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Wicca

— Es aquí.

— No es nada discreta ¿Huh?

Les había tomado poco tiempo encontrar aquel sitio, estaba alejado del resto casi adentrándose al bosque, la construcción se fusionaba con el entorno, la que debe ser la entrada parecía más una choza a punto de desmoronarse y que solo por las grandes rocas se sostenía apenas, y aun así amenazaba con derrumbarse pronto. Compartieron miradas unos instantes, asintieron decididos y la eriza azul fue la que dio el primer pasó, el murciélago albino le siguió por detrás a un pasó despreocupado mientras mira alrededor curioso pues lo que aparentaba ser una choza entre rocas paso a ser solo la entrada de un largo pasadizo que conforme se alejan de la entrada la luz iba disminuyendo.

— Apenas puedo ver algo — Ante la falta de visión fue teniendo cuidado por donde pisaba, hace un segundo cree haber rozado con algún jarrón o algo parecido debido al sonido que produjo al rozar su pie con el objeto. Dio un paso hacia atrás para evitar chocar con una columna de piedra.

— Oh Sonia, no seas tímida, si quieres tomar mi mano adelante, no me molesta — Había sostenido a la eriza en cuanto retrocedió y choco contra el sin querer. Tras evadir el golpe dirigido a su persona río en bajo divertido y sin preguntar tomo la mano antes hecha puño, aun con las protestas de la eriza continúo guiando la en la oscuridad hasta que pequeñas luces se distinguían.

Varías velas alumbraban el pequeño cuarto y aun así había partes en penumbra, la decoración era como imaginaron; varios libreros, estantes repletos de frascos con contenido desconocido, vasijas de porcelana de todos los tamaños, múltiples alfombras coloridas, cristales colgando y una gran mesa en el centro con varios objetos encima entre ellos un gran libro abierto, no reconocían el idioma que estaba escrito.

— Bienvenidos, los estaba esperando.

Frente a ellos las cortinas carmesí se abrieron de par en par dándole paso a la zorra pelirroja de grandes ojos amarillos y piel clara, vestía como una gitana; camisa blanca algo holgada con escote, corsé negro ajustado, falda larga azul oscuro con algunos adornos dorados colgando de ella y un par de brazaletes dorados en sus muñecas.

— ¿Tú eres la vidente? — Pregunto dudosa, no cumplía con las descripciones de los pobladores. Su cabello es largo y brillante, no reseco y quebradizo, piel clara sin una sola verruga u cicatriz, la vestimenta ajustada resalta su figura, además que los ojos amarillos brillaban intensamente y no parecen sumergidos en penumbra. Exageraciones de la gente tal vez.

— Hay quienes me llaman así — Camino hasta la mesa que era despejada de inmediato conforme se acercaba — ¿En qué puedo ayudarlos? — Tomo siento en la gran silla que parecía estar hecha por raíces, hizo un gesto con su mano invitándolos a sentarse por igual en sillas similares solo que más sencillas. Así como la grande, que ocupa la canina de mirada astuta, no sabrían decir de donde aparecieron aquellas sillas. Tal vez de la misma tierra que pisan.

— Ya debes saberlo — Saliendo del asombro tomo asiento mientras recogía sus alas para no dejarlas colgando.

Río despacio asintiendo, debajo de su mesa saco una bola de cristal que lucía más como una gran perla reluciente — Se muchas cosas, veo todo lo que se me permite ver — Movía sus dedos sobre la esfera, varios hilos relucientes se distinguían dentro, algunos alejados del montón mientras otros parecían enredados entre sí — Podría decirte como convertirte en la mejor heroína de la historia o una reconocida princesa — su sonrisa se amplió ante la expresión de asombro de la azulada tras haber acertado — Claro que para no interferir pregunta con sutileza, se clara pero no precisa para que tu sueño se cumpla — Alejó sus manos de la esfera, los brillantes hilos desaparecieron apenas las yemas de sus dedos se alejaron. Colocó una mano encima de la otra sobre la mesa optando una postura erguida conservando su mirada astuta y sonrisa ladina se mantuvo a la espera de la indecisa eriza.