemi, quien salía de su habitación con el cabello revuelto y una terrible expresión de estar recién despierto. No hacía falta preguntar, todo indicaba que ambos se encontraban en las mismas.
—Buenos días —saludó el menor, cuidando su tono de voz, estaba al tanto del mal humor que su hermano cargaba por las mañanas. Sin embargo, éste apenas lo miró, frunció el ceño y se largó de allí dando zancadas, demostrando su molestia.
Lo dejó pasar, después de todo, ya estaba acostumbrado a la actitud de su hermano. Una vez adentro del baño, hizo de lo suyo y se detuvo un momento para observarse al espejo. No había caído hasta ese entonces en el aspecto deplorable que llevaba; cargaba unas ojeras que lo hacían ver como un mapache, pero más feo, y su cabello desarreglado y maltratado no ayudaba a su causa, solo Dios sabe cuándo sus hebras vieron por última vez un par de tijeras. Apartó la mirada, disgustado. No quería seguir viendo algo que no le agradaba.
Salió del baño y se encaminó a la cocina, donde lo esperaban Sanemi, con su característica expresión de amargado, y su madre, quien de brazos cruzados aguardaba por su aparición en el umbral de la puerta. Actuó normal, a ver si así conseguía pasar desapercibido, pero en el fondo sabía que ni un milagro lo salvaría del sermón que lo esperaba.
—¿A qué hora te acostaste anoche? —al mismo instante en que su presencia se dio en el sitio, la mujer adulta lanzó aquellas palabras como si de veneno saliendo de su lengua se tratase.
—Buenos días a ti también, má —expresó irónico, medio en broma y medio en serio.
—No intentes evadir la pregunta —amenazó la señora Shinazugawa, manteniendo su postura seria—. ¿A qué hora? —insistió.
—No me acuerdo, no le presté atención a la hora —mintió.
—¿Ah, sí? Bueno, para la próxima préstale suma atención a eso, porque tienes unas ojeras que pareces un payaso de circo gótico —una risilla no lo suficientemente discreta se oyó como respuesta al comentario de su madre, y los dos giraron a ver al joven adulto de cabello blanco, quien masculló un «lo siento» de inmediato—. ¡No voy a estar toda la vida atrás de ustedes para despertarlos! ¡Crezcan de una vez! —les jaló de las orejas a ambos y abandonó la cocina indignada.
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Little Person | GenMui
Fanfiction"I'm just a little person One person in a sea Of many little people Who are not aware of me I do my little job And live my little life [...] And somewhere, maybe someday Maybe somewhere far away I'll find a second little person Who will look at me a...